Día 14/03/2013 - 02.57h
Los dos años de revuelta contra Assad duplican los precios en los mercados de la capital siria donde hay que recurrir al mercado negro para adquirir ciertos productos
Es cada vez más complicado encontrar gas en Damasco y el mercado negro ha florecido para hacerse con una de las preciadas bombonas de color azul. Los vecinos pueden optar por esperar días en una cola para obtener la bombona al precio de oficial de 450 libras (3,6 euros, según el cambio no oficial que está en 124 libras por euro) o pagar 2.000 libras (16 euros), casi siete veces más que antes del estallido de la revuelta contra Al Assad, y hacerse con una de forma ilegal. La tercera opción es contactar con los taxistas que cubren diariamente la ruta con Beirut y pedirles que les traigan gas desde Líbano.
En este caso el precio ronda también las 2.000 libras, pero «las bombonas llegan cargadas con los 14 kilos de rigor, no con los 9 que se cargan ahora en Siria para ahorrar, así que no es una mala opción para quien tenga dinero», señala un vecino de Baramke, en el centro de la capital, que ha optado por esta fórmula para no tener que ir hasta Zablatani, lugar donde está el punto de distribución de gas en la capital y que se sitúa a las puertas de Jobar, barrio en el que se libran intensos combates.
La violencia en las afueras ha concentrado toda la actividad comercial en las zonas aún bajo control de las fuerzas de seguridad en el centro. El Gobierno sigue pagando los sueldos puntualmente a los funcionarios de todo el país, también en las zonas fuera de su control, «pero ya no llegas a fin de mes y eso que a comienzos de la crisis aumentaron los sueldos. Los precios de muchos productos se han triplicado y ya hay algunas cosas que cuesta encontrar en las tiendas como la leche en polvo, aunque en general los mercados siguen bien surtidos», lamenta un trabajador de la administración preocupado por el deterioro progresivo de la situación.
Las autoridades mantienen el subsidio sobre el pan y la gasolina, aunque esta semana ha decidido subir el precio del combustible de 55 a 65 libras el litro (unos 52 céntimos de euro). Otras subidas de precios significativas –la libra ha perdido un 50 por ciento de su valor respecto al dólar y euro desde 2011- son las del diesel (de 20 libras a 36 por litro, unos 29 céntimos de euro), el café (de 250 a 500 libras por kilo, 4 euros al cambio) o el transporte público, cada vez más escaso por la falta de diesel y cuyos billetes ahora cuestan el doble. Un trayecto de unos 15 kilómetros que antes costaba 15 libras (12 céntimos de euro), está ahora en justo el doble.
Mejor que en el exilio
«Pese a todo sigue siendo mucho más barato que vivir en Líbano o Jordania por eso mejor en Siria con peligro, que en la miseria o en un campo de refugiados en el extranjero», opina un empresario del chocolate cuya fábrica fue atacada hace meses y lo ha perdido todo. Ahora intenta rehacer el negocio a pequeña escala en su tienda de Damasco. Las zonas industriales se encontraban en la periferia que se ha convertido en la línea del frente y sólo está activo el polo industrial del Adra.
Siria ha pasado de ser un país autosuficiente a tener que importar gran parte de los bienes de consumo porque la guerra ha arrasado el tejido industrial. La situación se agravó de forma seria a partir del verano cuando estallaron los combates en Alepo, centro comercial del país y sede de la industria más importante. En enero el embajador de Siria ante la ONU, Bashar Jafari, acusó a Turquía de «terrorismo económico» tras el robo de «casi 1.500 unidades de equipamiento industrial y farmacéutico en Alepo» que, según el diplomático, fueron desmontadas y transportadas a suelo turco.
A las dificultades por la situación de seguridad hay que sumar los efectos del bloqueo internacional que afectan a sectores clave como el del petróleo. Siria producía 385.000 barriles diarios en 2010, destinados casi en su totalidad a los países de la Unión Europea que, como en el caso de Irán, han cancelado todas sus compras. Otro de los sectores afectado es el farmacéutico y las autoridades sirias trabajan en acuerdos con países como Rusia, China, Irán, Cuba y Corea del Norte para importar equipos médicos, fármacos y otros accesorios relativos a los servicios médicos.
Sin turismo
La revuelta espantó también a los casi ocho millones de turistas que visitaron el país en 2010. Los hoteles han cambiado a los extranjeros por los desplazados internos (2 millones según la ONU) y las tiendas de recuerdos y antigüedades de la Ciudad Vieja han guardado sus tesoros a buen recaudo para evitar saqueos en caso de que la violencia llegue a las callejuelas del corazón del capital. «Nadie sabe lo que puede pasar mañana, así que lo mejor es tomar medidas», confiesa un veterano comerciante con un negocio de joyas frente a la mezquita de los Omeyas. Abren una media de seis horas al día «por el simple hecho de hacer acto de presencia, pero no tenemos una sola libra de ingreso desde hace dos años», lamenta.
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