Nacida en 1876 en la ciudad holandesa de Leeuwarden,
Margaretha Zelle vivió hasta los dieciocho años en el seno de una familia
acomodada, recibió una educación cristiana y se preparó para ejercer la
profesión de maestra. Pero en 1895 contrajo matrimonio con un oficial del
ejército colonial holandés, Rudolf Campbell Mac Leod, y la joven Margaretha
acompañó a su esposo cuando fue destinado a Java y Sumatra. Allí aprendió las
exóticas danzas folclóricas balinesas, y tuvo al parecer dos hijos, uno de los
cuales murió envenenado por su niñera.
Tras divorciarse a los cinco años de matrimonio,
probablemente a causa del alcoholismo de su marido, regresó a Europa y se
estableció en París, donde inició una nueva vida en los salones y casinos de la
Belle Époque, explotando su natural y provocativa belleza, su atrevimiento para
aparecer semidesnuda en los escenarios y su conocimiento de los sensuales
bailes malayos, que ejecutaba con total desenvoltura. Margaretha Zelle adoptó
como nombre artístico Mata Hari, que literalmente significa «ojo del día» en malayo,
es decir, «sol». Al cabo de algunos años, aquella atractiva bailarina de danzas
hindúes y javanesas había pasado de los sórdidos tugurios a los lujosos
cabarets y teatros, hasta convertirse en mito sexual de los escenarios
parisinos y en cortesana de lujo. Ello le permitió entablar numerosas
relaciones con personas pertenecientes al estamento militar.
Armada de valor y amparada en su exótico físico, se inventó
una identidad y se lanzó al espectáculo en París como la bailarina Mata Hari
("ojo del alba", en javanés), especializada en danzas eróticas.
Pronto creció su fama y frecuentó a hombres ricos, políticos y militares que
engrosaron su lista de amantes. Entre 1904 y la I Guerra Mundial fue la
cortesana más famosa de la época, conoció todas las ciudades de Europa y no
pocos secretos de política gracias a las confidencias de alcoba.
Lo ocurrido a partir de entonces sigue siendo dudoso. Al
parecer, tales contactos llamaron la atención del Estado Mayor alemán, y en la
primavera de 1916, el cónsul alemán en Holanda empezó a ofrecerle importantes
sumas de dinero a cambio de información. Pero en verano de 1916, la bailarina
aceptó asimismo convertirse en espía, al servicio de Francia, en la Bélgica
ocupada por los alemanes. Convencidos de su condición de agente doble, los
servicios de espionaje británicos alertaron a las autoridades francesas, que la
sometieron a estrecha vigilancia; el 13 de febrero de 1917, Mata Hari fue
detenida en París. y sometida a juicio, donde se la condenó a muerte acusada de
aprovechar sus relaciones íntimas para trabajar como agente de Alemania. Ella
lo negó, alegando que se acostaba con militares por placer, y no por deber.
Tras un juicio sumarísimo en el que no llegaron a presentarse pruebas
concluyentes, Mata Hari fue fusilada en la fortaleza parisina de Vincennes el
15 de octubre de 1917; antes de morir se despidió de los soldados del pelotón
agitando la mano elegantemente. Su cuerpo nunca fue reclamado, tenía 41 años La
negativa del Estado francés a desclasificar la documentación de su proceso
transcurridos los cincuenta años de su muerte dejaría sin esclarecer multitud
de aspectos, y ha contribuido a mantener una aureola de misterio en torno a su
figura; pero pese a su posible inocencia, que proclamó durante la causa, Mata Hari
acabaría pasando a la cultura popular como prototipo de «femme fatale».
Mat Hari y Cinco Curiosidades
1. Holandesa de nacimiento, vivió en Java en su juventud:
allí había sido destinado su marido, un militar más de veinte años mayor que
ella. Y de allí se trajo, a su vuelta a Europa, los bailes exóticos que la
hicieron famosa y su mítico seudónimo: matahari significa, en malayo, ojo del
día o Sol.
2. La acusación de espionaje para Alemania por la que fue
juzgada y ejecutada en Francia en 1917, en plena I Guerra Mundial, se basó en
indicios no concluyentes y tan débiles que una asociación de su ciudad natal,
Leeuwarden, solicitó póstumamente -sin éxito- la revisión del caso al gobierno
francés. Ella misma lo negó con una célebre frase: "Una ramera, sí, pero
una traidora, ¡jamás!".
3. Como solía hacerse con los ajusticiados en aquella época,
su cuerpo no fue enterrado, sino que se empleó para que aprendiesen anatomía
los estudiantes de Medicina de la Universidad de la Sorbona (París). En cambio,
su cabeza fue embalsamada y estuvo en el Museo de Criminales de Francia hasta
1958: ese año fue robada, tal vez por un admirador, y nunca más se supo de
ella.
4. Aunque obtuvo su fama como bailarina oriental y
cortesana, y ha pasado a la Historia como espía, su verdadera vocación era ser
actriz. No lo logró, pero en fecha tan temprana como 1920, sólo tres años
después de su muerte, sus fascinantes peripecias ya fueron llevadas al cine con
la germano-danesa Asta Nielsen en el papel. Aunque la Mata Hari fílmica por
antonomasia fue la gran Greta Garbo en la película del mismo nombre de 1931.
5. Su obsesión por los uniformes y los militares desde la
adolescencia, de la que hablan todas sus biografías, sería hoy calificada sin
duda como fetichismo por los psicólogos. "Amo a los militares. Prefiero
ser la amante de un oficial pobre que de un banquero rico", dijo. Tal vez
por ello se casó con el capitán Rudolf McLeod en 1895. Y, durante su famoso
juicio, fue acusada de haberse acostado "con la milicia de media
Europa".
"Amo a los militares. Los he amado siempre y prefiero
ser la amante de un oficial pobre que de un banquero rico", declaró la
espía durante el proceso que la condenó a muerte.
Pocas mujeres han despertado tantas pasiones y sembrado
tanto misterio a su alrededor como Mata-Hari, la más legendaria espía de
nuestro siglo. Ella misma se encargó durante años de urdir la inextricable red
de rumores y fantasías que envolvieron en una nebulosa a aquella bailarina
exótica, apasionada, amante de un batallón de caballeros influyentes y
arriesgada espía, hasta que las biografías han podido demostrar que la famosa
bailarina hindú, aclamada en París, en Berlín y en Montecarlo, no era más que
una mentirosa patológica y una aventurera caída en desgracia. Pero lo malo no es
que Mata-Hari, o mejor, Margaretha Geertruida Zelle, fuera una impostora, una
bailarina abominable y una espía de medio pelo, dispuesta a venderse al mejor
postor. Lo peor fue que a causa de sus muchos embrollos se vio condenada a
morir a los 41 años ante un pelotón de fusilamiento en el castillo de
Vincennes. "La verdad es que como espía fue poca cosa" ,diría con
indudable cinismo el capitán Ladoux, el mismo que había pedido para ella la
pena capital.
Lo cierto es que Margaretha Geertruida, que se fabricó un
pasado en la India en el seno de una familia de brahamanes, no era más que la
hija de Adam Zelle, un modesto sombrerero holandés al que sus vecinos apodaban
el Barón, por sus delirios de grandeza y sus costumbres extravagantes. A los
seis años, Margaretha Zelle, fue matriculada en el colegio más caro de la
ciudad y enviada a clase, el primer día de curso, en una carretela dorada
tirada por dos cabritas blancas enjaezadas como para unos esponsales
principescos. Las burlas de sus compañeras no hicieron mella en la futura
Mata-Hari que descubrió pronto el placer de verse convertida en el centro de
todas las miradas. "Era diferente de las demás niñas -dijo años más tarde
una compañera-, en su naturaleza estaba el deseo de brillar".
El sombrerero, como era de esperar, acabó arruinado y
separado de su esposa, fallecida prematuramente minada por las disputas
conyugales, pero convencido de que la belleza exótica de su hija le iba a
resarcir de tanto sinsabor. Y no le faltaba razón. La fama de seductora de Margaretha
se inició a los quince años, en la Escuela Normal de Lyden, donde fue enviada
junto con sus hermanos, en vista de la incapacidad del padre para educarles con
sensatez. La mayor parte de sus años en Lyden los pasó huyendo del acoso sexual
y de los castigos del director de la institución, un tal Wibrandus Haanstra,
quien llegó a arrastrarse a sus pies, a gimotear en público y a escribir
horrendas poesías con tal de conseguir sus favores.
Amante de la milicia. La obsesión de Mata-Hari por los
uniformes militares es bien conocida para cualquiera que haya hojeado alguna de
sus biografías. "Amo a los militares. Los he amado siempre y prefiero ser
la amante de un oficial pobre que de un banquero rico", declaró durante su
proceso ante la acusación de haberse acostado con la milicia de media Europa.
No es de extrañar que su matrimonio con el capitán Rudolf McLeod apareciera
ante sus ojos como la antesala de un sueño, que muy pronto se tornaría en pesadilla.
La joven Zelle tenía entonces 18 años y muchas ganas de zafarse de la
vigilancia de su tío en La Haya, con quien se había refugiado tras escapar del
colegio y del baboso profesor Wibrandus. Una mañana de 1895 encontró este
anuncio salvador en el periódico Her Nieuws Van Der Dag: "Oficial
destinado en las Indias Orientales holandesas desearía encontrar señorita de
buen carácter con fines matrimoniales". Sólo se pedía una carta con
referencias, pero Margaretha añadió una fotografía, convencida de impresionar
al capitán.
La cita galante tuvo lugar a la puerta del Rijsmuseum de
Amsterdam un día de marzo de 1895. Él tiene 39 años, apostura marcial, un
bigote aparatoso, galones, chaquetilla y sable. Ella, 18, y es una insólita
holandesa, morena y de ojos profundos. Resultó inevitable el coup de foudre.
Después del almuerzo, el deseo los condujo a un coche de punto. Nada cuesta
imaginar una pasión incendiaria, un enredo de brazos y piernas y, más tarde,
unas cartas ansiosas que sellan el amor iniciado. "Qué suerte que los dos
tengamos el mismo temperamento ardiente", escribiría Margaretha en esos
días. Tanto ardor acabó en un embarazo y en una boda precipitada sin los fastos
que había soñado el pomposo padre de la novia.
En las Indias Orientales holandesas se fraguará la aventura
de Mata-Hari. Mac Leod es nombrado comandante del primer batallón de infantería
en Java y allí se trasladan ambos esposos con su hijo Norman. Allí nació Louise
y empezaría Margaretha a interesarse por las danzas nativas, que le iban a
proporcionar largas horas de placer ante el espanto del comandante que empezó a
acusarla de disoluta y viciosa. Lo que antes era hechizo, ahora era perversión,
y se desató el infierno conyugal. En una ocasión Mac Leod se quejó a su hermana
justificando la animadversión hacia su consorte: "¿Cómo puedo hacer para
quitarme de encima a esa maldita sin perder a mis hijos?... ¡Ay! Si tuviera
dinero para comprar su consentimiento, pues la maldita hace todo por
dinero".
Pupila de la aurora. Ella, por su parte, le tachará de
borracho y violento, y le culpará de la muerte del hijo, acaecida en
circunstancias extrañas. Años más tarde, Mata-Hari declaraba que no mostraba
sus pechos totalmente desnudos porque su ex marido, en un ataque de furia, le
había arrancado el pezón izquierdo de un mordisco. El caso es que en 1902 se
separaron. La pequeña Louise se quedó con el padre, y la señora Mac Leod se
esfumó sin dejar rastro, hasta que reapareció en París convertida en la
danzarina hindú Mata-Hari.
"Mi madre, gloriosa bayadera del templo de Kanda Swany,
murió a los catorce años, el día de mi nacimiento. Los sacerdotes me adoptaron
y me pusieron Mata-Hari, que quiere decir `pupila de la aurora'", contaba
impávida. Decía que en la pagoda de Siva aprendió los sagrados ritos de la
danza.
Con este currículo completamente amañado, unas contorsiones
sensuales y misteriosas, y un cuerpo hermoso prácticamente desnudo, a excepción
de las cúpulas de bronce que cubrían los senos, se dispuso Mata-Hari a
conquistar el mundo desde el Museo de Arte Oriental de París, en una función
promovida por el coleccionista Guimet. Basta con leer la crónica del 18 de
marzo de 1905, de La Presse, para saber que los parisinos quedaron fascinados:
"Mata-Hari es Absaras, hermana de las ninfas,de las Ondinas, de las
walkirias y de las náyades, creadas por Indra para la perdición de los hombres
y de los sabios."
Ella, entretanto, fomentaba su leyenda relatando su
biografía de mil maneras diferentes, hasta que nadie sabía muy bien quién era
ni de dónde salía. Tuvo protectores ricos y contratos suculentos en las grandes
capitales europeas, aunque fue rechazada para bailar en el teatro Odeón de
París, que dirigía el célebre Antoine. Tampoco pudo encajar nunca el desprecio
de Diághilev, que no se molestó en recibirla, a pesar de que Mata-Hari lo
intentó con insistencia.
Cuestión de mala suerte. Tuvo la mala suerte de estar
actuando en Berlín cuando estalló la guerra del 14. Y lo que es peor, tuvo la
mala suerte de ser por esas fechas la amante del jefe de policía de la ciudad,
y un poco más tarde de Kraemer, cónsul alemán en Amsterdam y jefe del espionaje
de su país. Los franceses no se lo perdonarían.
Lo cierto es que Kraemer piensa en ella para sonsacar
información a los militares franceses. A cambio, naturalmente, de sumas
considerables. Tras el regateo, Mata-Hari acepta y se convierte en la agente
H-21. Pero la bailarina era ambiciosa e inconstante en sus afectos, y tal como
había hecho siempre con los amores, decidió jugar a dos barajas y convertirse en
agente doble. Ni corta ni perezosa se ofrece en París al capitán Ladoux, a
quien sabe al frente del Servicio de Espionaje y Contraespionaje francés. A
partir de ese momento, Ladoux se dedica a seguir todos sus pasos y a vigilarla
de cerca. Una mujer que no puede pasar desapercibida, resulta ser una pésima
espía. Si además es propensa a la mentira, al embrollo y a acostarse con
cualquier apuesto caballero con tal de que tenga un par de galones, las cosas
pueden complicarse mucho.
Pese a estar muy enamorada por aquel entonces del oficial
Vadim Masslov, varios años más joven que ella, sus intrincados asuntos de
alcoba entre Madrid, Amsterdam y París, acelerarán su caída y su detención
acusada de espionaje. En el interrogatorio se volverían contra ella sus últimas
andanzas con la milicia: "Desde junio de 1916 habéis entrado en relación
con los militares de todas las nacionalidades que estaban de paso en París.
Así el 12 de julio habéis almorzado con el subteniente
Hallaure. Del 15 al 18 de julio habéis vivido con el comandante belga De
Beaufort. El 30 de julio salisteis con el comandante de Montenegro,
Yovilchevich. El 3 de agosto con el subteniente Gasfield y el capitán Masslov.
El 4 de agosto os citabais con el capitán italiano Mariani. El 16 almorzabais con
los oficiales irlandeses, Plankette y O'Brien, y el 24, con el general
Baumgartem". El listado continuaba y aquí fue cuando Mata-Hari aseguró que
amaba a los militares de todos los países y que sólo se acostaba con ellos por
placer, no para sacarles información.
Imagen de una reconstrucción posterior de la ejecución
Es muy probable que esa fuera la única verdad que dijo en su
vida. El tribunal francés la acusó de alta traición y la condenó a muerte sin
pruebas concluyentes. En parte, para subir los ánimos de un país en guerra, al
que se le ofrecía una sensacional ejecución con intenciones edificantes.
Imagen de la ejecución reconstruida
Murió con una serenidad inusitada el 15 de octubre de 1917.
Vestida y maquillada como para una gran ceremonia, no permitió que le taparan
los ojos y miró sin rencor a los oficiales del pelotón de fusilamiento. Nadie
reclamó su cadáver.
Redacción y Maquetación J.M.G
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