Un hombre pasa en bicicleta frente a los restos de un autobús incendiado en el complejo de Alemão, Antonio Lacerda EFE
Hacía años que Rio de Janeiro no vivía un clima de conflictividad social tan intenso en sus favelas más céntricas y nunca se había vivido una crisis como la actual en comunidades ocupadas por la policía, justo ahora que faltan 44 días para el Mundial de fútbol. La noche del lunes, un grupo de unos 80 jóvenes, algunos de ellos armados, invadieron un consultorio médico del complejo de favelas de Alemão y quemaron cuatro autobuses.
El complejo do Alemão, cuya 'pacificación' se inició en 2010, muestra síntomas de desgaste desde hace meses con acciones del narcotráfico contra la policía que supuestamente domina el territorio. El objetivo del proyecto conocido como UPP (Unidad de Policía Pacificadora) es precisamente retomar el control de barriadas anteriormente dominadas por narcotraficantes armados y reducir el índice de homicidios en esos terrenos.
La crisis actual se originó después de que el pasado domingo muriera en medio de un tiroteo una anciana de 72 años en la comunidad. Hubo una manifestación después de la muerte y el lunes se incendiaron las calles de la barriada y un tiroteo hirió también a un joven vecino.
Recientemente, tras la muerte de un joven durante una operación policial en otra favela pacificada ubicada en el centro de Copacabana, la revuelta violenta de algunos vecinos se saldó con el óbito de otro en medio de un nuevo tiroteo. La crítica situación viene fraguándose desde hace meses, cuando los narcos empezaron a contraatacar en las favelas pacificadas, pero ha estallado muy cerca del Mundial, que justamente fue uno de los principales motivos para llevar a cabo dicho proyecto.
En Rocinha, la mayor favela de la ciudad, la situación también ha vivido episodios críticos traducidos en frecuentes tiroteos y en otro de los peores momentos de la pacificación: la tortura y muerte a manos de la policía en julio del pasado año del albañil Amarildo, que se convirtió en símbolo de los manifestantes en todo Rio contra la violencia policial.
La quema de autobuses es común en las últimas semanas en varias favelas más de la Zona Norte de la ciudad, donde al mismo tiempo el Complejo de Maré (a camino entre el aeropuerto y el estadio Maracanã) se encuentra ocupada por fuerzas del ejército con funciones policiales.
Desde que fuera pacificado con ceremonias de logro nacional por ser considerado un lugar clave del narcotráfico, el complejo de Alemão recibe centenares de turistas a diario que sobrevuelan las favelas con el teleférico que ofrece una impactante panorámica de las irregulares construcciones y callejuelas. El turismo en las comunidades deberá ser revisado de cara a la llegada de miles de visitantes durante el torneo futbolístico, que seguramente tendrá que convivir con el descontento en las favelas y en el asfalto, palabra con la que se denomina el resto de la ciudad para diferenciarla de las barriadas irregulares.
El complejo do Alemão, cuya 'pacificación' se inició en 2010, muestra síntomas de desgaste desde hace meses con acciones del narcotráfico contra la policía que supuestamente domina el territorio. El objetivo del proyecto conocido como UPP (Unidad de Policía Pacificadora) es precisamente retomar el control de barriadas anteriormente dominadas por narcotraficantes armados y reducir el índice de homicidios en esos terrenos.
La crisis actual se originó después de que el pasado domingo muriera en medio de un tiroteo una anciana de 72 años en la comunidad. Hubo una manifestación después de la muerte y el lunes se incendiaron las calles de la barriada y un tiroteo hirió también a un joven vecino.
Una crítica situación desde hace meses
Tras restablecerse la actividad en el consultorio, la policía aseguró que los vándalos no tenían relación con el narcotráfico de la región si bien no descartaron que los narcos hubieran coaccionado a los vecinos para llevar a cabo estas acciones, que son una mezcla todavía confusa entre descontento social con los abusos policiales y revancha del narcotráfico contra las ocupaciones de los agentes.Recientemente, tras la muerte de un joven durante una operación policial en otra favela pacificada ubicada en el centro de Copacabana, la revuelta violenta de algunos vecinos se saldó con el óbito de otro en medio de un nuevo tiroteo. La crítica situación viene fraguándose desde hace meses, cuando los narcos empezaron a contraatacar en las favelas pacificadas, pero ha estallado muy cerca del Mundial, que justamente fue uno de los principales motivos para llevar a cabo dicho proyecto.
En Rocinha, la mayor favela de la ciudad, la situación también ha vivido episodios críticos traducidos en frecuentes tiroteos y en otro de los peores momentos de la pacificación: la tortura y muerte a manos de la policía en julio del pasado año del albañil Amarildo, que se convirtió en símbolo de los manifestantes en todo Rio contra la violencia policial.
La quema de autobuses es común en las últimas semanas en varias favelas más de la Zona Norte de la ciudad, donde al mismo tiempo el Complejo de Maré (a camino entre el aeropuerto y el estadio Maracanã) se encuentra ocupada por fuerzas del ejército con funciones policiales.
Desde que fuera pacificado con ceremonias de logro nacional por ser considerado un lugar clave del narcotráfico, el complejo de Alemão recibe centenares de turistas a diario que sobrevuelan las favelas con el teleférico que ofrece una impactante panorámica de las irregulares construcciones y callejuelas. El turismo en las comunidades deberá ser revisado de cara a la llegada de miles de visitantes durante el torneo futbolístico, que seguramente tendrá que convivir con el descontento en las favelas y en el asfalto, palabra con la que se denomina el resto de la ciudad para diferenciarla de las barriadas irregulares.
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