jueves, 21 de enero de 2016

LA TORTILLA DE PATATAS .....UN INVENTO CARLISTA???

LA TORTILLA ESPAÑOLA

Queridos amigos, mientras la cocina política nos prepara un plato que nos pueda seducir a una gran mayoría de españoles, déjenme estimados seguidores de Los Cuadernos de Napoleón, que esta semana les hable de la tapa por excelencia, del pincho, del aperitivo nacional que nos identifica y nos vertebra, ya sea degustándolo con amigos, con familia, solos o acompañados fugazmente: la tortilla de patatas, es decir la Tortilla Española.
En cierta ocasión dije en tono jocoso entre amigos, que había dos tipos de personas: los que llamaban a este manjar tortilla de patatas y los que hablábamos de la tortilla española. Como en una barra de bar de barrio, todos somos políticos, economistas, filósofos, arquitectos y lo sabemos todo, también en gastronomía tenemos la verdad absoluta en las recetas. Arrojemos pues, un poco de luz sobre este icono de nuestra cultura culinaria tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.
General Zumalacárregui
La verdadera tortilla de patatas, cuyo origen tiene como todo lo mágico, una leyenda y una historia real, se sostiene con dos ingredientes básicos, dos pilares que la identifican: la patata y los huevos. El aceite y la sal, será lo único estipulado para alterar el sabor genuino. Lo demás, puede gustarnos más, menos, convertirla más atractiva o sabrosa al comerla, pero no estaremos hablando de la Tortilla Española, será otra cosa. Sí señoras y señores míos, incluso con cebolla, será otra cosa.
Cuenta la leyenda que durante la Primera Guerra Carlista (1833-1840) el General Zumalacárregui llegó exhausto a una aldea navarra con un grueso de sus tropas. Los moradores del caserío agasajaron a los oficiales y soldados de la Santa Tradición, con lo único que tenían en los fogones de su casona: huevos cocidos y patatas. La mujer supo improvisar una tortilla inmediatamente para alimentar a los militares, germinaba así, la primera Tortilla Española.
El nacimiento real de la tortilla de patatas carece de unanimidad, hasta para eso somos cabestros. Algunos investigadores del CSIC se atrevieron a nombrar un pueblo extremeño como cuna de nuestra tortilla, pero seamos sinceros queridos amigos, cualquier casa de la patria desde que nuestros conquistadores trajeron el tubérculo de las Américas, puede ser el lugar donde surgió nuestro emblema del patrimonio nutritivo.
Si ustedes son poco dados a mi advertencia sobre la elaboración canónica de la tortilla de patatas como Dios manda, pues reinvéntenla, improvísenla, mejórenla, recréenla, pónganle nombre y apellidos, pero háganme caso, jamás la borren de su dieta y acompáñenla con un buen Rioja o una cerveza fresca de Andalucía.

LOS CUADERNOS DE NAPOLEÓN

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