Las Fuerzas de Seguridad tunecinas se ven incapaces de frenar a los terroristas
Día 02/05/2013 - 01.36h
La operación contra yihadistas armados emprendida junto a la frontera argelina se ha saldado con una decena de heridos entre los agentes
El monte Chaambi (1544 metros), en la provincia tunecina de Kasserine y a poco más de una decena de kilómetros de la frontera argelina, se ha convertido en una nueva china en el zapato de las autoridades del país magrebí. Las Fuerzas de Seguridad tunecinas han desplegado en la zona una operación antiterrorista, pero hasta el momento son ellos mismos los que se han llevado la peor parte.
Una decena de agentes han resultado heridos en apenas dos días, algunos gravemente amputados después de haber salido por los aires tras la explosión de minas antipersona.
Las calles de Kasserine han sido escenario en las últimas horas de protestas por parte de la población en defensa de las Fuerzas de Seguridad y para reclamar a las autoridades que estén mejor equipadas.
Los ministerios del Interior y Defensa no comentan cómo se están desarrollando los movimientos sobre el terreno y no hacen referencias concretas al tipo de enemigo al que están tratando de hacer frente, según informa la agencia France Presse. Todo apunta sin embargo a que los agentes van mal equipados y preparados para poder desarrollar con éxito su misión.
Escondites y armas
Bassem Haj Yahia, un agente que ha perdido una pierna en la operación declaró a la emisora privada Mosaique FM que están ante un enemigo bien preparado y armado. «Disponen de un pequeño pueblo donde tienen sus escondites, un campo de entrenamiento y sus equipos», dijo este miembro de la Guardia Nacional. Declaró además que disfrutan de la ayuda de la población local.
«Es necesario que haya fuerzas especializadas en la lucha contra el terrorismo en todos los terrenos, capaces de intervenir en las ciudades pero también en las montañas», se queja Sami Gnaoui, fundador del sindicato de la Guardia Nacional en declaraciones a France Presse. No parece que eso esté ocurriendo en el monte Chaambi, el pico más alto del país.
Con «simples policías» no se va a conseguir derrotar a un emenigo mejor preparado entiende Gnaoui al tiempo que pide expertos en desminado aunque sea formados en el extranjero.
Tras la primera revolución de la Primavera Árabe, Túnez vio cómo un partido islamista, Ennahda, encabeza el nuevo Gobierno. Para unos, esencialmente los salafistas, el país debe virar más hacia un califato, por eso no han dejado de ser en los últimos meses una amenaza constante en la calle. En febrero un conocido opositor de izquierdas fue asesinado en la puerta de su casa. Para otros, fundamentalmente los jóvenes y tunecinos de corte laico que empujaron la revolución, la presencia de los islamistas en el poder es visto como un fracaso y una pérdida de tiempo.
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