EE UU refuerza su presencia en el Báltico con el envío de tropas de infantería
La medida, anunciada por el ministro de Defensa polaco a 'The Washington Post’, forma parte la ampliación de recursos de la OTAN en la zona para contrarrestar el desafío ruso
Eva Saiz Washington 19 ABR 2014 - 18:41 CET229
Mientras en Ginebra Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea y Ucrania alcanzaban el pasado jueves un principio de acuerdo para tratar de rebajar la tensión en ese último país, en Washington, el jefe del Pentágono, Chuck Hagel, y el ministro de Defensa polaco, Tomasz Siemoniak, concretaban el incremento de la presencia militar norteamericana en Polonia y en el Báltico, en el marco de la estrategia de la OTAN de aumentar su personal y recursos en la región para contrarrestar la amenaza que suponen las operaciones militares de Rusia en el Este de Ucrania. Entre las decisiones que se acordaron se contempla el envío de tropas de infantería a Polonia y Estonia para realizar una serie de ejercicios sobre el terreno, un plan que adelantó Siemoniak este viernes a The Washington Post y que la Administración Obama anunciará oficialmente la semana que viene, de acuerdo con The New York Times .
Las prácticas militares, descritas por el Times como “extremadamente modestas”, estarían a cargo de una compañía del Ejército estadounidense integrada por 150 soldados y no se prolongarían más de dos semanas. “La agresión rusa ha renovado nuestra determinación de reforzar la alianza de la OTAN”, dijo Hagel en la rueda de prensa posterior al encuentro con su homólogo polaco. “Estas medidas no van encaminadas a provocar o amenazar a Rusia, sino a demostrar que la OTAN continúa dedicada a sus tareas de defensa colectiva”, añadió.
El contingente estadounidense es mucho menor que el de 10.000 soldados que a principios de marzo exigió Polonia para garantizar la seguridad en sus fronteras. Con los ejercicios militares que tiene previsto desarrollar en el Báltico, EE UU manda un mensaje simbólico a los aliados de esa región -Estonia, Lituania y Letonia, que se incorporaron a la Alianza Atlántica en 2004- y al presidente ruso, Vladimir Putin, de que, pese al potencial control que el Kremlin pueda ejercer sobre Ucrania, los miembros de la OTAN no correrán la misma suerte.
Los tres países bálticos cuentan con una importante presencia de población rusa y sus líderes han manifestado sus recelos de que Putin aplique allí lo que Siemoniak bautizó como la “nueva doctrina rusa, que ampara intervenciones brutales con el pretexto de proteger los intereses no amenazados de las minorías”, en alusión a lo ocurrido en Crimea y lo que está sucediendo en la zona oriental ucrania. Tras la ampliación de la Alianza hacia el Báltico y los Balcanes, la organización decidió, de manera deliberada, no reforzar la infraestructura militar de sus nuevos miembros para no soliviantar a Moscú. “La OTAN debe cumplir su compromiso con la seguridad de sus integrantes y buscar una solución institucional para aquellos que se encuentran atrapados entre Occidente y Rusia”, señala James Goldgeier, decano de la Escuela de Servicio Internacional de la American University, en un artículo en el que recrimina que, hasta ahora, la Alianza no se haya involucrado de manera más directa en la seguridad en el Este de Europa.
La crisis de Ucrania ha obligado a la OTAN a cambiar de estrategia. “Este es un momento crucial para la Alianza y la relación bilateral entre EE UU y Polonia”, sostuvo Hagel el pasado jueves. Además de las tropas de infantería, el Pentágono sopesa incrementar las batidas sobre el espacio aéreo lituano, estonio y letón, aumentar la flota aliada en el mar Báltico y en el Mediterráneo oriental y enviar a más personal para ayudar en las labores de entrenamiento, de acuerdo con las recomendaciones realizadas por el máximo el máximo responsable militar para Europa de la OTAN, el general Philip Breedlove. De concretarse, estas maniobras se sumarían a los 12 F-16 y 200 militares de refuerzo que EE UU ya envió a Polonia a comienzos del mes de marzo. Antes de la crisis ucrania, el Pentágono sólo contaba con 10 soldados de aviación encargados de labores de entrenamiento. En total, el contingente estadounidense de la OTAN en Europa asciende a 70.000 personas.
La incorporación a la OTAN de los países del Báltico y de los de los Balcanes durante la pasada década levantó el resquemor de Putin quien, el jueves pasado recordaba cómo él mismo ya había alertado a los miembros de la Alianza de su disconformidad con las nuevas anexiones. “Detrás de Crimea se esconde la reacción a la política de hostilidad de la OTAN hacia Rusia tras la desintegración de la Unión Soviética”, sostiene Jack Matlock, embajador de EE UU en Moscú entre 1987 y 1991, que señala a la progresiva expansión de la organización hacia el Este. Al establecimiento de bases en los estados fronterizos con Rusia y a las intenciones de integrar a Ucrania como detonantes del malestar en el Kremlin.
Las prácticas militares, descritas por el Times como “extremadamente modestas”, estarían a cargo de una compañía del Ejército estadounidense integrada por 150 soldados y no se prolongarían más de dos semanas. “La agresión rusa ha renovado nuestra determinación de reforzar la alianza de la OTAN”, dijo Hagel en la rueda de prensa posterior al encuentro con su homólogo polaco. “Estas medidas no van encaminadas a provocar o amenazar a Rusia, sino a demostrar que la OTAN continúa dedicada a sus tareas de defensa colectiva”, añadió.
Las prácticas militares, descritas por el Times como “extremadamente modestas”, estarían a cargo de una compañía del Ejército estadounidense integrada por 150 soldados y no se prolongarían más de dos semanas.
Los tres países bálticos cuentan con una importante presencia de población rusa y sus líderes han manifestado sus recelos de que Putin aplique allí lo que Siemoniak bautizó como la “nueva doctrina rusa, que ampara intervenciones brutales con el pretexto de proteger los intereses no amenazados de las minorías”, en alusión a lo ocurrido en Crimea y lo que está sucediendo en la zona oriental ucrania. Tras la ampliación de la Alianza hacia el Báltico y los Balcanes, la organización decidió, de manera deliberada, no reforzar la infraestructura militar de sus nuevos miembros para no soliviantar a Moscú. “La OTAN debe cumplir su compromiso con la seguridad de sus integrantes y buscar una solución institucional para aquellos que se encuentran atrapados entre Occidente y Rusia”, señala James Goldgeier, decano de la Escuela de Servicio Internacional de la American University, en un artículo en el que recrimina que, hasta ahora, la Alianza no se haya involucrado de manera más directa en la seguridad en el Este de Europa.
La crisis de Ucrania ha obligado a la OTAN a cambiar de estrategia. “Este es un momento crucial para la Alianza y la relación bilateral entre EE UU y Polonia”, sostuvo Hagel el pasado jueves. Además de las tropas de infantería, el Pentágono sopesa incrementar las batidas sobre el espacio aéreo lituano, estonio y letón, aumentar la flota aliada en el mar Báltico y en el Mediterráneo oriental y enviar a más personal para ayudar en las labores de entrenamiento, de acuerdo con las recomendaciones realizadas por el máximo el máximo responsable militar para Europa de la OTAN, el general Philip Breedlove. De concretarse, estas maniobras se sumarían a los 12 F-16 y 200 militares de refuerzo que EE UU ya envió a Polonia a comienzos del mes de marzo. Antes de la crisis ucrania, el Pentágono sólo contaba con 10 soldados de aviación encargados de labores de entrenamiento. En total, el contingente estadounidense de la OTAN en Europa asciende a 70.000 personas.
La incorporación a la OTAN de los países del Báltico y de los de los Balcanes durante la pasada década levantó el resquemor de Putin quien, el jueves pasado recordaba cómo él mismo ya había alertado a los miembros de la Alianza de su disconformidad con las nuevas anexiones. “Detrás de Crimea se esconde la reacción a la política de hostilidad de la OTAN hacia Rusia tras la desintegración de la Unión Soviética”, sostiene Jack Matlock, embajador de EE UU en Moscú entre 1987 y 1991, que señala a la progresiva expansión de la organización hacia el Este. Al establecimiento de bases en los estados fronterizos con Rusia y a las intenciones de integrar a Ucrania como detonantes del malestar en el Kremlin.
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