ENRIQUE MENENDEZ
Recientemente se han cumplido 15 años de la operación militar española
en Perejil. Ya entonces e incluso ahora se habla de ella como la
"primera operación de comandos del Ejército Español". Uno de los grandes
problemas de la falta de reconocimiento a las Fuerzas Armadas de la
República Española como ejército nacional es que las campañas militares
en las que se vieron implicadas con éxito han caído en total olvido
dentro del estamento militar, incluso aquellas que fueron pioneras en su
momento y deberían ser objeto de estudio en las academias. Y es que la
toma de Perejil, sin pegar un solo tiro, no es realmente la primera
acción de comando del Ejército español, pues mucho antes en 1938 se
llevó a cabo la evasión del fuerte de Carchuna. Y no es que no se hable
de ello en las academias ni cuarteles militares, es que siendo un
acontecimiento importante en la Historia de la Guerra Civil, poca gente
lo conoce, y lamentablemente en Asturias menos; y digo lamentablemente
en Asturias porque sus principales protagonistas fueron asturianos.
Se
trata de la operación más audaz de las que se realizaron tras las líneas
enemigas por el ejército español durante la guerra y hasta la
actualidad. La ejecutó un comando de 30 voluntarios de la Compañía
Especial de la 55 Brigada, perteneciente a la 71ª División del XXIII
Cuerpo de Ejército. La operación fue diseñada por el mayor jefe de la
misma, el asturiano Luis Bárzana, que se había distinguido en el frente
de Asturias y una vez evacuado, siguió al mando de otras unidades en
otros frentes. De los 30 voluntarios 4 eran también oficiales
asturianos, se trataba de los tenientes Joaquín Fernández, Secundino
Álvarez, Alonso García y Cándido López. ¿Y por qué tal presencia de
asturianos? Porque el objetivo era adentrarse en territorio enemigo y
rescatar a 308 prisioneros republicanos (sí, no se me coló un cero,
trescientos ocho) apresados en Asturias durante la ofensiva franquista y
derrumbe del frente, encerrados en el Fuerte de Carchuna, en el litoral
granadino. A bordo de cuatro pequeños pesqueros, en la oscuridad de la
noche desembarcaron cerca del fuerte. Parte de ellos se encargaron de
reducir a la guarnición, mientras otros efectivos emplazaban
ametralladoras en diversos puntos para repeler la respuesta enemiga que
no tardaría en producirse, Tras liberar a los trescientos prisioneros
asturianos comenzó una desesperada marcha por tierra hacia las líneas
propias, mientras los comandos especiales frenaban a las fuerzas
contrarias que habían iniciado el contraataque.
Por su parte unidades de
infantería iniciaban una ofensiva de forma coordinada con el objetivo
de distraer a las unidades franquistas y facilitar el éxito de la
operación, que concluyó sin ninguna baja por parte de las fuerzas
republicanas, constituyendo esta operación un auténtico hito en la
historia militar de las unidades especiales, tanto españolas como
internacionales. En cualquier país ya habría una película, aquí ni en
los cuarteles se recuerda esta hazaña. Y por supuesto el 99,9% de los
asturianos y asturianas ni idea tienen de ella. Mientras tanto los
medios se ocupan de Perejil como si fuera la batalla de Bailen.
ENRIQUE MENENDEZ
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