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domingo, 16 de marzo de 2014

EL KAPITANLEUTNANT HEINZ ECK, EL ÚNICO CAPITÁN DE SUBMARINO EJECUTADO POR CRIMENES DE GUERRA

Heinz Eck, el único capitán de submarino alemán ejecutado por crímenes de guerra

Notapor antonio cuesta » Hoy, 15:59
* En marzo de 1944 hundió desde el U-852 un barco griego frente a Liberia y ametralló a los supervivientes para borrar pruebas.

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De izquierda a derecha, el capitán Heinz Eck, August Hoffmann, Walter Weisspfennig, Hans Lenz, Wolfgang Schwender, acusados en el caso.


En marzo de 1944 hundió desde el U-852 un barco griego frente a Liberia y ametralló a los supervivientes para bor Hace ahora exactamente 70 años y un día: a las 19:40 horas del 13 de marzo de 1944, un submarino alemán cometía un atroz crimen de guerra en aguas internacionales frente a las costas de Liberia. Comandado por Heinz-Wilheim Eck, el submarino U-852 lanzó dos torpedos contra un carguero de bandera griega, el «Peleus». El transporte cubría una ruta entre Argelia y Sierra Leona. En muy pocos minutos el barco se hundió, dando apenas tiempo a sus 39 pasajeros a saltar por la borda y juntarse en dos balsas de salvamento.

Uno de los náufragos fue llamado a bordo del submarino, e interrogado sobre la ruta y nombre del carguero. Ante la posibilidad de que las lanchas pudieran ser localizadas o los supervivientes hubieran podido avisar el desastre, el comandante tomó una horrible decisión, que a la postre le costaría la vida a él y a dos de sus hombres. Tratando de borrar las pruebas de su ataque antes de ser localizado, disparó contra los restos del buque hundido y también ametralló las balsas a conciencia. Incluso lanzaron granadas de mano para mayor seguridad de que ningún resto quedaría a flote y de que nadie quedaría con vida.


Cuando el submarino dio por zanjado el "borrado de pruebas" y abandonó la zona, sólo cuatro de los miembros de la tripulación quedaban con vida, flotando en un mar ensangrentado entre los astillas y cuerpos destrozados. Tan maltrechos estaban que uno de ellos no llegaría con vida a la costa. Solo tres quedaron, pues: el primer oficial griego y dos marinos, uno griego y otro británico, que serían recogidos con vida 25 días después por un barco portugués, el mercante «Alexander Silva». Llegaron a puerto el 20 de abril.

El submarino que llevaba un helicóptero

El 3 de mayo, frente a las costas de Somalia, en el Mar Arábigo, seis aviones Wellington de los escuadrones 621 y 8 acecharon al U-852 y lo hicieron encallar. Había seguido ruta hasta esas latitudes y de su tripulación de 66 hombres, 7 murieron en el combate. Al inspeciconar el submarino los aliados encontraron la bitácora que consignaba el ataque a un buque el día que se hundió el «Peleus» en la misma zona de África occidental y por eso pudieron llevar a juicio al capitan y otros tres miembros de la tripulación. Algunos marinos declararon haber visto a los acusados ametrallar a los náufragos y lanzarles las granadas.

Además, en aquella inspección de los aliados al U-852, también se encontró algo inesperado: un arma secreta, una máquina que asombró a los servicios de inteligencia, el antecesor de los actuales drones: el Focke Achgelis Fa-330 Bachstelze. Era un helicóptero de bolsillo, pilotado, que el submarino podía lanzar en minutos y mantener a más de 120 metros de altura para localizar objetivos desde el aire a una distancia de hasta 25 millas gracias a unos potentes binoculares. El piloto informaba a su capitán por teléfono.

Los disparos desde el submarino se prolongaron cinco horasPero volvamos a las consecuencias del ametrallamiento de los náufragos. Durante el juicio al capitán Eck y a sus dos tripulantes nunca se mencionó la suerte del marinero del «Peleus» que había sido llamado a bordo del submarino. Se cree que, bien fue ejecutado, bien sería invitado a volver a las lanchas de salvamento con sus compañeros, antes de ametrallarlas. Los disparos se prolongaron durante 5 horas. Eck estaba seguro, según confesó, de que su decisión era legal, porque era una "necesidad operativa", y creyó imposible que ninguno de los náufragos sobreviviera cuando se alejó de allí.
Cuando el submarino abandonó la zona del ataque, el capitán encontró a su tripulación deprimida (él mismo confesó en el juicio que se había deprimido un poco) después de lo sucedido y les arengó: «Si el exceso de simpatía les nubla el ánimo podríamos pensar también en nuestras esposas y niños que mueren en la patria víctimas de los bombardeos».

Después del juicio, el comandante y sus dos tripulantes murieron frente al pelotón de fusilamiento, cumpliendo una sentencia que el tribunal tardó solo 45 minutos en adoptar, después de atender a todos los testimonios, incluida la declaración jurada de los supervivientes y la deposición de los marineros del U-852. Fue el único capitán de un U-boat de la Kriegsmarine que acabó ejecutado por crímenes de guerra.
 

 

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