sábado, 16 de marzo de 2013

MY LAI UNA DE LAS PÁGINAS MAS NEGRAS DE LA HISTORIA MILITAR

My Lai: 45 años de la masacre que conmocionó a los Estados Unidos

Día 16/03/2013 - 11.33h
 

Soldados estadounidenses asesinaron a medio millar de vietnamitas, en su mayoría ancianos, mujeres y niños

 

Este sábado se cumplen 45 años de la masacre de My Lai, la aldea vietnamita en la que el 16 de marzo de 1968 una compañía del Ejército de los Estados Unidos asesinó a medio millar de lugareños. La mayoría eran ancianos, mujeres, niños... y bebés. Dos años después, el periodista estadounidense Seymour M. Hersh publicó el reportaje que descubrió a sus compatriotas aquellos acontecimientos: «My Lai 4: Informe sobre la matanza y sus secuelas». Aquella tragedia conmocionó a los norteamericanos y al resto del mundo, y marcó un antes y un después en el enjuiciamiento de los crímenes de guerra modernos.
En la guerra de Vietnam (1965-1975) murieron unos tres millones de personas, 58.022 de ellas estadounidenses. Fue la guerra del napalm incendiando la exuberante selva del país asiático y del agente naranja, el cancerígeno herbicida con el que los Estados Unidos pretendían defoliar los bosques en los que se refugiaba el comunista Viet Cong y que provocó cáncer y malformaciones a cientos de miles de vietnamitas. Fue también la guerra de las misiones de «búsqueda y destrucción», que buscaban prioritariamente la muerte del mayor número posible de civiles. Eran las ocho de la mañana cuando la Compañía Charlie entró en la aldea de My Lai en una de estas operaciones.
 
Se suponía que aquello iba a estar infestado de vietcongs, pero en My Lai no quedaba ninguno, todos habían huido. En la aldea no había nadie armado, pero esta circunstancia no impidió que prosiguiese la misión. La sección que lideraba el teniente William Calley sacó a los lugareños de sus chozas y los reunió en una explanada. Tal y como recoge Hersh en su informe, «los asesinatos empezaron sin aviso». El teniente ordenó que no quedase un solo vietnamita vivo, así es que uno de sus muchachos agarró a uno de los aldeanos, le clavó la bayoneta, lo lanzó a un pozo y después tiro una granada al interior. La masacre había comenzado.
 
My Lai: 45 años de la masacre que conmocionó a los Estados Unidos
haeberle
Los ametrallaron
 
Según afirmó después el soldado Harry Stanley al Departamento de Investigación Criminal (DIC) estadounidense, «algunas ancianas y algunos niños pequeños, entre quince y veinte, se agruparon alrededor de un templo donde se quemaba incienso. Se arrodillaban y lloraban y rezaban, y varios soldados […] pasaron a su lado y los ejecutaron disparándoles en la cabeza». Las mujeres protegían a sus hijos y gritaban en vano «no vietco, no vietco», mientras la Compañía Charlie avanzaba por la aldea asesinando a todos sus habitantes y los helicópteros artillados escupían balas sobre los que trataban de escapar. «Esa gente corría hacia nosotros, huyendo de nosotros, corría en todas direcciones. Era difícil distinguir una mama-san de un papa-san porque todos iban con pijamas negros», contó el soldado Charles West.
 
Los militares metían a los lugareños en las chozas, y cuando estas estaban llenas, lanzaban al interior granadas. Mataban al ganado, destruían las cosechas y quemaban las casas. El soldado Herbert Carter, que se disparó en el pie para salir de ese infierno, afirmó al DIC: «Los chicos disfrutaban. Cuando alguien ríe y bromea sobre lo que está haciendo, tiene que estar disfrutando». En un momento de aquella masacre el teniente Calley y su sección reunieron a un centenar de mujeres, ancianos, niños y bebés en una acequia, y los fueron matando uno a uno, para ahorrar munición.

Villanos y héroes

Con la matanza bastante avanzada el alférez Hugh Thompson, piloto de un helicóptero de reconocimiento, aterrizó en el lugar y, desconocedor de lo que estaba pasando en My Lai, empezó a señalar con humo los lugares donde encontraba algún vietnamita herido. Cada vez que localizaba a uno, un soldado bajo las órdenes del teniente Calley aparecía y sin mediar palabra vaciaba un cargador sobre el aldeano en cuestión. Cuando comprendió lo que allí estaba sucediendo, Thompson ordenó a sus chicos que disparasen contra cualquier uniformado que atacase a aquellos ancianos, mujeres y niños vietnamitas. El piloto protegió y evacuó en su helicóptero a aquellos inocentes, convirtiéndose así en héroe.
La publicación del reportaje de Hersh y las instantáneas de Ronald L. Haeberle, fotógrafo empotrado en la Compañía Charlie, dio a conocer aquella tragedia y conmocionó a la ciudadanía estadounidense y al resto del mundo. Se había asesinado a medio millar de inocentes «en nombre de la democracia». Tras un juicio que duró cuatro meses el teniente William Calley fue condenado a cadena perpetua, pero gracias a la intervención del presidente Nixon sólo cumplió tres años y medio de arresto domiciliario. No hubo más condenas.
 
En «¡Basta de mentiras!: El periodismo de investigación que está cambiando el mundo», el periodista John Pilger recoge las palabras que le dijo el general Winant Sidle, portavoz del Ejército estadounidense en Vietnam, al poco de terminar la contienda: «Gran parte de lo que hicimos no se consideraba digno de aparecer en las informaciones. Fíjese en eso de “daño colateral” […] y “búsqueda y destrucción” […] los reporteros y los militares sabían lo que estaban diciendo al usar estos términos […] Mire, la guerra es el infierno, y si un civil no quiere que le maten en la zona de combate más vale que se vaya».
 

 
A FONDO: LA MATANZA DE MY LAI
 
 
 
Lugar Son My, Bandera de Vietnam del Sur Vietnam del Sur
Blanco(s) Civiles vietnamitas
Fecha 16 de marzo de 1968
Tipo de ataque Asesinato masivo, crímenes de guerra
Muertos 347
Perpetrador(es) Seal of the US Department of the Army.svg Ejército de EEUU
 
La Matanza de My Lai (pronunciado mi lai) fue una conocida masacre de civiles que perpetró el Ejército de Estados Unidos durante la Guerra de Vietnam.
 
El 16 de marzo de 1968 las tropas de Estados Unidos lanzaron una operación en la región de Son My en la búsqueda de vietcongs. Al segundo teniente (equivalente a alférez) William Laws Calley y su sección le fue asignada la zona My Lai 4. Al llegar a la zona de aterrizaje los helicópteros dejaron a los soldados y se desplazaron a la posición de espera. A lo largo de cuatro horas, Calley y sus hombres violaron a las mujeres y las niñas, mataron el ganado y prendieron fuego a las casas hasta dejar el poblado arrasado por completo. Para terminar, reunieron a los supervivientes en una acequia.
Los pilotos y artilleros vieron cómo Calley disparó su arma contra ellos y ordenó a sus hombres que hicieran lo mismo hasta matar a todos los habitantes de la zona (es decir, ancianos, mujeres y niños). Por «defectos» en la investigación, no se sabe la cifra exacta de asesinados, pero se estima que debió estar entre 347 y 504.
Unos días después, el Ejército de Estados Unidos facilitó una información oficial, donde enumeraba unos 120 muertos, de los cuales 90 eran vietcong no civiles y 30 vietcong civiles. Pero en toda la operación se habían incautado sólo tres armas vietcong.
 
A la política de cualquier ejército de designar objetivos, planificar y cuantificar se suma, en el caso de Estados Unidos, su búsqueda casi constante de la eficiencia, marcada ésta por una serie de indicadores prefijados.
En una guerra como la de Vietnam, donde no existían frentes definidos ni posiciones que tomar, la cuantificación de bajas causadas al enemigo se fijó como el indicador de la eficiencia de oficiales y unidades. Pero, como es sabido en todos los campos donde se utilizan indicadores, muchas veces lo que se hacía no era buscar la manera de alcanzar el objetivo sino mejorar el indicador, es decir, conseguir la mayor cantidad de muertos posible dentro de ciertas normas (que muchas veces las fijaba la propia unidad). Así se han constatado muchos casos como el de My Lai, donde el número de combatientes muertos era desproporcionado respecto al número de armas incautadas; cosa que tardó bastante en llamar la atención del alto mando estadounidense.

 
No hubo cobertura de prensa de la masacre. En el ocultamiento de la información estuvo involucrado el coronel Colin Powell (quien dos décadas más tarde sería Secretario de Estado), hasta que el editor Seymour Hersh (en una pequeña editorial llamada Dispatch News Service) finalmente emitió la noticia el 13 de noviembre de 1969. Una semana más tarde el Cleveland Plain Dealer publicó fotos de un ex fotógrafo del ejército llamado Ronald L. Haeberle.

Aunque el teniente Cally fue juzgado y condenado por los actos de My Lai, sólo permaneció tres años bajo arresto domiciliario pues fue indultado por el presidente Richard Nixon.[3] Un acto de este tipo, que recordaba demasiado a los cometidos por los nazis en Oradur, daba la razón a los estadounidenses pacifistas, que sostenían que la guerra de Vietnam no era una guerra justa y que sus exigencias, lejos de ser reivindicaciones propias de hippies, se fundaban en actos reales y mucho más numerosos de lo que se declaraba oficialmente.

En el año 2006 el periódico Los Angeles Times publicó informes desclasificados del Ejército de Estados Unidos, según informó el periódico El Mundo el 8 de agosto de 2006, en los cuales se contabilizaban 178 no combatientes más asesinados entre 1965 y 1971. Estos actos fueron cometidos por soldados de todas las divisiones enviadas a ese país, lo que descarta que fueran hechos aislados. Finalmente sólo 23 personas fueron condenadas por los tribunales militares.

Años después, el comandante Tony Raimondo utilizó la matanza de My Lai como ejemplo para ilustrar los errores en los que se puede caer y cómo evitarlos en sucesivas actuaciones.



 

LA MASACRE



En la mañana del 16 de marzo de 1968, la Compañía C del 1º Batallón de la 20ª División de Infantería, y la Compañía B del 4º Batallón de la 3ª División de Infantería, enmarcadas en la “Task Force Barker” lanzaron un asalto aéreo de “búsqueda y destrucción” en el área de la aldea de Son My, al este del Distrito de Son Tinh, Vietnam del Sur. Tras despejar el área de aterrizaje con el fuego de los helicópteros artillados, ambas compañías se prepararon para descender y encaminarse a sus respectivos objetivos.

El objetivo de la Compañía C era eliminar a las tropas del 48º batallón del Vietcong, que según los servicios de inteligencia, tenían su base en una aldea denominada en clave como My Lai-4.
Tras descender de los helicópteros en el área designada y no encontrar resistencia, el capitán Ernest L. Medina ordenó un movimiento envolvente para tomar la aldea, la 2ª sección avanzaría desde el norte, mientras, la 1ª sección entraría en el poblado por el sur. Tras llegar a su destino sin encontrar rastro del enemigo, la 2ª sección empezó, sin motivo evidente, a abatir a los campesinos que se encontraba a su paso, arrasando la mitad norte del poblado, arrojando granadas dentro de las chozas y matando a los vietnamitas que salían de ellas. Las mujeres jóvenes fueron violadas para después ser asesinadas fríamente. Tras acabar con todo ser vivo, la 2ª sección se trasladó 30 minutos después al poblado de Bihn Tay, donde continuaron las violaciones y matanzas de civiles.

Mientras tanto, la 1ª sección, bajo las órdenes del teniente William L. Cassey emulando a sus compañeros de la 2ª sección, arrasó la zona sur de My Lai, disparando a todo lo que se movía y violando a las mujeres para después ejecutarlas sádicamente. Ni siquiera el ganado se salvó, los soldados norteamericanos acabaron con los animales y quemaron los cultivos y chozas.


 Todos los aldeanos que habían sobrevivido a los primeros ataques fueron reunidos en una acequia de regadío. Mientras se les mantenía allí dentro, el teniente Cassey empezó a interrogarles sobre las posiciones del Vietcong. Mientras el teniente interrogaba a un monje budista, un niño de unos 2 años de edad salio de la zanja de la acequia, el teniente lo arrojó dentro de la zanja y le mató de un disparo. Tras eso y cansado del interrogatorio ejecutó al monje y ordenó a un soldado que abatiera a los prisioneros con su ametralladora, el soldado se negó, y Cassey le apuntó con sus fusil M-16, amenazando con matarle por desobedecer sus ordenes. Tras eso todos los soldados desataron una lluvia de fuego sobre la acequia, matando a todos los que estaban dentro, las madres murieron intentando proteger los cuerpos de sus hijos.

El capitán Medina al escuchar el violento fuego, pensó que el enemigo estaba contraatacando y ordenó a la 3ª sección que avanzara hacia el poblado para reforzar al resto de secciones. La 3ª sección “termino el trabajo”, pese a que muchos soldados estaban horrorizados por las escenas del pueblo, remataron a los aldeanos malheridos y terminaron de quemar lo que aún no había ardido.
En total, murieron 347 personas, 100 de ellas en la acequia, todos los muertos eran aldeanos y sus familias: ancianos, mujeres y niños.

El capitán Medina informó que habían contado 90 cuerpos de Vietcong.

El oficial de prensa de la 11ª División anunció que se había dado muerte a 128 enemigos, se habían capturado valiosos prisioneros y se había incautado varias armas. Según el mismo informe, durante la acción, 20 civiles vietnamitas resultaron muertos a consecuencia de “quedar atrapados en el área de batalla”. Las fuerzas norteamericanas sufrieron 2 muertos y 10 heridos en acción, todos por la acción de trampas explosivas que el vietcong había dejado sembradas por la zona excepto un soldado que se hirió en la pierna al tratar de desencasquillar la pistola de un compañero.

Este informe constituía una mentira verdaderamente escandalosa, ya que contabilizaba a las mujeres y niños asesinados como “vietcong”, pero algo tan vergonzoso no podría ocultarse por mucho tiempo, la matanza no quedaría impune ni sería silenciada por el ejército, la fortuna quiso que dos periodistas se encontraran acompañando a la sección de Calley, el fotógrafo Ronald Haeberle y el periodista Jay Roberts. Ambos, fueron testigos directos de la matanza y sus relatos son estremecedores:

Testimonios:

“Minutos después de entrar a My Lai, un soldado apuñaló con su bayoneta a un granjero vietnamita de mediana edad, sin ninguna razón aparente. Luego, mientras la víctima estaba en el suelo jadeando para respirar, el soldado lo remató. Este mismo soldado agarró después a otro hombre que estaba siendo detenido, le disparó en la nuca, tiró su cuerpo en un pozo, y lanzó una granada M-26 dentro del mismo…



Un soldado encontró a una joven mujer con un niño de unos cuatro años de edad. La obligó a satisfacer sus deseos sexuales mientras apuntaba con su arma a la cabeza del niño, amenazando con matarlo. Otro soldado, que acababa de violar a una joven, la metió el cañón de su M16 en la vagina y apretó el gatillo. Un jefe de escuadra dijo a sus soldados que no le gustaba lo que estaban haciendo, pero que había que cumplir las órdenes. El escenario era un completo caos donde reinaba la confusión, por doquier había gente que corría y gritaba, algunos de los soldados temían ser víctimas de los disparos de sus enloquecidos compañeros.


Dos niños heridos, de una edad aproximada de cinco y ocho años, salieron corriendo y llorando de una choza en llamas, un soldado les disparó a los dos en el pecho y los hombros. Cuando se le preguntó por qué los había matado, el soldado respondió: “Porque ya estaban medio muertos”. ”
Tras entrar en la aldea con su grupo de mando y escolta, el Capitán Medina disparó dos veces a una mujer que caminaba por un arrozal, llevando una pequeña canasta de paja, hiriéndola gravemente. El Capitán Medina se acercó a la mujer herida, registró la canasta de paja y encontró dentro abastecimientos médicos, tras eso luego procedió a dispararle dos veces a la cabeza.

Cuando un sargento sudvietnamita que hacia de interprete preguntó al Capitán Medina por qué habían matado a tantos civiles, éste le respondió: “Sargento Minh, no pregunte nada, esas fueron las órdenes.”

Consecuencias.

Aparte de los testimonios de los periodistas, los pilotos de los helicópteros también dieron parte de las atrocidades que estaban presenciando. El centro de operaciones tácticas notificó al Teniente Coronel Barker (obviamente el jefe de la “Task Force Barker” dentro de la cual estaba encuadrada la compañía C) que varios pilotos habían reportado al comandante de su compañía que estaban matando a civiles inocentes.

Barker rápidamente dio órdenes para que se investigara el asunto y si era cierto que se cesará el fuego inmediatamente


Aparte de los estremecedores testimonios de periodistas y soldados, el fotógrafo tomó varias fotografías de los civiles masacrados y posteriormente surgieron varios soldados “arrepentidos” que contaron la verdad al mundo.

Como era de esperar, el ejercito intentó tapar el asunto lo mejor que pudo, y agarraron al teniente Calley de “cabeza de turco”, haciéndole responsable de toda la masacre de My Lai. El 16 de marzo de 1971 Calley fue juzgado por el asesinato de 22 civiles. Fue sentenciado a cadena perpetua y trabajos forzados. Más tarde la pena se redujo a 20 años y luego a 10 años. Finalmente, fue liberado el 19 de noviembre de 1974, después de tres años y medio de arresto domiciliario. Ningún oficial superior fue responsabilizado. Sin embargo, las dudas sobre si las órdenes para cometer la matanza vinieron desde arriba continúan hasta hoy en día. Según el Capitán Eugene Kotouc, oficial de inteligencia de la “Task Force Barker”, recuerda que Barker dijo que la aldea debía ser destruida. El Capitán Kotouc afirmó: “Barker quería que el área quedara limpia, la quería neutralizada, y quería que los edificios quedaran destruidos. Quería que las chozas fueran incendiadas, que los túneles fueran rellenados, y luego quería que el ganado y las gallinas se soltaran, se mataran o se destruyeran. Quería neutralizar el área.”

El testimonio del Sargento Hodges también apunta a que la matanza fue premeditada, como escarmiento para los poblados que apoyaban al vietcong: “Se nos explicó claramente que no debía haber prisioneros. La orden que nos dieron era la de matar a todos en la aldea. Porque todos los que estaban en ella eran del Vietcong. (…) Nos dijeron claramente que nadie en la aldea se debía salvar.”
El Sargento de 2ª Clase Bacon refrenda lo dicho por Hodges: “Debíamos matar a todos los miembros del Vietcong y a sus simpatizantes en la aldea”.

El Sargento Charles West también esta de acuerdo: “Era una misión de búsqueda y destrucción, debíamos acabar con todo.”



Según estos testimonios, el Capitán Medina les dijo a sus hombres: “Disparen a todo lo que se mueva”.

Sea como fuera, si fue un “error” de los jefes de sección, provocado por el “estrés de combate” como mantiene la versión oficial del ejercito o si fue una matanza predeterminada por el ejercito, “para dar ejemplo” y acabar con el apoyo de los campesinos al Vietcong, la verdad es que fue algo horrible que jamás se debería repetir.

En mi opinión, ejemplos como del de Mi Lai ha habido siempre en los conflictos bélicos y por desgracia siempre les habrá. Cuando los soldados son derrotados y tienen la moral baja, sus ansias de venganza y la fatiga de combate les hace cometer atrocidades. Además en las “Guerras de Guerrillas”, siempre las poblaciones rurales suelen apoyar a los guerrilleros y por eso siempre se busca acabar con esos apoyos de la forma que sea. Sin aldeas que les den suministros los guerrilleros no pueden pelear. Por eso, creo que en el caso de Mi Lai se buscaba abiertamente dar un ejemplo a las aldeas de la zona, meterles miedo para que dejaran de apoyar al Vietcong con suministros y voluntarios (el 90% de guerrilleros del Vietcong provenía de las zonas rurales).


No creo que el Teniente Coronel Barker diera la orden de matar civiles, pero sus órdenes sugieren que daba a sus hombres “carta blanca” para hacer lo que quisieran. En todo caso, el responsable directo, aparte del teniente Calley que tendría que haber pasado el resto de su vida en la cárcel, era el capitán Medina, ya fuera por acción o por omisión, él era el que estaba al mando y por tanto el responsable de lo que sus hombres hicieran.


Es deber de la población civil controlar a sus fuerzas armadas para que no salgan del marco de los Derechos Humanos, sobre todo debemos estar vigilantes hoy en día, con tantos conflictos abiertos.

© 2008 – Autor: Marco Antonio Martín García
Todos los derechos reservados.

http://senderosdelahistoria.wordpress.com


 
EL AUTOR
 
 
 
William Laws Calley, Jr. (Miami, Florida, Estados Unidos, 8 de junio de 1943) era un oficial del Ejército de los Estados Unidos que participó en la Guerra de Vietnam. Fue hallado culpable de ordenar la Matanza de My Lai el 16 de marzo de 1968.

Calley cursó su entrenamiento básico en Fort Benning, Georgia, así como un entrenamiento personalizado en Fort Lewis, Washington. Fue aceptado en la Officer Candidate School, comenzando un curso para oficial a mediados de marzo de 1967. Tras su graduación el 5 de septiembre de 1967, fue designado como Teniente Segundo de Infantería.

Calley fue asignado a la Compañía C, 1er Batallón, 20º Regimiento, 11ª Brigada de Infantería y pasó otro curso en Hawái antes del despacho de la brigada a Vietnam.

Los informes acerca de su desempeño publicados tras My Lai le describen como un soldado normal. Posteriormente, según la investigación avanzaba, su imagen empeoró. Varios miembros de su pelotón dijeron a los investigadores del Ejército que carecía de sentido común y que era incapaz de usar un mapa o una brújula. Calley fue acusado el 5 de septiembre de 1969, de seis cargos de asesinato premeditado, siendo hallado culpable.
 
 
ARCHIVO FOTOGRÁFICO Y COMPOSICIÓN
 
 

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