La escalada de violencia en Alepo ha obligado a mover ficha a Estados Unidos y Rusia, los dos principales impulsores del proceso de paz de Siria, que han logrado acercarse «a un punto de entendimiento» para renovar el alto el fuego y extenderlo a la segunda ciudad del país, según adelantó el secretario de estado estadounidense, John Kerry. Moscú y Washington han decidido «preparar un sistema de control del alto el fuego mucho mejor» y para ello «habrá personal adicional trabajando en Ginebra, las 24 horas del día, los siete días de la semana», según el enviado de la Casa Blanca.
La tregua pactada el 27 de febrero en Ginebra ha saltado por los aires en Alepo en una última semana en la que más de 250 personas han perdido la vida y al menos dos hospitales han sido bombardeados, uno de ellos recibía el apoyo de Médicos Sin Fronteras (MSF) y al menos 50 personas murieron en el ataque. Kerry viajó a Suiza para reunirse con el mediador de la ONU, Staffan de Mistura, y declaró que «los dos bandos, la oposición y el régimen, han contribuido a este caos y vamos a trabajar intensamente en las próximas horas para intentar restablecer el cese de las hostilidades». Desde el fin de semana el ejército sirio mantiene un cese de las hostilidades en el cinturón rural de Damasco y la provincia de Latakia y el objetivo de los negociadores es que estas medidas parciales se extiendan también a Alepo.
La ciudad más importante del norte de Siria está dividida en dos partes desde el verano de 2012. En los barrios del oeste, bajo control del gobierno, viven más de un millón de civiles y en los del este, controlados por distintos grupos de la oposición armada, entre ellos el Frente Al Nusra, brazo de Al QaIda en Siria, quedan unas 300.000 personas. Tras la liberación de Palmirade manos del grupo yihadista Daesh, el gobierno aspira a recuperar el control de Alepo, lo que supondría un duro golpe frente a una oposición armada que soñaba con convertirla en su capital alternativa a Damasco. Gobierno y oposición se acusan de bombardeos aéreos y lanzamiento indiscriminado de morteros respectivamente, un fuego cruzado en el que viven más de un millón de civiles, lo que hace que la situación sea «catastrófica», según la ONU.
Nuevos contactos
El jefe de la diplomacia estadounidense conversó por vía telefónica con el canciller ruso, Sergei Lavrov, y se entrevistó en Ginebra con los ministros de Exteriores de Jordania y Arabia Saudí, dos de los apoyos más importantes con los que cuenta la oposición política y armada al gobierno del presidente Bashar Al Assad. El enviado saudí, Adel del Al Jubeir, declaró a los medios que «lo que pasa en Alepo es una vergüenza, es una violación humanitaria, es un crimen».
La maquinaria diplomática se ha puesto en marcha de nuevo tras el toque de atención a todas las partes de De Mistura, cuya estrategia pasa por echar la pelota al tejado de Moscú y Washington en cuanto no ve posibilidad de avance en el proceso negociador. El propio De Mistura viaja hoy a Moscú para reunirse con Lavrov e insistir en la necesidad de un alto el fuego sólido para poder seguir adelante con el proceso negociador. Antes de volar a Rusia declaró a través de un comunicado que «no puede haber progreso en el proceso político a menos que veamos de forma urgente beneficios tangibles sobre el terreno para los sirios».
Para el analista ruso, Alexey Khlebnikov, «la negociación se encuentra en un punto en el que Rusia busca una ampliación de la lista de grupos terroristas sirios a cambio de extender la tregua a Alepo», según destacó en sus análisis a través de las redes sociales. En esa lista elaborada por la ONU figuran los nombres del EI y del Frente Al Nusra, pero Moscú pide que otras facciones como el Ejército del Islam o Ahrar Al Sham, sean incluidas debido a su vinculación con el Frente Al Nusra.
ABC
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