La Dirección General de Patrimonio Cultural del Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón, a través de su programa Amarga Memoria, está trabajando en la investigación y difusión del período histórico comprendido entre la proclamación de la II República y la recuperación de las libertades democráticas. Uno de sus principales objetivos es la actuación sobre los lugares de la memoria, es decir, recuperar, rehabilitar y adecuar para la visita los vestigios que conformaron el escenario de la Guerra Civil y de la posguerra.
En este caso, se ofrece al visitante la posibilidad de visitar el espacio expositivo REFUGIO ANTIAÉREO DE ALCAÑIZ, organizado de forma conjunta con el Ayuntamiento de la ciudad, en el marco de la ruta de turismo cultural Frente de Aragón.
El espacio en el que se ha creado la exposición permanente, un auténtico refugio antiaéreo situado entre las calles Teniente Moore y Santo Domingo, fue mandado construir por el Consejo Local de Alcañiz durante el año 1937 para dar cobijo a la población del barrio de los Almudines. Alcañiz debió de contar con una red con alrededor de 40 refugios antiaéreos repartidos por toda la ciudad. Algunos de ellos, como el que nos ocupa, fueron construidos ex profeso, mientras que otros se habilitaron en las bodegas de antiguas casas solariegas o en cuevas naturales.
Cabe destacar que, en los sondeos arqueológicos realizados en el interior del refugio, se descubrió la base de un torreón medieval que, con toda probabilidad, hay que relacionar con el tercer recinto amurallado de Alcañiz, construido a finales del siglo XIV.
Con una capacidad de 230 personas, este refugio antiaéreo es una estructura alargada, de unos 2 m de anchura por 1’90 de altura. Presenta dos entradas, una por la calle Teniente Moore, que debió ser la principal y otra por la calle Santo Domingo, en cuya fachada se han podido recuperar las pinturas originales que señalizaban el refugio. Está cubierto por bóveda de hormigón en masa, de un espesor de 30 cm y todavía se pueden observar las marcas de las tablas que se utilizaron para encofrar la bóveda. Además, en ambas entradas tenía un muro pantalla que permitía la entrada al recodo de las personas y tenía la función de evitar que penetrasen en su interior posibles impactos de metralla o escombros producidos por las bombas. A diferencia de otros refugios, no tiene ningún respiradero. Tampoco había luz artificial, por lo que las condiciones en el interior debían ser bastante precarias.
Durante las obras de acondicionamiento del refugio, se encontraron en el interior varios sellos, impresos al construir la bóveda de hormigón. Hay tres grupos de inscripciones, distribuidas en la zona que va desde el quiebro de los muros hasta la calle Teniente Moore. En dos de ellas aparecen las iniciales de la CNT y la FAI, en la otra sólo se conserva las de la CNT. En los muros laterales del refugio, los propios constructores dejaron engarzada una moneda fechada en 1697, que seguramente encontraron al realizar la obra. Además, embutido dentro del nuevo muro, se localizó un casquillo de fusil Mosin Nagant, munición de origen soviético. Se constató, asimismo, la presencia en el subsuelo del refugio de casquillos de diversa procedencia y otros restos como latas de la época de la Guerra Civil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario