«En unos días limpiaremos Qusair de terroristas»
- El Ejército sirio niega a LA RAZÓN que Hizbulá haya participado en el asalto a la ciudad siria
AL QUSAR (LÍBANO)- En el cruce de Matraba, una localidad sirio-libanesa a 3 km de Qusair, el tránsito de vehículos y personas ha regresado a la normalidad. Probablemente, hace un mes, los oficiales del Ejército sirio, que controlan este puesto fronterizo, no hubieran sido tan amables con un grupo de periodistas extranjeros que se acercan a ellos. La reconquista de Qusair les ha devuelto el optimismo. Tras comprobar nuestra identidad, nos invitan a pasar a la garita y a compartir un té azucarado y cigarrillos. El oficial al mando es el encargado en responder a las preguntas.
«Preveíamos que iba a caer la ciudad, pero no tan rápido. Los rebeldes estaban psicológicamente debilitados», afirma el oficial sirio, que no revela su nombre. «El 80% de Qusair está controlado. Quedan algunos focos insurgentes que todavía no hemos limpiado», detalla el militar, antes de insistir en que «los terroristas están escondidos en Daba, y Buaida», dos suburbios al sur de la ciudad. «En unos días, toda la ciudad estará bajo control, y los sirios podrán regresar de nuevo a sus casas», asegura el capitán. «No sabemos cuántos terroristas quedan aún», matiza el militar sirio, que agrega que «hemos detenido a cientos en Qusair y ejecutado a muchos».
«El miércoles interceptamos un convoy con 20 vehículos todoterreno con terroristas que intentaban escapar desde Daba en dirección a Arsal, localidad fronteriza libanesa, de mayoría suní, que alberga a miles de refugiados sirios. Según el oficial del régimen, entre las filas del Ejército Libre de Siria «hay chechenos, yihadistas de todos los países árabes, incluso afganos y paquistaníes». El soldado niega que milicianos de Hizbulá hayan participado en el asalto. «Es mentira, Hizbulá no está en Siria. Únicamente nuestro Ejército está combatiendo a los takfiris (apóstatas musulmanes)». «La victoria es sólo de las fuerzas sirias», reclama el militar. Incluso –continúa–, «en las aldeas sirias donde residen libaneses no hay milicianos de Hizbulá, son los propios vecinos que han tomado las armas para defenderse de los yihadistas».
Las palabras del oficial se contradicen con las declaraciones del propio Hasan Nasrala, líder del Partido de Dios, que en su último discurso afirmó que sus combatientes están apoyando militarmente al régimen de Asad. Pero este militar prefiere adjudicarle la victoria al Ejército sirio. Los libaneses que viven en las aldeas sirias están regresando a sus hogares. La revuelta siria obligó a muchas familias chiíes a regresar a Líbano, a las localidades fronterizas de Hermel y Al Qasar, feudos de Hizbulá, en el valle de la Bekaa. Alrededor de 30.000 libaneses viven desde hace generaciones en las aldeas vecinas sirias, de mayoría cristiana. Fatat Zaitar regresó ayer con su familia a Hawie (aldea siria, vecina de Qusair) después de siete meses. «Empezaron los ataques de los rebeldes y los bombardeos del régimen. Tenía miedo por mis hijos. Así que decidimos marcharnos a casa de unos familiares de Al Qasar», explica Zaitar. «Ahora regresamos porque todo está tranquilo, bajo control del régimen sirio», indica la mujer. «Los rebeldes son unos vándalos, han saqueado nuestra casa y arrancado las puertas y ventanas», denuncia Zaitar.
«Preveíamos que iba a caer la ciudad, pero no tan rápido. Los rebeldes estaban psicológicamente debilitados», afirma el oficial sirio, que no revela su nombre. «El 80% de Qusair está controlado. Quedan algunos focos insurgentes que todavía no hemos limpiado», detalla el militar, antes de insistir en que «los terroristas están escondidos en Daba, y Buaida», dos suburbios al sur de la ciudad. «En unos días, toda la ciudad estará bajo control, y los sirios podrán regresar de nuevo a sus casas», asegura el capitán. «No sabemos cuántos terroristas quedan aún», matiza el militar sirio, que agrega que «hemos detenido a cientos en Qusair y ejecutado a muchos».
«El miércoles interceptamos un convoy con 20 vehículos todoterreno con terroristas que intentaban escapar desde Daba en dirección a Arsal, localidad fronteriza libanesa, de mayoría suní, que alberga a miles de refugiados sirios. Según el oficial del régimen, entre las filas del Ejército Libre de Siria «hay chechenos, yihadistas de todos los países árabes, incluso afganos y paquistaníes». El soldado niega que milicianos de Hizbulá hayan participado en el asalto. «Es mentira, Hizbulá no está en Siria. Únicamente nuestro Ejército está combatiendo a los takfiris (apóstatas musulmanes)». «La victoria es sólo de las fuerzas sirias», reclama el militar. Incluso –continúa–, «en las aldeas sirias donde residen libaneses no hay milicianos de Hizbulá, son los propios vecinos que han tomado las armas para defenderse de los yihadistas».
Las palabras del oficial se contradicen con las declaraciones del propio Hasan Nasrala, líder del Partido de Dios, que en su último discurso afirmó que sus combatientes están apoyando militarmente al régimen de Asad. Pero este militar prefiere adjudicarle la victoria al Ejército sirio. Los libaneses que viven en las aldeas sirias están regresando a sus hogares. La revuelta siria obligó a muchas familias chiíes a regresar a Líbano, a las localidades fronterizas de Hermel y Al Qasar, feudos de Hizbulá, en el valle de la Bekaa. Alrededor de 30.000 libaneses viven desde hace generaciones en las aldeas vecinas sirias, de mayoría cristiana. Fatat Zaitar regresó ayer con su familia a Hawie (aldea siria, vecina de Qusair) después de siete meses. «Empezaron los ataques de los rebeldes y los bombardeos del régimen. Tenía miedo por mis hijos. Así que decidimos marcharnos a casa de unos familiares de Al Qasar», explica Zaitar. «Ahora regresamos porque todo está tranquilo, bajo control del régimen sirio», indica la mujer. «Los rebeldes son unos vándalos, han saqueado nuestra casa y arrancado las puertas y ventanas», denuncia Zaitar.
«Queremos regresar a nuestra casa. Pero esperaremos a que vuelva la seguridad en toda la ciudad», exclama Yaber Ali Zaitar, otro libanés que huyó por los combates. Ali Zaitar, padre de 10 hijos, es dueño de un restaurante familiar y desde hace tres generaciones viven en el barrio del Cementerio, al sur de Qusair. «Siempre hubo seguridad y prosperidad en Siria. Los rebeldes han arruinado el país. Estamos muy contentos de que el régimen haya recuperado Qusair», indica el cabeza de familia. «Estoy en contra de la revolución, porque el levantamiento va en contra del interés del país», sentencia Ali Zaitar. «Esperamos que el régimen acabe pronto con los insurgentes y que la vida vuelva a ser como antes», anhela este libanés afincado en Siria.
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