Es el día de la inauguración del monumento conmemorativo del VIII Centenario de la Batalla, del desfile militar a cargo de la Compañía de Honores y de la Banda de Guerra de la Brigada de Infantería Guzmán El Bueno X en la plaza de la Cruz de Las Navas de Tolosa, y del izado de bandera en el monumento a la Batalla de Navas de Tolosa del Paseo de la Virgen (monumento del Pastor), con desfile de la compañía de honores de la Brigada de Infantería Guzmán el Bueno X por las calles de La Carolina.
En un acto institucional se entregan las llaves de la ciudad y las medallas de honor de Las Navas de Tolosa conmemorativas del VIII Centenario de la Batalla. Los actos concluyen con una jura de bandera civil y un homenaje a los caídos en la Plaza del Ayuntamiento de La Carolina.
Por un momento, los cristianos olvidaron sus disensiones de linaje, sus
peleas territoriales y tuvieron un objetivo común y por fin vencieron a los
musulmanes.
El 16 de julio de 1212, la coalición
cristiana formada por unos 70.000
soldados , encabezada por Castilla, derrotó a los
120.000 musulmanes del imperio almohades en el norte de la
provincia de Jaén, junto a Despeñaperros. Aquella victoria marcó el declive
musulmán e inicio de la fase final de la Reconquista.
La guerra nos acerca a la gloria tanto como la tragedia; sobre el campo de
batalla , miles de cuerpos sembraban y teñían de sangre los campos de las Navas
de Tolosa.
Es la tarde del 16 de julio de 1212, Alfonso VIII junto al Arzobispo de Toledo, don Rodrigo Jiménez de
Rada , recorren impávidos el campo del horror, la batalla había apenas
durado unas horas y todo era ya desolación y muerte.
En efecto la Batalla de las Navas de Tolosa
fue la
hecatombe para el imperio Almohade en la Península Ibérica. Con esta
histórica victoria de la alianza cristiana se había iniciado el declive del
dominio musulmán de España. La Batalla de las Navas de Tolosa, fue sin duda,
la batalla más importante de la Reconquista.
Ficha de la Batalla de las Navas de Tolosa
Antecedentes Históricos de la Batalla de Las Navas de Tolosa
Los Musulmanes Invaden España
Los musulmanes, las tropas de Alá, mantuvieron 780 años de presencia activa
en nuestra Península Ibérica. Primero llegaron los
Omeya de
Damasco y se creó el Emirato dependiente de Damasco. Era el año 711, pero
en el 756, la tremenda masacre producida por los Omeyas sobre los
Abasidas de Bagdad, provocó que el Príncipe de los
errantes, el gran
Abderramán I llegara al-Ándalus y
se creara el
Emirato Independiente. Del Emirato,
pasaríamos con
Abderramán III al Califato de
Córdoba.
Pasó el Sultanado y empezaron a llegar sucesivas hordas fanáticas del Magreb.
En 1085 llegaron los Almorávides y un siglo más
tarde llegaron
los Almohades, un imperio Beréber
norteafricano. Los almohades fueron unos defensores férreos de la Fé. Contra
ellos combatieron los reinos cristianos del norte penínsulas. En
1195, las tropas castellanas de Alfonso VIII sufrían una
gravísima derrota a manos de los almohades, era el
Alarcos, la última gran victoria musulmana en España,
Alfonso VIII estuvo a punto de morir en la batalla; pero afortunadamente
consiguió escapar con de leales y preparó la venganza, preparó la
contraofensiva. La pérdida de Alarcos, extendió el dominio musulmán hasta los
Montes de Toledo y el Valle del Tajo amenazando a la propia ciudad de Toledo.
En 1211,el almohade Muhammand Al-Nasir, llamado por los
cristianos "El Miramamolin", preparó un gran ejército amenazando a los
reinos cristianos. Ambicionaba ocupar completamente la Península Ibérica. El
califa logró reunir un ejército de 125.000 soldados bien pertrechados y muy
fanatizados. La caída de
Salvatierra en manos de los
Almohades, alarmó a toda Europa.
Los cristianos andaban envueltos en guerra civiles , guerra fratricidas por
problemas de fronteras entre ellos. Había 5 reinos en la Península Ibérica.
- Corona de Aragón con su rey Pedro II.
- Reino de Castilla con su rey Alfonso VIII.
- Reino de Navarra con Sancho VII.
- Reino de León permanecía con su rey Alfonso IX.
- Reino de Portugal, independizado desde
1140.
El Papa Inocencio III Convoca Santa Cruzada
La amenaza almohade recomendaba la unión de los 5 reinos para luchar o
sucumbir ante el dominio de Al-Nasir. En 1212, el rey Alfonso VIII, convenció al
Papa Inocencio III para que proclamara
Santa Cruzada para parar el impulso almohade en la
Península Ibérica.
El Papa instó a los Reyes cristianos que olvidaran sus rencillas so pena de
excomunión.
El Arzobispo de Toledo don Rodrigo Jimenez de
Rada, estuvo predicando la cruzada por Francia y en las iglesias de toda
Europa que animó a los creyentes a alistarse . Llegaron a España miles de
cruzados procedentes de Italia, Francia y Alemania y a su frente los
obispos de Narbona, Nantes y Burdeos.
Los Reyes de Portugal y de León, no acudieron a la
llamada; pero sí los reyes de Aragón y de Navarra.
Los Cruzados Salen de Toledo
Toledo, mayo de 1212, lugar y fecha elegida por
Alfonso VIII para reunir a la Santa Cruzada. Para evitar roces y problemas con
la población civil de Toledo, Alfonso intentó acuartelar a los cruzados
extranjeros fuera del casco de Toledo; pero no fue posible. Los tramontanos,
acostumbrados a las cruzadas de oriente, asaltaron la judería toledana
provocando una masacre y rapiñando el botín.
Alfonso, forzado por la necesidad de estos cruzados para la alianza
cristiana, hizo la vista gorda por el bien de la empresa.
20 de julio de 1212; las tropas cristianas salen
de Toledo hacia el frente de batalla. El ejército estaba formado por unos
85.000 soldados, al frente con los cruzados extranjeros,
don Diego López de Haro, el señor de Vizcaya. Esta
era la tropa de choque contra los almohades, la vanguardia del ejército
cristiano.
A los pocos día llegaron a la
fortaleza de Malagón. Los musulmanes ofrecieron la rendición a cambio
de la supervivencia. Pero los cruzados extranjeros negaron cualquier tipo de
acuerdo y pasaron a cuchillo y degollaron a los habitantes de Malagón. El rey
Alfonso VIII llegó dos días más tarde a la fortaleza y contemplo horrorizado el
espectáculo dejado por los tramontanos. Esa no era la batalla que quería el rey
de Castilla, había que negociar de otra manera. Empezaron los roces entre los
cristianos españoles y los extranjeros.
Días más tarde llegaron a la
fortaleza de Calatrava, aquella que habían perdido los Templarios. En
esta ocasión Alfonso llegó a tiempo de negociar con los musulmanes y le permitió
salir a cambio de no combatir. Esto fue la gota que colmó el vaso y los cruzados
tramontanos decidieron abandonar la cruzada y marcharse, los hispanos nos
quedamos solos ante el poder almohade.
La deserción de los cruzados extranjeros fue
importante para la moral del ejército cristiano, la sombra de Alarcos se le
apareció otra vez a Alfonso VIII. Aproximadamente
se
marcharon un 27 % del total, quedando constituido finalmente, el ejército
cristiano, por unos 60.000 hombres. Afortunadamente, al ejército cristiano se
incorporó el gran Pedro II de Aragón, el gran amigo de Alfonso VIII. Aragón
aportó a la empresa, unos 3.000 caballeros y unos 2.000 soldados. Los reyes
cristianos decidieron continuar y combatir.
Al-Nasir esperaba tranquilamente en la estribaciones de Sierra Morena, con
fuerzas preparadas para la emboscada en los peligrosos pasos de Despeñaperros.
Esperaba que los cruzados se cansaran por el duro caminar por la sierra.
Sierra morena era un difícil obstáculo para los cruzados cristianos. El
ejército era numeroso y atravesarla no iba a resultar sencillo. Además en los
únicos pasos disponibles, estaban emboscados los almohades. Los exploradores de
los cristianos trataban de encontrar pasos francos que permitiera el movimiento
de tropas sin riesgos.
El milagro de Pastor o de San Isidro Labrador
Entonces, dice la leyenda, se produjo el milagro.
San Isidro Labrador o un humilde pastor se apareció
a las tropas cristianos y les dijo que él conocía un paso. El avanzado de don
Diego López de Haro comprobó que el paso existía y que el pastor no les había
engañado. Se dieron las indicaciones oportunas a los reyes y las tropas se
dirigieron hacia el paso descubierto. Para entonces ya se había incorporado
Sancho VII el rey de Navarra con 200 caballeros y unos 2.000 peones. El paso les
condujo hacia un lugar llamado la
Mesa del Rey,
donde se estableció el campamento cristiano.
Al-Nasir al comprobar que los cristianos habían pasado los pasos serranos,
dio la orden de formar a su ejército . Al-Nasir mandó algunas vanguardias de
jinetes y arqueros para provocarles y cansarles aún más.
El 15 de julio de 1212, los dos ejército estaba
frente afrente. Fueron 24 horas de tensión e incertidumbre, se estaban midiendo
las fuerzas del adversario mediante pequeña avanzadillas.
En la madrugada del 16 de julio las tropas están
dispuestas para el combate.
En esa madrugada los cristianos se prepararon para vencer o morir. Al
amanecer se dio la comunión a las tropas cristianas, los soldados encomendaron
su alma al cielo y se prepararon para la batalla. Se iban a enfrentar dos
ideología totalmente diferentes,
la Espada contra el
Alfanje y la Cruz contra la Media Luna.
Despliegue de los Ejércitos en de Las Navas de Tolosa
Los Cristianos
En el ejército cristiano, unos 70.000
hombres divididos en 3 Cuerpos .
En el centro la caballería castellana, en su
vanguardia el abanderado de Castilla , el vasco, don
Diego
López II de Haro ;el nuevo Alférez de Castilla ,
don
Álvaro Núñez de Lara. Situado en el centro de la retaguardia del cuerpo
central, estaba el
Rey de Castilla Alfonso VIII y el
Arzobispo de Toledo, don Rodrigo Jiménez de Rada.
En el ala derecha , junto con los 200 caballeros
y peones navarros , el
rey Sancho VII “El
Fuerte”.
En el ala izquierda los aragoneses con su
Rey Pedro II .
En la retaguardia las
milicias urbanas castellanas de Ávila, Segovia y Medina del Campo que
auxiliaban a un flanco y al otro. También en esta tercera fila de retaguardia
estaban integradas
las órdenes militares de Santiago,
Calatrava, Templarios y Hospitalarios.
La financiación de la empresa , en un 66 % estuvo a cargo del tesoro
castellano y el resto por parte de la Iglesia. De todo el reino llegaron a
Toledo armas, caballos y provisiones.
Los Almohades
Los 120.000 musulmanes instalaron su campamento
en el Cerro de los Olivares o de las Viñas con un
despliegue clásico de la época. La infantería al frente y la caballería ligera
en los flancos.
En primera línea, el
cuerpo que debía recibir el choque frontal de la caballería cristiana. Era las
tropas más fanatizadas por el Islam, los que entendían que estaban en una
cruzada santa contra los infieles cristianos. Tropas ligeras y útiles para
descabalgar y para las escaramuzas. Pero no fuertes en el cuerpo a cuerpo.
En segunda línea el gran grupo de fuerzas
almohade. En esta segunda línea estaba constituida por tropas de voluntarios ,
posiblemente eran tropas procedentes del imperio almohade, procedían del Magreb,
también había andalusíes. En tercera línea, las mejores tropas, era el cuerpo de
élite almohade.
En Tercera línea, en
la retaguardia la caballería pesada guardando la inmensa tienda de campaña del
califa al-Nasir . Era una
tienda roja, vistosa no se
ocultaba a nadie. Estaba rodeada de fortificaciones y de la terrible
Guardia Negra. Esta guardia eran hombres absolutamente
fanáticos, hombres dispuestos a morir por el islam, por le califa al-Nasir. Esta
guardia personal estaba constituida por
los
imesebelen, una tropa escogida especialmente por su bravura que se
enterraban en el suelo o se anclaban con cadenas para mostrar que no iban a
huir.
Comienza la Batalla de Las Navas de Tolosa
El primero que dio la orden de combatir fue Alfonso VIII.
Después de una larga operación de lanzamientos de flechas, “la clásica
preparación artillera de la época”, atacó la caballería pesada castellana.
El abanderado de castilla, el vizcaíno López de
Haro , atacó frontalmente con miles de jinetes . El choque fue
absolutamente brutal, y el golpe hizo daño en la vanguardia almohade. Esta
operación obligó a un primero movimiento de retirada de las vanguardias
musulmanas; pero más tarde los infantes musulmanes desorganizaban el ataque de
la caballería y descabalgaban a los jinetes castellanos. Los alfanjes degollaban
a los cristianos , entonces al-Nasir ordenó el contraataque con el grueso del
ejército musulmán lo que obligó a retroceder a los Cristianos .
La segunda línea con la caballería ligera almohade, equipada con arcos y
alfanjes, atacó con gran eficiencia produciendo un gran desgaste a las tropas de
López de Haro. La segunda línea cristiana se adelantó y entró en combate para
suplir las abundantes bajas sufridas. La situación fue crítica para los
cristianos , muchos se retiraron, exceptuando López de Haro, su hijo, Núñez de
Lara y las órdenes militares, que se mantienen heroicamente en combate cerrado.
Al ver retroceder a los cristianos, los musulmanes rompieron su formación
cerrada para perseguirles, lo que fue un grave error táctico. Esta peligrosa
maniobra de los musulmanes, debilitó el centro del ejército almohade .
La Carga de los Tres Reyes
Algo había que hacer. Alfonso VIII se miró con los obispos que le rodeaban ,
se miró con sus amigos, los reyes de Aragón y de Navarra y tomó la última
decisión. Esa decisión que provoca que una batalla se pueda ganar , se pueda
vencer. Se lanzó la última y desesperada carga, la que se consideró como la
carga de los tres reyes. Pedro II, Alfonso VIII y Sancho VII se pusieron al
frente de sus hombres y de la órdenes militares ; era el último aliento de los
cruzados. Los cristianos se lanzaron al campo de batalla con todo lo que tenían.
Era vencer o morir, vencer o ser invadidos por los almohades.
Los cristianos rebasaron la segunda y la tercera línea almohade. Una acción
heroica de sancho VII de Navarra, provocó que las tropas navarras se presentaran
delante de la majestuosa tienda roja de campaña de al-Nasir para aplastar a la
guardia personal del Miramamolin. El Califa sólo tuvo tiempo para huir junto con
un grupo de leales. La guardia negra se había quedado para defender la tienda.
Los hombres de Sancho fueron matando uno a uno a los miembros de la guardia y
rompieron las cadenas de circundaban la tienda. Esta cadenas pasaría
posteriormente la parte fundamental del escudo de Navarra.
Miles de hombres cayeron , pero finalmente la victoria se decantó del lado
cristiano. El Califa Miramamolín escapó huyendo a toda prisa una vez perdida ya
la batalla. Esa noche se refugió en Baeza.
Los muertos musulmanes 90.000 y 5.000 los cristianos.
Finalizada batalla, Rada, el Arzobispo de Toledo rezó en el
campo de batalla con el ejercito castellano, un "Te Deum" de agradecimiento a
Dios.
El rey Alfonso VIII mandó una carta al Papa Inocencio III anunciando la gran
victoria de los cristianos. La Cruzada había sido un éxito.
Los navarros y aragoneses perseguían en su huida a los Almohades. En su huida
, Al-Nasir perdió sus tesoros y los cristianos consiguieron un colosal botín de
guerra. De este botín se conserva el Pendón de Las Navas en el Monasterio de Las
Huelgas en Burgos.
Y qué fue de los comandantes de los ejércitos
Al-Nasir nunca se repuso del desastre de las
Navas. Abdicó en su hijo, se encerró en su palacio de Marraquech , en la gran
capital imperial y se entregó a los placeres y al vino. Murió a los pocos meses
de su derrota.
Alfonso VIII de Castilla extendió sus conquistas
por Andalucía consolidando su frontera sur . Murió a los dos años ( 1214)
escasos de la victoria.
Pedro II de Aragón, murió al año siguiente(1213)
en la batalla de Muret, combatiendo a don Simón de Monfort, que estaba al frente
de los cruzados que Inocencio III contra los herejes cátaros. Pedro II era el
feudatario de los cátaros y tuvo que defenderlos, muriendo en el intento. Con
esto también Aragón perdía su presencia en el sur de Francia.
Sancho VII el Fuerte de Navarra sobrevivió
veintidós años a la batalla. Al final de su vida, atacado de alguna especie de
neurastenia "a causa de su mucha grossura y de la poca salud que tenía", se
recluyó en su palacio de Tudela, donde permaneció encerrado hasta su muerte en
1234 cuando tenía 80 años.
El Pedón de la Batalla de Las Navas de Tolosa
Este es el famoso Pendón de la Navas de Tolosa, fue un trofeo arrebatado al
ejército almohade durante la batalla . El pendón, posiblemente colocado en la
tienda del sultán Miramamolín, se encuentra en la actualidad en el monasterio de
las Huelgas Reales.
Los Im-Esebelen
La guardia pretoriana del Al-Nasir “El
Miramamolín”, no eran esclavos negros encadenados para evitar su huída.
Eran fanáticos voluntarios, llamados "imesebelen" (desposados) , juramentados
para ofrecer sus vidas en defensa del Islam . Se ataban por las rodillas con
cadenas para que el enemigo viera que vencerían o morirían; pero que nunca
retrocederían. Eran negros y su uniforme también de color negro.
Consecuencias de la Batalla de Las Navas de Tolosa
Desde 1212 los almohades dejaron de ser una fuerza combativa. Los musulmanes
de la Península Ibérica nunca más se recuperaron de esta derrota. Esta victoria
expandió los territorios cristianos consolidando el avance definitivo de la
Reconquista.
Esta batalla estableció el inicio de la superioridad militar, económica y
política de los reinos cristianos iniciándose la decadencia de la civilización
árabe en la Península Ibérica. Se inició el desmembramiento de al-Ándalus en
reinos de Taifas, lo que favoreció el avance del empuje cristiano, hasta quedar
al último vestigio musulmán el reino de Granada (Granada, Málaga y Almería),
gobernado por la dinastía nazarí.
El reino de Granada sobreviviría precariamente hasta que Boabdil “el Chico”,
último rey musulmán español, entregó las llaves del reino a los Reyes Católicos
y se retiró a África desde Albuñol (Granada) .
Era el 2 de febrero de 1492 el proyecto de la Reconquista
había concluido pero empuje social y militar logrado se prolongó, durante muchos
años más en nuevo proyecto : El Descubrimiento del Nuevo Mundo.
Crónicas Contemporáneas de la Batalla de Las Navas de Tolosa
Testimonio de don Rodrigo Jiménez de Rada ( Arzobispo de Toledo ), en
Historia de los Hechos de España
Alrededor de la medianoche del día siguiente estalló el grito de júbilo y de
la confesión en las tiendas cristianas, y la voz del pregonero ordenó que todos
se aprestaran para el combate del Señor. Y así, celebrados los misterios de la
Pasión del Señor, hecha confesión, recibidos los sacramentos, y tomadas las
armas, salieron a la batalla campal; y desplegadas las líneas tal como se había
convencido con antelación, entre los príncipes castellanos Diego López con los
suyos mandó la vanguardia; el conde Gonzalo Núñez de Lara con los frailes del
Temple, del Hospital, de Uclés y de Calatrava, el núcleo central; su flanco, lo
mandó Rodrigo Díaz de los Cameros y su hermano Álvaro Díaz y Juan González y
otros nobles con ellos; en la retaguardia, el noble rey Alfonso y junto a él, el
arzobispo Rodrigo de Toledo y los otros obispos mencionados.
De entre los barones, Gonzalo Ruiz y sus hermanos, Rodrigo Pérez de
Villalobos, Suero Téllez, Fernando García y otros. En cada una de estas columnas
se hallaban las milicias de las ciudades, tal y como se había dispuesto. Por su
parte el valeroso rey Pedro de Aragón, desplegó su ejército en otras tantas
líneas; García Romero mandó la vanguardia; la segunda línea, Jimeno Coronel y
Aznar Pardo; en la última, él mismo, con otros nobles de su reino; y de forma
semejante, encomendó su flancos a otros nobles suyos.
Además, llevó consigo algunas fuerzas de las milicias de las ciudades de
Castilla. El rey Sancho de Navarra, notable por la gran fama de su valentía,
marchaba con los suyos a la derecha del noble rey, y en su columna se
encontraban las milicias de las ciudades de Segovia, Ávila y Medina.
Desplegadas así las líneas, alzadas las manos al cielo, puesta la mirada en
Dios, dispuestos los corazones al martirio, desplegados los estandartes de la fe
e invocando el nombre del Señor, llegaron todos como un solo hombre al punto
decisivo del combate. Los primeros en entrar en lid en la formación de Diego
López de Haro, fueron su hijo y sus sobrinos ya citados, valerosos y decididos.
Por su parte, los agarenos levantaron en la cima un reducto parecido a un
palenque con los escriños de las flechas, dentro del cual estaban apostados
infantes escogidos; y allí se sentó su rey teniendo a su alcance la espada,
vistiendo la capa negra que había pertenecido a Abdelmón, el que dio origen a
los almohades, y además, con el libro de Mahoma, que se llama Alcorán.
Por fuera del palenque había también otras líneas de infantes, algunos de los
cuales, tanto los de dentro como los de fuera, con las piernas atadas entre
ellos para que tuvieran por imposible el recurso de la huida, soportaban con
entereza la cercanía de la batalla..., luego supimos por los agarenos que eran
ochenta mil jinetes...
Los agarenos, aguantando casi sin moverse del lugar, comenzaron a rechazar a
los primeros de los nuestros que subían por lugares bastante desventajosos para
el combate, y en estos choques algunos de nuestros combatientes, agotados por la
dificultad de la subida, se demoraron un rato. Entonces, algunos de las columnas
centrales de Castilla y Aragón llegaron en un solo grupo hasta la vanguardia, y
se produjo allí un gran desconcierto y el desenlace no se veía claro...
El noble Alfonso, al darse cuenta de ello y al observar que algunos, con
villana cobardía, no atendían a la conveniencia, dijo delante de todos al
arzobispo de Toledo: "Arzobispo, muramos aquí yo y vos"... Y en todo esto doy fe
ante Dios, el noble rey no alteró su rostro ni su expresión habitual, ni su
compostura, sino que más bien, tan bravo y resuelto como un león impertérrito,
estaba decidido a morir o vencer. Y no siendo capaz de soportar por más tiempo
el peligro de las primeras líneas, apresurado el paso las enseñas de los
estandartes llegaron jubilosamente hasta el palenque de los agarenos por
disposición del Señor.
La cruz del Señor, que solía tremolar delante del arzobispo de Toledo, pasó
milagrosamente entre las filas de los agarenos llevada por el canónigo de Toledo
Domingo Pascasio, y allí, tal como quiso el Señor, permaneció hasta el final de
la batalla sin que su portador, solo, sufriera daño alguno... Mientras tanto,
fueron muertos muchos miles de agarenos ante la presión simultánea de los
aragoneses, los castellanos y los navarros por sus frentes respectivos...
Testimonio del cronista Ibn Abi Zar
"Al oír Alfonso que Al-Nasir había tomado a Salvatierra, se dirigió contra El
con todos los reyes cristianos que le acompañaban y con sus ejércitos. Al
saberlo Al-Nasir, le saló al encuentro con las tropas musulmanas: avistáronse
los combatientes en el sitio llamado Hisn al'Iqab, (Castillo de la Cuesta, hoy
Castro Ferral); allí se dio la batalla.
Se plantó la tienda roja, dispuesta para el combate en la cumbre de una
colina, Al-Nasir vino a ocuparla y se sentó sobre su escudo con el caballo al
lado; los negros rodearon la tienda por todas partes con armas y pertrechos. La
zaga, con las banderas y tambores, se puso delante de la guardia negra con el
visir Abu Said ben Djami. Se dirigió contra ellos el ejército cristiano. En
filas, como nubes de langostas; los voluntarios les salieron al encuentro y
cargaron sobre ellos en número de 160.000, pero desaparecieron entre las filas
de los cristianos, quienes los cubrieron y combatieron terriblemente. Los
musulmanes resistieron heroicos, todos los voluntarios murieron mártires, sin
dejar uno; las tropas almohades, árabes y andaluzas los miraban sin moverse.
Cuando los cristianos acabaron con los voluntarios, cargaron sobre los almohades
y sobre los árabes con inaudito empuje; mas al entablarse el combate huyeron los
caídes andaluces con sus tropas por el odio que había dirigido Ibn Djimi al
despedirlos.
Cuando los almohades, los árabes y las cábilas bereberes vieron que los
voluntarios habían sido exterminados, que los andaluces huían, que el combate
arreciaba contra los que quedaban, y que cada vez los cristianos eran más
numerosos, se desbandaron y abandonaron a Al-Nasir. Los infieles los
persiguieron espada en mano, hasta llegar al círculo de negros y guardias que
rodeaban a Al-Nasir; pero los encontraron que formaban como un sólido muro, y no
pudieron abrir brecha; entonces volvieron las grupas de sus caballos acorazados
contra las lanzas de los negros, dirigidas contra ellos, y entraron en sus
filas.
Al-Nasir seguía sentado sobre su escudo, delante de su tienda, y decía "Dios
dijo la verdad y el demonio mintió", sin moverse de su sitio, hasta que llegaron
los cristianos junto a él. Murieron a su alrededor más de 10.000 de los que
formaban su guardia; un árabe entonces, montado en una yegua, llegose a él y le
dijo: "Hasta cuándo vas a seguir sentado?, ¡Oh, Príncipe de los Creyentes!, se
ha realizado el juicio de Dios, se ha cumplido su voluntad y han perecido los
musulmanes." Entonces se levantó para montar el veloz corcel que tenía al lado;
pero el árabe, descabalgando de su yegua le dijo: "Monta en esta que es de pura
sangra y no sufre ignominia, quizás Dios te salve con ella, porque en tu
salvación está nuestro bien." Montó Al-Nasir en la yegua, y el árabe en su
caballo le precedía, rodeados ambos por un fuerte destacamento de negros, a
cuyos alcances iban los cristianos. El degüello de musulmanes duró hasta la
noche, y las espadas de los infieles se cebaron en ellos y los exterminaron
completamente, tanto que no se saló uno de mil. Los heraldos de Alfonso
gritaban: "Matad y no apresad, el que traiga un prisionero será muerto con él".
Así que no hizo el enemigo un solo cautivo este día.
Fue esta terrible calamidad el lunes 15 de safar del 609 (16 de julio de
1212), comenzó a decaer el poder de los musulmanes en al-Ándalus, desde esta
derrota, y no alcanzaron ya victorias sus banderas; el enemigo se extendió por
ella y se apoderó de sus castillos y de la mayoría de sus tierras, y aún no
hubiera llegado a conquistarla toda, si Dios no le hubiese concedido el socorro
del emir de los musulmanes Abu Yusuf ben Abd al-Haqq, que restauró sus ruinas,
reedificó sus alminares y devastó en sus expediciones el país de los
infieles.
De vuelta de Hisn al-Iqab fue Alfonso contra la ciudad de Úbeda, y la ganó a
los musulmanes por asalto, matando a sus habitantes, grandes y pequeños, y así
siguió conquistando al-Ándalus, ciudad tras ciudad, hasta apoderarse de todas
las capitales, no quedando en manos de los musulmanes sino muy poco poder. Sólo
le impidió apoderarse de este resto de botín la protección divina por medio de
la dinastía de los benimerines. Dícese que todos los reyes cristianos que
asistieron a la batalla de Hisn al-Iqab, y que entraron en Úbeda, no hubo uno
que no muriese aquel año."
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