Los soldados judíos de Hitler
Día 11/03/2014 - 13.23h
Más de 300 finlandeses lucharon en las filas nazis poniéndose a las órdenes del enemigo
La alianza entre Hitler y el pueblo judío al que se comprometió a exterminar constituye uno de los capítulos más sombríos y extraordinarios de la Segunda Guerra Mundial. Paradójicamente, más de 300 soldados finlandeses de la raza repudiada por el dictador alemán integraron las filas nazis cuando Finlandia se unió a la gran contienda en junio de 1941, compartiendo enemigo común; la Unión Soviética.
Aunque siempre se negó a referirse a sí mismo como aliado, escudándose en el papel de co-beligerante, Finlandia luchó en el bando alemán y sus hombres ayudaron a los alemanes a alcanzar algunos de sus objetivos. Poco se sabe de esta escalofriante unión de fuerzas.
«He vivido en Finlandia 25 años sin haber oído nada de esta historia y soy judío. No es algo de lo que se hablara mucho», declara John Simon, un neoyorquino que se trasladó a Helsinki en 1982, al diario británico «Daily Thelegraph».
Indagar en las razones por las que se ha condenado al olvido este parte de la historia reabre profundas cicatrices psicológicas, aunque los soldados judíos que lidiaron en esa guerra, muchos de ellos vivos hoy en día, insisten en que no se avergüenzan de lo que hicieron.
Dos guerras paralelas
Además de cumplir con su deber como soldados y demostrar su apoyo al país, insisten en que siempre se consolaron con la idea de que en realidad se estaban librando dos guerras paralelas. Una de autodefensa, la que concernía a Finlandia y otra de conquista, la de Alemania. «Yo no tenía nada que ver con los alemanes. No había alemanes, donde yo servía. Ellos estaban a 200 kilómetros al norte de mi regimiento», comenta al «Telegraph» Aron Livson a sus 97 años. Hijo de una modista de la ciudad de Vyborg, fue reclutado en el ejército a sus 23. A día de hoy su vivacidad y su orgullo permanecen impecables.
Pero no todos disfrutaron de ese bálsamo que representaba el no tener que ver la cara de unos hombres que se habían propuesto extinguirles. En la frontera con Rusia, en la región de Karelia, tropas finlandesas y alemanas combatieron codo con codo. Los judíos lidiaron con dos enemigos; uno en el frente y otro dentro de sus propias filas.
Casi sin excepción, los judíos originarios de Finlandia descendían de soldados rusos que habían sido enviados a la región durante su servicio militar. Bajo el gobierno de Rusia, los judíos debían enrolarse en el ejército a los 10 años de edad y estaban obligados a servir al país hasta los 25 años. Siempre fueron vistos con cierto recelo por el resto de Finlandia, bajo el poder del Zar Alejandro I, hasta su independencia en 1917.
La guerra que estalló en 1939, conocido en Finlandia como la Guerra de Invierno, para repeler la invasión soviética, que anhelaba expandirse ocupando las repúblicas bálticas, representaba la ocasión idónea para que esa población judía, descendientes de rusos, pudieran demostrar su lealtad como ciudadanos finlandeses.
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