Once años después, Nueva York sigue sin museo que conmemore el 11-S
Disputas de poder entre el alcalde de la ciudad y el Gobernador hacen que 11 años después el proyecto siga paralizado
Yolanda Monge Washington10 SEP 2012 - 22:25 CET
Once años después de los atentados del 11 de septiembre que se cumplen mañana martes, la ciudad de Nueva York sigue sin un museo que conmemore a las víctimas de los atentados que produjeron cerca de 3.000 muertos. El museo existe, la gente se acerca hasta su localización en la Zona Cero, pero encuentra las puertas cerradas. La razón por la que las obras no acaban de concluirse se encuentra en disputas de poder entre el alcalde, Michael Bloomberg, y el Gobernador, Andrew Cuomo.
Desavenencias sobre qué departamentos —de la oficina del Gobernador o de la del alcalde— deben de pagar qué costos han hecho que no solo el museo no vea sus puertas abiertas mañana martes sino que puede que tampoco el año que viene. Según informaciones ofrecidas por el diario The New York Times, todo apunta a que antes se concluirá el total del proyecto de la renovación de la Zona Cero, llamada 1 World Trade Center, previsto para el año 2014. Ni siquiera la cercanía al 11 aniversario de los atentados ha hecho que las partes implicadas aprieten el acelerador para ofrecer el museo a los ciudadanos y visitantes.
Además, al conflicto entre el Gobernador y el Alcalde hay que sumarle una tercera parte en discordia, el Gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, ya que este último controla junto al Gobernador Cuomo la entidad portuaria conocida como Port Authority (la firma de Christie se hace necesaria para cualquier decisión que afecte a esa zona).
Cuomo y Christie controlan Port Authority —que posee el terreno donde se levanta el World Trade Center— y Bloomberg es el presidente de la Fundación del 11-S, que controla el monumento del 11-S y el futuro museo y da el visto bueno a los actos que rodean esta fecha.
El presupuesto para el museo estaba cifrado en 1.000 millones de dólares, pero fuentes de la oficina del Gobernador Cuomo lo sitúan ya en más de 1.300. Bloomberg está personalmente implicado en el proyecto, ya que ha donado 15 millones de su propio bolsillo al proyecto, pero el hecho de que la fecha límite para dejar la alcaldía se sitúe en 2013 puede suponer que nunca lo vea cumplido.
El año pasado coincidiendo con el décimo aniversario de los ataques de Al Qaeda contra las Torres Gemelas de Nueva York, se inauguró un monumento conmemorativo a las víctimas que hasta el día de hoy ha sido visitado por más de cuatro millones y medio de personas.
Desavenencias sobre qué departamentos —de la oficina del Gobernador o de la del alcalde— deben de pagar qué costos han hecho que no solo el museo no vea sus puertas abiertas mañana martes sino que puede que tampoco el año que viene. Según informaciones ofrecidas por el diario The New York Times, todo apunta a que antes se concluirá el total del proyecto de la renovación de la Zona Cero, llamada 1 World Trade Center, previsto para el año 2014. Ni siquiera la cercanía al 11 aniversario de los atentados ha hecho que las partes implicadas aprieten el acelerador para ofrecer el museo a los ciudadanos y visitantes.
El museo existe, la gente se acerca hasta su localización en la Zona Cero pero encuentra las puertas cerradas.
Cuomo y Christie controlan Port Authority —que posee el terreno donde se levanta el World Trade Center— y Bloomberg es el presidente de la Fundación del 11-S, que controla el monumento del 11-S y el futuro museo y da el visto bueno a los actos que rodean esta fecha.
El presupuesto para el museo estaba cifrado en 1.000 millones de dólares, pero fuentes de la oficina del Gobernador Cuomo lo sitúan ya en más de 1.300. Bloomberg está personalmente implicado en el proyecto, ya que ha donado 15 millones de su propio bolsillo al proyecto, pero el hecho de que la fecha límite para dejar la alcaldía se sitúe en 2013 puede suponer que nunca lo vea cumplido.
El año pasado coincidiendo con el décimo aniversario de los ataques de Al Qaeda contra las Torres Gemelas de Nueva York, se inauguró un monumento conmemorativo a las víctimas que hasta el día de hoy ha sido visitado por más de cuatro millones y medio de personas.
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Panetta asegura que la lucha contra el grupo Al Qaeda aún no ha terminado
El secretario de Defensa de EE UU visita el lugar donde se estrelló el vuelo 93 de United
David Alandete Washington11 SEP 2012 - 03:52
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Leon Panetta, visitó ayer el lugar de Pensilvania en que en 2001 se estrelló el vuelo United 93, secuestrado por cuatro terroristas de Al Qaeda y que se dirigía al Capitolio norteamericano. “Este es el lugar final de descanso de los verdaderos patriotas norteamericanos”, dijo Panetta, en el inicio oficial de las conmemoraciones del undécimo aniversario de los ataques terroristas contra Washington y Nueva York. El jefe del Pentágono recordó que la operación militar contra Al Qaeda, abierta después de aquellos ataques, aún sigue abierta, y amplió el alcance de la llamada guerra contra el terrorismo al continente africano y a la península Arábiga.
“Los 40 pasajeros y la tripulación de este vuelo respondieron con abnegación, determinación y un tremendo coraje. Y pagando el precio de sus propias vidas, tomaron la decisión de contraatacar, y al hacerlo, pudieron evitar, de forma exitosa, un ataque contra el Capitolio de EE UU”, dijo Panetta en el acto de homenaje. “Se ha hecho justicia contra Osama Bin Laden. Hemos diezmado a los líderes de Al Qaeda. Hemos reducido enormemente su capacidad de perpetrar un ataque similar al del 11-S. Y aunque Al Qaeda aún es una amenaza, le hemos efectuado notables daños a su red. Nuestras tropas aún están luchando para denegarle a Al Qaeda el refugio de sus aliados extremistas en Afganistán. Y seguimos luchando contra ellos en Yemen, Somalia y el Norte de África”.
La primera fase del monumento permanente a las 40 víctimas -entre pasajeros y tripulantes del avión- se inauguró el 10 de septiembre del año pasado, justo en la víspera del décimo aniversario de los atentados. El recinto aún está por acabar, sin embargo. El Gobierno está ultimando el diseño de una segunda fase -un centro de visitantes y una zona ajardinada- que podría estar finalizada de aquí a 2014. La tercera fase contempla la construcción de una torre inclinada con 40 carrillones, uno por cada víctima. El coste total del monumento se estima en hasta 76 millones de dólares.
El vuelo United 93 partió del aeropuerto de Newark, en Nueva Jersey, y se dirigía inicialmente a San Francisco, en California. Los terroristas lo desviaron en dirección sureste, y, según las investigaciones gubernamentales, los pasajeros se rebelaron y forzaron que se estrellara en la localidad de Shanksville, en Pensilvania. La comisión oficial de investigación de los atentados concluyó que los terroristas decidieron estrellar el avión dada la cercanía de los pasajeros amotinados a la cabina de mando. Según diversas investigaciones, los operativos de Al Qaeda buscaban estrellar el avión contra el Capitolio, después de que otros tres impactaran contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono, en Virginia.
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Después de que Al Qaeda decidiera atacar EE UU con aviones comerciales, sólo una cosa funcionó en la defensa del país. Según la comisión de investigación sobre el 11-S, no fue el FBI, la CIA, el control aéreo o las Fuerzas Armadas. No fue el Consejo Nacional de Seguridad ni el Departamento de Defensa. Ni el Departamento de Estado ni el control de fronteras. Ni el Congreso ni la Casa Blanca.
Sólo un pequeño grupo de civiles, que ni siquiera se conocían entre sí y que no habían celebrado reuniones, ni recibido reglamentos, uniformes o fuerza de choque, lograron, comunicando por teléfonos móviles con sus familiares que veían la televisión, entender a tiempo qué estaba pasando y evitar otro ataque contra Washington. Algunos valientes pasajeros del vuelo United Airlines 93 forzaron a los secuestradores a estrellar el avión en un campo de Pensilvania, lejos de su objetivo. El informe revela lo que pasó esa mañana.
A las 8.42 del 11 de septiembre, el vuelo United 93 despegó de Newark (Nueva Jersey) con destino a San Francisco. El avión salía con más de 25 minutos de retraso con 37 pasajeros a bordo, incluidos los cuatro terroristas, y siete miembros de la tripulación. Cuando despegaron, no sabían que otros aparatos habían sido secuestrados. A las 9.03, un avión se estrellaba contra una de las Torres Gemelas, y casi a la misma hora, el centro de control de Boston se daba cuenta de que en un mensaje emitido por el vuelo American Airlines 11 a las 8.25, uno de los secuestradores decía "Tenemos unos aviones".
A las 9.23, el vuelo 93 recibió el siguiente mensaje: "Tened cuidado con una posible intromisión en la cabina; dos aviones se estrellaron contra el World Trade Center". A las 9.26, el piloto, Jason Dahl, contestaba: "Por favor, confirmad el último mensaje".
Los terroristas atacaron a las 9.28. Cuando volaba a una altura de 10.000 metros sobre el este de Ohio, el vuelo 93 bajó de repente unos 250 metros. Después de 11 segundos, el centro de control aéreo de Cleveland recibió el primero de dos mensajes del avión. Se oía al comandante o a su asistente diciendo "mayday" entre sonidos de lucha en la cabina. En la segunda transmisión de radio, 35 segundos más tarde, la misma voz gritaba: "¡Eh, sal de aquí... sal de aquí... sal de aquí!".
A las 9.32, uno de los terroristas, probablemente Ziah Jarrah, se dirigió a los pasajeros: "Señores y señoras, habla el comandante; por favor permanezcan sentados; tenemos una bomba a bordo; siéntense". Las grabaciones de voces de la cabina indican que una mujer, seguramente miembro de la tripulación, estaba detenida. Luchó contra uno de los secuestradores que la mató o la silenció. Los terroristas obligaron a todos a colocarse en la parte trasera del avión. Poco después, los pasajeros y miembros de la tripulación empezaron a llamar con sus móviles a sus familiares y amigos. Las llamadas siguieron hasta el fin del vuelo y proporcionaron informes de primera mano a los que estaban en tierra e información crítica a los que estaban a bordo.
Cinco llamadas describen el intento de los viajeros de rebelarse contra los terroristas. Votaron para decidir si había que atacar a los terroristas para recuperar el avión. La revuelta de los pasajeros empezó a las 9.57. Uno de ellos acabó su mensaje diciendo: "Todo el mundo va a primera clase; tengo que ir; adiós". En la grabación de voces se puede oír el asalto de los pasajeros a la cabina. Jarrah empezó a girar el aparato a la derecha y a la izquierda. Se pueden oír ruidos sordos de golpes, gritos y platos y vasos rotos. Después de cinco segundos, Jarrah pregunta: "¿Ya está? ¿Acabamos?". Otro terrorista contesta: "No, todavía no; Cuando vengan todos acabamos".
A las 10.00, un pasajero grita: "Hacia la cabina; si no lo hacemos nos morimos". 16 segundos después otro viajero grita: "¡Túmbalo!". A las 10.01, Jarrah abandona sus violentas maniobras y dice: "Alá es el más grande". El avión empezó entonces a bajar. "Alá es el más grande". Con el sonido continuo del asalto de los pasajeros, el aparato 757 fue a estrellarse en un campo vacío de Shanksville, Pensilvania, a unos 20 minutos de vuelo de Washington, su objetivo inicial.
“Los 40 pasajeros y la tripulación de este vuelo respondieron con abnegación, determinación y un tremendo coraje. Y pagando el precio de sus propias vidas, tomaron la decisión de contraatacar, y al hacerlo, pudieron evitar, de forma exitosa, un ataque contra el Capitolio de EE UU”, dijo Panetta en el acto de homenaje. “Se ha hecho justicia contra Osama Bin Laden. Hemos diezmado a los líderes de Al Qaeda. Hemos reducido enormemente su capacidad de perpetrar un ataque similar al del 11-S. Y aunque Al Qaeda aún es una amenaza, le hemos efectuado notables daños a su red. Nuestras tropas aún están luchando para denegarle a Al Qaeda el refugio de sus aliados extremistas en Afganistán. Y seguimos luchando contra ellos en Yemen, Somalia y el Norte de África”.
La primera fase del monumento permanente a las 40 víctimas -entre pasajeros y tripulantes del avión- se inauguró el 10 de septiembre del año pasado, justo en la víspera del décimo aniversario de los atentados. El recinto aún está por acabar, sin embargo. El Gobierno está ultimando el diseño de una segunda fase -un centro de visitantes y una zona ajardinada- que podría estar finalizada de aquí a 2014. La tercera fase contempla la construcción de una torre inclinada con 40 carrillones, uno por cada víctima. El coste total del monumento se estima en hasta 76 millones de dólares.
El vuelo United 93 partió del aeropuerto de Newark, en Nueva Jersey, y se dirigía inicialmente a San Francisco, en California. Los terroristas lo desviaron en dirección sureste, y, según las investigaciones gubernamentales, los pasajeros se rebelaron y forzaron que se estrellara en la localidad de Shanksville, en Pensilvania. La comisión oficial de investigación de los atentados concluyó que los terroristas decidieron estrellar el avión dada la cercanía de los pasajeros amotinados a la cabina de mando. Según diversas investigaciones, los operativos de Al Qaeda buscaban estrellar el avión contra el Capitolio, después de que otros tres impactaran contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono, en Virginia.
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Los héroes del vuelo 93
Algo funcionó en el 11-S: los pasajeros que se rebelaron contra los terroristas
Después de que Al Qaeda decidiera atacar EE UU con aviones comerciales, sólo una cosa funcionó en la defensa del país. Según la comisión de investigación sobre el 11-S, no fue el FBI, la CIA, el control aéreo o las Fuerzas Armadas. No fue el Consejo Nacional de Seguridad ni el Departamento de Defensa. Ni el Departamento de Estado ni el control de fronteras. Ni el Congreso ni la Casa Blanca.
Sólo un pequeño grupo de civiles, que ni siquiera se conocían entre sí y que no habían celebrado reuniones, ni recibido reglamentos, uniformes o fuerza de choque, lograron, comunicando por teléfonos móviles con sus familiares que veían la televisión, entender a tiempo qué estaba pasando y evitar otro ataque contra Washington. Algunos valientes pasajeros del vuelo United Airlines 93 forzaron a los secuestradores a estrellar el avión en un campo de Pensilvania, lejos de su objetivo. El informe revela lo que pasó esa mañana.
A las 8.42 del 11 de septiembre, el vuelo United 93 despegó de Newark (Nueva Jersey) con destino a San Francisco. El avión salía con más de 25 minutos de retraso con 37 pasajeros a bordo, incluidos los cuatro terroristas, y siete miembros de la tripulación. Cuando despegaron, no sabían que otros aparatos habían sido secuestrados. A las 9.03, un avión se estrellaba contra una de las Torres Gemelas, y casi a la misma hora, el centro de control de Boston se daba cuenta de que en un mensaje emitido por el vuelo American Airlines 11 a las 8.25, uno de los secuestradores decía "Tenemos unos aviones".
A las 9.23, el vuelo 93 recibió el siguiente mensaje: "Tened cuidado con una posible intromisión en la cabina; dos aviones se estrellaron contra el World Trade Center". A las 9.26, el piloto, Jason Dahl, contestaba: "Por favor, confirmad el último mensaje".
Los terroristas atacaron a las 9.28. Cuando volaba a una altura de 10.000 metros sobre el este de Ohio, el vuelo 93 bajó de repente unos 250 metros. Después de 11 segundos, el centro de control aéreo de Cleveland recibió el primero de dos mensajes del avión. Se oía al comandante o a su asistente diciendo "mayday" entre sonidos de lucha en la cabina. En la segunda transmisión de radio, 35 segundos más tarde, la misma voz gritaba: "¡Eh, sal de aquí... sal de aquí... sal de aquí!".
A las 9.32, uno de los terroristas, probablemente Ziah Jarrah, se dirigió a los pasajeros: "Señores y señoras, habla el comandante; por favor permanezcan sentados; tenemos una bomba a bordo; siéntense". Las grabaciones de voces de la cabina indican que una mujer, seguramente miembro de la tripulación, estaba detenida. Luchó contra uno de los secuestradores que la mató o la silenció. Los terroristas obligaron a todos a colocarse en la parte trasera del avión. Poco después, los pasajeros y miembros de la tripulación empezaron a llamar con sus móviles a sus familiares y amigos. Las llamadas siguieron hasta el fin del vuelo y proporcionaron informes de primera mano a los que estaban en tierra e información crítica a los que estaban a bordo.
Cinco llamadas describen el intento de los viajeros de rebelarse contra los terroristas. Votaron para decidir si había que atacar a los terroristas para recuperar el avión. La revuelta de los pasajeros empezó a las 9.57. Uno de ellos acabó su mensaje diciendo: "Todo el mundo va a primera clase; tengo que ir; adiós". En la grabación de voces se puede oír el asalto de los pasajeros a la cabina. Jarrah empezó a girar el aparato a la derecha y a la izquierda. Se pueden oír ruidos sordos de golpes, gritos y platos y vasos rotos. Después de cinco segundos, Jarrah pregunta: "¿Ya está? ¿Acabamos?". Otro terrorista contesta: "No, todavía no; Cuando vengan todos acabamos".
A las 10.00, un pasajero grita: "Hacia la cabina; si no lo hacemos nos morimos". 16 segundos después otro viajero grita: "¡Túmbalo!". A las 10.01, Jarrah abandona sus violentas maniobras y dice: "Alá es el más grande". El avión empezó entonces a bajar. "Alá es el más grande". Con el sonido continuo del asalto de los pasajeros, el aparato 757 fue a estrellarse en un campo vacío de Shanksville, Pensilvania, a unos 20 minutos de vuelo de Washington, su objetivo inicial.
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