martes, 12 de junio de 2012

GAGOMILITARIA EN ESTE CURIOSO MUNDO.EVOLUCIÓN DE LA "BURBUJA DEL LADRILLO A LA "BURBUJA DEL BUNKER ATÓMICO


EEUU | A salvo de catástrofes

De la 'burbuja' del 'ladrillo' a la 'burbuja' del búnker atómico

El complejo bajo tierra de Survival CondoEl complejo bajo tierra de Survival Condo
Tras la burbuja del ladrillo, la burbuja del búnker atómico. El promotor inmobiliario Larry Hall (alias 'el bunkero') acaba de vender en EEUU un peculiar complejo de ocho apartamentos de lujo, con piscina cubierta, 'spa', gimnasio y cine... a 70 metros bajo tierra y rodeado por muros de hormigón de un metro de grosor. El precio: entre 900.000 dólares y 1,75 millones. Es decir, entre 717.000 y 1.4 millones de euros.

Demanda debe de haber para tan lujoso y claustrofóbico entorno, porque siete de los ocho pisos ya se han vendido. No consta que ninguna de las viviendas haya sido adquirida por ningún ex alto cargo de alguna caja de ahorros española, acaso porque los compradores quieran estar a salvo de catástrofes y no tener a ninguna en el búnker de al lado. Lo más que exhibe orgullosa la empresa constructora, Survival Condo, es que uno de los propietarios es dentista. Eso permite extender el periodo en el que se puede vivir en el búnker. No en balde, el eslogan de la empresa de Hall es: 'Le damos soluciones de supervivencia a largo plazo a usted y a su familia'.

Tan peculiar residencia es en realidad el resultado de transformar un silo de misiles atómicos en un complejo de apartamentos de lujo en el estado de Kansas, en EEUU. El silo albergaba un misil Atlas, el primer cohete intercontinental con capacidad nuclear de Estados Unidos. Así, lo que se creó para inspirar el temor de Dios en la Unión Soviética sirve ahora para refugiarse en caso de: a) Apocalipsis climático; b) Ataque de Al-Qaeda; c) Victoria de Obama en noviembre; d) Victoria de Romney en noviembre; d) Angela Merkel.

No obstante, Survival Condo echa la culpa a la Madre Naturaleza, y cita en su web los motivos para comprar esta vivienda: tornados, huracanes, terremotos, sequías, inundaciones y volcanes. Las Siete Plagas de Egipto, sin embargo, no aparecen, aunque sí lo hacen otros peligros, de carácter secundario, como un atentado, la absorción de la Tierra por un agujero negro (¿para qué hace falta entonces un búnker?), una invasión extraterrestre y el final del mundo en 2012 vaticinado por los Mayas (que, sin embargo, no pudieron predecir su propia extinción como cultura).

La 'urbanización-búnker' está diseñada para que sus habitantes sobrevivan a lo que haga falta. Tiene un quirófano. Se abastece de electricidad por medio de paneles solares y un molino de viento. Cuenta con un sistema de regadío interno que permite cultivar plantas (en EEUU ese sistema es famoso por los excelentes resultados que ha dado para mejorar la calidad de la marihuana californiana, pero parece improbable que la conservadora Kansas vaya a tolerar esa práctica agrícola). También tiene un aula, con lo que los niños no necesitan salir fuera. Eso es algo particularmente útil para los conservadores estadounidenses, que educan a sus niños en casa ('homeschooling'), con el fin de evitarles el contacto con ideas —la Teoría de la Evolución— y seres—negros, hispanos y asiáticos—perniciosos para el desarrollo de las capacidades cognitivas de los infantes.

Una práctica en auge

Hall no es el único que está vendiendo búnkers para que la gente disfrute a sus anchas del Juicio Final. La empresa californiana Vivos (ése es su verdadero nombre, no el 'mote' de sus accionistas), controlada por el empresario Robert Vicino ofrece "una red de refugios subterráneos para sobrevivir a futuras catástrofes". Entre ellas, "un colapso económico como el que estamos viviendo en Grecia". Por un precio que va de 25.000 (niños) o 50.000 dólares (adultos), se puede alquilar una 'solución habitacional' -que diría alguna política española-, de 11 metros cuadrados, con acceso a áreas comunes en las que hay instalaciones médicas, deportivas y de ocio.


Vivos tiene ya cinco búnkers con capacidad para 200 personas cada uno, evidentemente en lugares secretos, no sea que los 'malos' se enteren. Vicino no se los ha comprado al Pentágono, como Hall, sino que los ha construido él mismo.

Pero la posibilidad de tener un búnker para uno solo no es algo exclusivo de Estados Unidos. De hecho, el Gobierno de Noruega ofrece la oportunidad no sólo de escapar del Armagedon nuclear con los suyos, sino también de salvar a sus yates. Por apenas 14 millones de euros, puede comprar una base de submarinos que incluye una red de túneles subterráneos y un dique a prueba de bombas atómicas. Eso sí: la reconversión de la base en un hogar corre a cuenta del comprador.

Al igual que en el caso de las instalaciones de EEUU, esto corre a cargo de inversores privados, y que no hay ninguna comunidad autónoma española involucrada en estas actividades inmobiliarias, lo que es, sin duda, la mejor garantía del rigor de estas operaciones.

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