Líbano respira aliviado tras el aplazamiento del ataque sobre Siria
Día 17/09/2013 - 01.44h
El acuerdo entre Rusia y Estados Unidos refuerza a Hizbulá, aliado del régimen sirio
Beirut vuelve a recuperar su bullicio habitual después de que la semana pasada, ante la amenaza de un posible ataque americano sobre Siria, las calles de la capital libanesa se vaciaran de gente y se dispararan las alarmas por un eventual contagio de la situación bélica al resto de la región.
La probabilidad de la intervención militar estadounidense, vivida en el pequeño Líbano casi como propia por las divergentes opiniones existentes entre partidarios y detractores del régimen de Bashar al Assad, ha despertado incluso el temor de nativos y foráneos a que se repitiera una evacuación como la sufrida en julio de 2006 por la guerra entre Israel y Hizbulá. Pero tras el acuerdo alcanzado por los gobiernos de Estados Unidos y Rusia para resolver la crisis de las armas químicas sirias, el país respira de nuevo aliviado retornando a una «normalidad» en la que encuentran cabida diaria los secuestros, la caída de cohetes sirios en la frontera y numerosos incidentes entre miembros de Hizbulá, leales a Damasco, y suníes seguidores de la oposición.
Hizbulá reforzado
De acuerdo con fuentes militares consultadas por ABC, «el acercamiento de posturas entre Estados Unidos y Rusia aleja una intervención bélica internacional directa en territorio sirio y alivia la tensión entre los fragmentados bandos libaneses, lo que se traduce en una mejora de la actual posición de Hizbulá». La salida diplomática de la crisis permite, según estas fuentes, que la organización chií «afronte el apoyo al régimen alauí sin la presión de un bombardeo que podría afectar a sus propias unidades que se hallan combatiendo en Siria».
A pesar de considerar al Líbano como «el eslabón más débil en la ecuación del Oriente Medio y el país donde Siria tiene mayor capacidad de injerencia por sus quince años de tutela tras la guerra civil y su alianza estratégica con Hizbulá», Ignacio Álvarez-Ossorio, profesor de Estudios Árabes de la Universidad de Alicante, tampoco vislumbra «un enfrentamiento fraticida a gran escala debido a que la guerra civil libanesa es demasiado reciente y por la renuencia de los actores implicados a formar parte de una escalada en la que todos tienen mucho que perder».
Pero en un país cuya economía se ha visto seriamente perjudicada por la situación siria y que prolonga indolente la formación de gobierno desde el pasado marzo, las razones para el optimismo siempre parecen pocas. No se puede descartar la posibilidad de que elementos extremistas suníes realicen acciones terroristas en suelo libanés, en especial en zonas de mayoría chií, con el fin de «intentar romper el 'impasse' que producirá en el frente sirio la no intervención militar internacional, lo que perjudica a la insurgencia», estiman las fuentes militares entrevistadas.
Recientemente, sendos atentados con coche bomba agitaban los suburbios del sur de Beirut, bastión de Hizbulá, y la ciudad de Trípoli, feudo de los radicales suníes. Ninguno de ellos ha logrado batir la tradicional impavidez libanesa.
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