El enviado especial de las Naciones Unidas a Siria, Lakhdar Brahimi, en Damasco
El enviado especial de las Naciones Unidas a Siria, Lakhdar Brahimi, en Damasco Efe

El enviado especial de la ONU y de la Liga Árabe para Siria, Lajdar Brahimi, prometió hoy en Damasco a los líderes de la oposición interna que seguirá trabajando para lograr un consenso entre las partes internacionales implicadas en el conflicto.

El presidente del principal grupo opositor dentro del país, el Consejo de Coordinación Nacional, Hasan Abdelazim, dijo a Efe por teléfono que se han quedado "más tranquilos" tras salir de la reunión con Brahimi.

"La crisis es muy complicada porque la solución no está solo en manos de los sirios, hay mucha partes involucradas y es un asunto internacional", apuntó Abdelazim.

En ese sentido, el mediador comunicó a los opositores que tan pronto como regrese a Ginebra continuará con sus esfuerzos tanto con los rusos como con los estadounidenses.

Según fuentes diplomáticas consultadas por Efe, la visita de Brahimi tiene como objetivo presentar al presidente Bachar al Asad, con el que se entrevistó ayer, una serie de propuestas acordadas por EEUU y Rusia en una reunión en la ciudad suiza la semana pasada, que busca la formación de un gobierno de transición.

Estas propuestas incluyen la formación de un ejecutivo transitorio compuesto por ministros que no pertenezcan ni a la confesión alauí, que profesa el presidente, ni a los suníes radicales.

Asimismo, estipula que Al Asad continúe en el poder hasta la segunda mitad del 2013 pero sin que tenga derecho a presentarse a las próximas elecciones presidenciales, previstas para el 2014.

Durante el encuentro de hoy, los opositores agradecieron a Brahimi sus "esfuerzos mediadores con ministros de Exteriores de otros países para hallar una solución a la crisis y una transición pacífica del poder", subrayó Abdelazim, que no quiso hacer comentarios sobre las iniciativas de EEUU y Rusia.
En esa cita, que duró una hora, estuvieron presentes cuatro miembros del CCN, incluido el propio Abdelazim, y dos de la Conferencia para la Salvación de Siria.

Brahimi les pidió que le pusieran al día de lo que ha ocurrido en Siria desde la última reunión que mantuvieron hace casi dos meses.

"Le explicamos que la situación va de mal en peor y que la violencia ha aumentado tanto por parte de las fuerzas del régimen como de la oposición armada", señaló Abdelazim, que destacó que ha subido el número de muertos y heridos, y que hay ciudades enteras destruidas.

Por otro lado, Brahimi les informó de los esfuerzos que desarrolla y de sus reuniones con responsables árabes e internacionales, además del contenido de su encuentro ayer con Bachar al Asad.

"Sentimos que (Brahimi) insiste en su trabajo y ha negado que esté pensando en dimitir. Él es consciente del sufrimiento del pueblo sirio, pero no se desespera porque continuará con sus esfuerzos, aunque haya avanzado hasta ahora muy lentamente y no pueda anunciar resultados", resaltó Abdelazim.
El opositor reveló que Brahimi tiene intención de permanecer en Siria hasta el próximo domingo para seguir con sus contactos. 



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“El régimen ha armado a cristianos”

La ONU alerta del riesgo de que la revuelta derive en guerra sectaria


Manifestación anti-Asad celebrada el 21 de diciembre en las calles de Alepo. / VIRGINIE NGUYEN HOANG (AP)

“¡Uno, uno, uno, el pueblo sirio es uno!”, repiten cientos de gargantas al unísono cada viernes en las manifestaciones de Bustan Al Qaser, barrio del suroeste de Alepo. “En Siria nunca hubo problemas entre las diferentes confesiones religiosas, siempre vivimos en paz respetándonos los unos a los otros; el régimen ha comenzado una guerra sucia para tratar de que nos enfrentemos infundiendo miedo”, afirma Marcel, una de las pocas cristianas (solo el 10% de los sirios profesa esa religión) que se deja ver en las marchas contra el régimen de Bachar el Asad.

“Muchos cristianos”, afirma Marcel, junto a sus amigos George y Alexander —piden que se mantenga su verdadera identidad en el anonimato—, “tienen miedo a unirse a la revolución por culpa de los salafistas del Ejército Libre de Siria (ELS). Se producen agresiones, secuestros… Están matado el espíritu de la revolución”, se lamenta esta joven, con la cabeza descubierta y una cruz en el cuello. “Son combatientes venidos del exterior, no son sirios”, continúa. “Tenemos amigos musulmanes, son una gente increíble, pero hemos tenido problemas con los salafistas, nos han intentado agredir”.

La ONU ha alertado en su último informe sobre Siria del riesgo creciente de que la guerra que los rebeldes, de la mayoría suní, declararon a las fuerzas de El Asad, pertenecientes a la minoría alauí, acabe derivando en una batalla sin cuartel entre diferentes religiones. Este sábado, precisamente, hombres del ELS, según France Presse, amenazaron con atacar las localidades cristianas de Mharda y Al Sqilbiya, ambas en Hama, si sus habitantes no accedían a expulsar a los fieles a El Asad.

“Al principio, los cristianos no queríamos apoyar la revolución”, relata George, “porque teníamos miedo a que Siria acabase como Irak o Libia, con los extremistas en el poder”. “Pero poco a poco nos hemos ido uniendo”, afirma este joven. “Suníes, chiíes, cristianos”, añade Alexander, “da igual la religión, queremos libertad”.

"Tenemos amigos musulmanes, son una gente increíble, pero hemos tenido problemas con los salafistas"

Marcel, siria cristiana

Marcel, George y Alexander son la excepción entre la comunidad cristiana de Alepo (alrededor de 100.000 personas). La mayoría de ellos permanecen hacinados en sus barrios protegidos por el régimen y tratando de salir lo menos posible. “El Ejército ha colocado sus bases en los barrios cristianos para usarnos como escudos humanos; el ELS bombardea sus posiciones, pero no todos los obuses aciertan en los objetivos. Ha habido varios muertos y heridos entre la comunidad cristiana”, cuenta Alexander, de 22 años y estudiante de ingeniería.

En los barrios cristianos de Sulemania y Azizia, el Ejército ha comenzado a armar a los ciudadanos para que se puedan defender de los rebeldes. “La mayoría de los cristianos rechazamos las armas, creo que unas 200 personas sí que se han armado, y los armenios las han aceptado”, comenta George, de 21 años y estudiante de Medicina. En la ciudad de Alepo hay alrededor de 60.000 armenios ubicados en el distrito de Al Midan. La mayoría huyeron de Turquía tras el genocidio de 1915. “El régimen les ha armado diciéndoles que iban a ser masacrados como hace cien años. Muchos son de clase baja, no tienen estudios y no tienen futuro. No tenían nada que perder, y ahora luchan contra los rebeldes”, señala este joven.

"Si la violencia sectaria invade todo el país, esto dejaría de ser una revolución para convertirse en una guerra civil"

George, sirio cristiano

“Hay secuestros de cristianos y suníes”, interrumpe Marcel, “y al cabo de varios días sus cadáveres aparecen con las manos atadas y con signos de haber sido torturados. Los shabiha [matones del régimen] están haciendo un gran trabajo creando odio entre nosotros”

El 99% del ELS está formado por suníes. “El ELS no es un ejército”, explica Alexander, “es un movimiento ciudadano que ha cogido las armas. Pero el inmovilismo de Occidente y la represión del régimen hace que cada día haya más radicales en Siria”, se lamenta.

El miedo a que Siria se convierta en el nuevo Irak y los atentados suicidas sean algo habitual es lo que más atemoriza a la población civil. “No me gustaría que la violencia sectaria invadiese todo el país porque entonces esto dejaría de ser una revolución para convertirse en una guerra civil y ese no era el objetivo que teníamos”, afirma George. “La mayoría de los sirios queremos la paz, pero los que tienen las armas no quieren eso”, prosigue este futuro doctor. “Nuestra mayor preocupación es que los países del Golfo den dinero para que los salafistas y los radicales islámicos con vínculos con Al Qaeda se hagan con el poder y así poder cumplir su particular agenda”, apunta Alexander.

Media docena de proyectiles impactan muy cerca de la manifestación. La gente corre asustada tratando de ponerse a salvo. Los jóvenes cristianos se despiden y se despojan de las banderas revolucionarias. “Vivimos en zonas no liberadas, si las portamos tendríamos problemas”.