Ballesteros pide el indulto: 'Cumplí las órdenes de un superior'
Ballesteros (saludando) y Enrique Pamies a la salida de una jornada de juicio en la Audiencia. JAVIER BARBANCHO
El inspector jefe condenado por el caso Faisán presentó este lunes ante el Ministerio de Justicia una petición de indulto en la que reconoce los hechos y asegura que el jefe superior de Policía del País Vasco nunca le explicó que la gestión que le encomendó era para dar un soplo a ETA. «Me limito a cumplir un cometido policial, la orden de un superior, no sólo de un superior, sino del jefe superior de Policía del País Vasco, pero evidentemente sin conocimiento alguno del cometido», dice José María Ballesteros en su escrito de 11 folios. La defensa del policía pidió también ayer a la Audiencia Nacional que suspenda la ejecución de la condena hasta que el Gobierno se pronuncie sobre el indulto.
Las peticiones de indulto y de suspensión llegan después de que el viernes la Audiencia recibiera oficialmente la decisión del Tribunal Supremo de confirmar la condena a Ballesteros y a Enrique Pamies: un año y medio de cárcel y cuatro de inhabilitación especial para empleo o cargo público por un delito de revelación de secretos. El abogado de Ballesteros, José Luis Vegas, pide a la Sección Tercera que la condena no se ejecute «hasta que se resuelva la solicitud de indulto».
Para obtener el indulto -sobre el que tendrán que pronunciarse la Fiscalía y el tribunal que dictó condena-, Ballesteros dirige estas líneas a Justicia: «Me limito a cumplir un cometido policial, la orden de un superior, no sólo de un superior, sino del Jefe Superior de Policía del País Vasco, pero evidentemente sin conocimiento alguno del cometido, sin conocimiento de la zona, sin conocimiento de la gente, y sin más información que la de ir a un sitio y hacer entrega de un terminal móvil», dice. La sentencia da por probado que fue él quien entregó al dueño del bar Faisán, el fallecido Joseba Elosua, el teléfono desde el que Pamies le advirtió de la inminente operación contra la red de extorsión en la que participaba.
«Pero lo más gravoso del asunto», concluye, «es que no se puede apartar a una persona de una profesión a la que ha dedicado su vida por un delito que no ha cometido, hundiendo en la más absoluta de las miserias morales tanto a mí mismo, como a toda mi familia, no merecedora de esto».
Después de que su abogado lo esgrimiera en la vista por el recurso de casación, ahora es el propio Ballesteros el que ha decidido firmar ese reconocimiento y la petición de indulto, algo que podría haber dejado de nuevo en manos de su letrado.
«Lo peor», escribe Ballesteros, «es que eso lo sabe todo el mundo, que cualquier policía hubiese obrado exactamente igual que yo, y que no tengo absolutamente conocimiento de nada, pues las conversaciones que obran en los autos y por las cuales se me ha condenado son tres, una de dos minutos y otras dos de poco más de 20 segundos cada una, en las que no se me informa de nada, y limitándome, según los hechos probados de la sentencia, a la entrega de un terminal al Sr. Elosua, pues no cruzo absolutamente ninguna palabra con él. Dicho esto, ¿qué delito puede cometerse? Es obvio que ninguno».
La confesión in extremis ante el Supremo -en la Audiencia negó siempre haber pasado el móvil al etarra Elosua- acabó convenciendo a uno de los magistrados del Alto Tribunal, partidario en su voto particular de absolver a Ballesteros al no haber quedado probado que supiera la finalidad de las órdenes que estaba siguiendo.
El inspector jefe reproduce ese voto del magistrado Andrés Martínez Arrieta en su petición de indulto, junto a un historial policial que incluye operaciones contra grupos islamistas, de kale borroka y del entorno político de ETA. En este apartado -en el que precisa que a un miembro de la banda se le incautaron fotografías suyas- añade las condecoraciones y felicitaciones recibidas durante sus tres décadas como policía. «Entiendo que queda demostrada mi dedicación a la comunidad y la consagración de mi vida a la pacificación, a los grupos de investigación, todo ello con preservar la seguridad ciudadana en perjuicio de mi vida personal», concluye.
Las peticiones de indulto y de suspensión llegan después de que el viernes la Audiencia recibiera oficialmente la decisión del Tribunal Supremo de confirmar la condena a Ballesteros y a Enrique Pamies: un año y medio de cárcel y cuatro de inhabilitación especial para empleo o cargo público por un delito de revelación de secretos. El abogado de Ballesteros, José Luis Vegas, pide a la Sección Tercera que la condena no se ejecute «hasta que se resuelva la solicitud de indulto».
Firma un reconocimiento de los hechos y pide suspender la ejecución de la condena
Al tratarse de una pena de cárcel no superior a dos años y no tener antecedentes, es seguro que Ballesteros no ingresará de manera efectiva en prisión. La preocupación del inspector jefe es frenar también la expulsión del Cuerpo Nacional de Policía que conllevan la pena de cárcel y la inhabilitación. En el escrito, la defensa de Ballesteros solicita al tribunal que, tras suspender la condena, comunique su decisión a la Dirección General de la Policía, para que no tramite su expulsión del Cuerpo.Para obtener el indulto -sobre el que tendrán que pronunciarse la Fiscalía y el tribunal que dictó condena-, Ballesteros dirige estas líneas a Justicia: «Me limito a cumplir un cometido policial, la orden de un superior, no sólo de un superior, sino del Jefe Superior de Policía del País Vasco, pero evidentemente sin conocimiento alguno del cometido, sin conocimiento de la zona, sin conocimiento de la gente, y sin más información que la de ir a un sitio y hacer entrega de un terminal móvil», dice. La sentencia da por probado que fue él quien entregó al dueño del bar Faisán, el fallecido Joseba Elosua, el teléfono desde el que Pamies le advirtió de la inminente operación contra la red de extorsión en la que participaba.
«Pero lo más gravoso del asunto», concluye, «es que no se puede apartar a una persona de una profesión a la que ha dedicado su vida por un delito que no ha cometido, hundiendo en la más absoluta de las miserias morales tanto a mí mismo, como a toda mi familia, no merecedora de esto».
'Sin conocimiento de nada'
El reconocimiento de haber participado en el soplo -sin saber que lo era- ya fue adelantado por la defensa de Ballesteros en su intervención ante el Tribunal Supremo. Vegas resalta que Pamies no tuvo tiempo de relatarle los detalles de la operación en las brevísimas conversaciones telefónicas que mantuvieron la noche del 3 y la mañana del 4 de mayo de 2006.Después de que su abogado lo esgrimiera en la vista por el recurso de casación, ahora es el propio Ballesteros el que ha decidido firmar ese reconocimiento y la petición de indulto, algo que podría haber dejado de nuevo en manos de su letrado.
«Lo peor», escribe Ballesteros, «es que eso lo sabe todo el mundo, que cualquier policía hubiese obrado exactamente igual que yo, y que no tengo absolutamente conocimiento de nada, pues las conversaciones que obran en los autos y por las cuales se me ha condenado son tres, una de dos minutos y otras dos de poco más de 20 segundos cada una, en las que no se me informa de nada, y limitándome, según los hechos probados de la sentencia, a la entrega de un terminal al Sr. Elosua, pues no cruzo absolutamente ninguna palabra con él. Dicho esto, ¿qué delito puede cometerse? Es obvio que ninguno».
La confesión in extremis ante el Supremo -en la Audiencia negó siempre haber pasado el móvil al etarra Elosua- acabó convenciendo a uno de los magistrados del Alto Tribunal, partidario en su voto particular de absolver a Ballesteros al no haber quedado probado que supiera la finalidad de las órdenes que estaba siguiendo.
El inspector jefe reproduce ese voto del magistrado Andrés Martínez Arrieta en su petición de indulto, junto a un historial policial que incluye operaciones contra grupos islamistas, de kale borroka y del entorno político de ETA. En este apartado -en el que precisa que a un miembro de la banda se le incautaron fotografías suyas- añade las condecoraciones y felicitaciones recibidas durante sus tres décadas como policía. «Entiendo que queda demostrada mi dedicación a la comunidad y la consagración de mi vida a la pacificación, a los grupos de investigación, todo ello con preservar la seguridad ciudadana en perjuicio de mi vida personal», concluye.
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