miércoles, 23 de mayo de 2012

ARMIA KRAJOWA 2ª PARTE

EL LEVANTAMEINTO DE VARSOVIA
Inicio del levantamiento. El 1 de agosto, a las 17:00 horas se inició la sublevación. Una mujer polaca avisó a los alemanes de los planes clandestinos, y las tropas habían empezado a movilizarse para el alzamiento, si bien no contaban con ningún plan para hacerle frente. El levantamiento tuvo problemas desde el principio, ya que si bien el centro de la ciudad y la ciudad vieja fueron liberados exitosamente, en Wola las tropas polacas sufrieron grandes bajas para poder lograr sus objetivos. En Mokotów, los alemanes aplastaron la insurgencia polaca, mientras que en Praga, la alta concentración de fuerzas alemanas obligó a los insurgentes a regresar a sus escondites. El resultado fue lamentable, pues a pesar de que los polacos pudieron capturar grandes zonas de la ciudad, los distintos grupos quedaron aislados, incapaces de contactar entre sí.

Al perder la iniciativa, los polacos empezaron entonces a adoptar una actitud defensiva y a construir barricadas a lo largo de toda la ciudad. El 4 de agosto fue el día en el que el Ejército Territorial ocupó la mayor cantidad de territorio durante el alzamiento. Ese mismo día comenzaron a llegar los refuerzos alemanes al mando del SS-Obergruppenführer (general de ejército) Erich von dem Bach-Zelewski, que inmediatamente empezó a presionar para hacer contacto con las bolsas aisladas de alemanes. El 5 de agosto los insurgentes ocuparon las ruinas del gueto judío. Ese mismo día, siguiendo las expeditivas órdenes de Hitler de «convertir la ciudad en un lago», el SS-Gruppenführer (teniente general) Heinz Reinefarth reunió a unos 40.000 civiles y los ejecutó. Este episodio es recordado como la Matanza de Wola. Esta acción junto con otros excesos alemanes contra la población civil son mejor entendidos al explicar la lógica del Alto Mando Alemán, que creía que si ejecutaban a todo polaco capturado, la moral de los combatientes caería, lo que llevaría a una rendición prematura. Sin embargo, la aplicación de esta política fue contraproducente, ya que cuando los insurgentes conocieron el destino que les aguardaba si eran capturados, su voluntad de luchar se incrementó, porque pensaron que no tenían otra opción. Finalmente los comandantes alemanes se dieron cuenta de esto y a finales de septiembre, a los polacos capturados se les empezó a otorgar el trato de prisioneros de guerra.



El 5 de agosto empezaron a llegar más tanques alemanes a la zona, con civiles polacos adheridos como escudos humanos. Después de dos días de intensos combates, los alemanes lograron cortar el distrito de Wola en dos y llegaron a la Plaza Bankowy.



Entre el 9 de agosto y el 18 de agosto se libraron intensas batallas entre los alemanes y los polacos alrededor de la ciudad vieja y cerca de la plaza Bankowy. Los alemanes hicieron gala de las mismas tácticas que utilizaron en la invasión de Polonia unos años atrás. Éstas incluían el bombardeo de hospitales con banderas de la Cruz Roja por la Luftwaffe, así como el asesinato de médicos y enfermeras. Para finales de septiembre los defensores de la ciudad vieja fueron vencidos, y el 2 de agosto 5300 hombres y mujeres se batieron en retirada por las cloacas, que para aquel entonces eran un importante medio de comunicación de la insurgencia.


La llegada del supercañón Schwerer Gustav y de los bombarderos alemanes condenó a la destrucción a decenas de los edificios de Varsovia. La resistencia polaca, sin artillería y armas antiaéreas, observó impotente cómo su capital era demolida.



EL FIN DE LA SUBLEVACIÓN
El 10 de septiembre las tropas soviéticas alcanzaron la margen oriental del Vístula y capturaron los suburbios al este de Varsovia. Emisarios del Ejército Territorial polaco se reunieron con los comandantes soviéticos y les propusieron la formación de un regimiento de fuerzas mixtas. Sin embargo, agentes de la NKVD arrestaron inmediatamente a los emisarios y las conversaciones finalizaron abruptamente.

En efecto, los soviéticos se negaron a prestar ayuda al levantamiento, justificándolo con que el 2º Frente Bielorruso que se encontraba frente a Varsovia había sufrido un 28% de bajas al cruzar Bielorrusia y entrar en Polonia. Los alemanes no encontraron explicación a la pausa que realizó el Ejército Rojo; de hecho, en el diario del IX Ejército Alemán se encuentra la siguiente anotación: «En contra de nuestras expectativas, el enemigo ha detenido su ofensiva a lo largo de todo el frente del IX Ejército».



Sin embargo, el 26 de agosto, el general Zygmunt Berling ordenó reanudar los ataques contra el IV Ejército SS Panzer, y poco a poco los alemanes fueron empujados hasta el sector Praga de Varsovia, para luego tener que retirarse a la otra orilla del Vístula.


El ejército «soviético» que intentó capturar Varsovia fue en realidad el 1º Ejército Polaco, que estaba bajo las órdenes de la Unión Soviética. La vanguardia de este ejército llegó hasta los sectores de Czerniaków y Powiśle, donde establecieron contacto con el Ejército Territorial. Pero al no contar con apoyo aéreo y adecuada cantidad de artillería, estas unidades fueron obligadas a batirse en retirada. La falta de apoyo por parte del Ejército Rojo frustró los intentos de los dos ejércitos polacos de restablecer el enlace. El general polaco Zygmunt Berling que mandaba el 1º Ejército Polaco fue relevado inmediatamentede su mando, y el nuevo comandante ordenó suspender toda actividad ofensiva durante «por lo menos cuatro meses».

En este punto, los polacos entendieron que no podían esperar apoyo exterior, y si bien continuaron la lucha fue con la esperanza de que la resistencia obligara a los alemanes a disminuir la dureza de las condiciones de rendición.

El 2 de octubre, el general Tadeusz Bór-Komorowski firmó la capitulación, que se aplicaba a todas las tropas polacas del Ejército Territorial, en el Cuartel General alemán, estando presenteel general von dem Bach. De acuerdo con el documento firmado, la Wehrmacht se comprometía a tratar a los polacos sublevados de acuerdo con los términos establecidos en las Convenciones de Ginebra, además de respetar la vida de los civiles de Varsovia. La lucha fue muy intensa, tanto así que el jefe de las SS, Heinrich Himmler, anotó el 21 de septiembre de 1944: «Una de las más mortíferas batallas desde el comienzo de la guerra, tan difícil como la lucha por Stalingrado». Al menos por la cantidad de muertos, esto fue una exageración, ya que las cifras de bajas en Stalingrado hacen palidecer a las de Varsovia.

Al día siguiente de la capitulación, se empezó a desmantelar el Ejército Territorial. Unos 15.000 polacos fueron enviados, en calidad de prisioneros de guerra, a distintos campos en Alemania. Entre 5.000 y 6.000 combatientes se escurrieron entre la población civil, con la esperanza de levantar al pueblo de nuevo en el futuro. La población entera de Varsovia fue enviada de manera temporal al campo de concentración Durchgangslager 121 en Pruszków. Se calcula que entre 350.000 y 550.000 civiles fueron trasladados a ese campo, de los cuales 90.000 fueron deportados luego a campos de trabajo en Alemania, 60.000 enviados campos de la muerte en (Ravensbruck, Auschwitz, Mauthausen, entre otros). El resto fue dispersado por el Gobierno General de Polonia.


Una vez Varsovia estuvo vacía, los alemanes continuaron con la demolición de la misma. Tropas de ingenieros alemanes llegaron a la zona para iniciar la demolición controlada de los edificios que habían sobrevivido. Siguiendo las órdenes de Hitler, se empezaron a trazar planes para convertir Varsovia en un lago. Con la ayuda de explosivos y lanzallamas, casa por casa fueron arrasadas. La destrucción fue organizada, prestando especial atención a los monumentos históricos, a los archivos nacionales y a los distintos puntos de interés. Para enero de 1945, el 85% de los edificios habían sido destruidos: el 25% durante el Alzamiento, mientras que el 35% fueron demolidos posteriormente por las tropas de ingenieros. El resto había sido destruido antes, durante el alzamiento del Gueto de Varsovia (15%) y la invasión de Polonia en 1939 (10%).


Se calcula que en total fueron destruidos 10.455 edificios, así como 923 edificios históricos (el 94% del total), 25 iglesias, 14 bibliotecas incluyendo la Biblioteca Nacional, 81 escuelas primarias, 64 escuelas secundarias, la Universidad de Varsovia y la Universidad Politécnica de Varsovia. Cerca de un millón de personas perdieron todas sus propiedades. El número de pérdidas se calcula en cerca de 40.000 millones de dólares estadounidenses de 1939. En 2004, el gobierno de Varsovia calculó que las pérdidas en propiedad municipal se acercaban a los 45 billones de dólares estadounidenses de 2004. Por supuesto que esto no incluye las propiedades de los habitantes de la ciudad. El concejo municipal de Varsovia continúa solicitando, hasta el día de hoy, una indemnización a Alemania. La reconstrucción de Varsovia se realizó con la ayuda de paisajes realizados por las escuelas de arte de los pintores italianos Bacciarelli y Canaletto siglos atrás.

Finalmente 17 de enero de 1945, el Ejército Rojo entró en las ruinas de Varsovia, cruzando el río con relativa facilidad. En cuestión de horas capturó toda la ciudad, encontrando la mayor resistencia en el área de lo que era la Universidad de Varsovia, donde, sin embargo, lograron barrer a los defensores alemanes en una hora. Esta rápida victoria se logró en parte porque unas semanas antes, el IV Cuerpo SS Panzer había sido retirado para participar en la batalla de Budapest.

La masacre de Wola (en polaco: Rzeź Woli) tuvo lugar entre el 5 y el 8 de agosto de 1944 en el barrio de Wola en Varsovia y constituyó la mayor masacre puntual de la historia de Polonia. Según distintas fuentes entre 40.000 y 100.000 civiles y prisioneros de guerra polacos fueron asesinados por las tropas alemanas durante la represión del levantamiento de Varsovia. Los alemanes intentaron acabar rápidamente con el levantamiento mediante el uso del terror contra los habitantes de Varsovia, con el objetivo de ponerle final sin tener que recurrir a implicarse en combate urbano, antes de que constataran que el único efecto logrado fue el endurecer la resistencia.

Las tropas alemanas, principalmente de unidades de la policía de seguridad (Sicherheitspolizei) y de unidades de castigo, como la brigada de las SS Dirlewanger, apresaron y ejecutaron indiscriminadamente a muchos habitantes del barrio de Wola, incluyendo ancianos, mujeres y niños, así como a los insurgentes hechos prisioneros. En las ejecuciones masivas fueron asesinados también los pacientes y el personal de los hospitales locales, algunos de los cuales fueron quemados vivos. El objetivo de esta política era acabar con la voluntad de lucha de los polacos y aplastar el levantamiento sin tener que recurrir a combatir en un entorno urbano.



El 5 de agosto los alemanes empezaron a avanzar divididos en tres grupos en dirección oeste a lo largo de las calles Wolska y Górczewska hacia la línea principal de comunicaciones de la Avenida de Jerusalén (Aleje Jerozolimskie en polaco). Fueron detenidos en su avance, pero los regimientos de Heinz Reinefarth y Oskar Dirlewanger empezaron a cumplir las órdenes recibidas de Himmler: tras la línea del frente grupos especiales de tropas de las SS y de la policía fueron casa por casa apresando y disparando a todos los habitantes. Tropas regulares del ejército alemán también tomaron parte en los asesinatos.

Martin Gilbert, describe los hechos en su libro La Segunda Guerra Mundial (vol. 2)
Para el 5 de agosto más de quince mil civiles polacos habían sidos asesinados en Varsovia por los soldados alemanes. A las 5:30 de la tarde el general von dem Bach Zelewski dio la orden de detener las ejecuciones de mujeres y niños, pero los varones siguieron siendo asesinados sin que nadie se preocupara de averiguar si se trataba de insurgentes o no. Los cosacos y los convictos de Kaminski ignoraron la orden de von dem Bach Zelewski: se abrieron camino a través de los suburbios de Wola y Ochota mediante la violación, el asesinato, la tortura y el fuego, matando en tres días de carnicería otros treinta mil civiles más, incluyendo cientos de pacientes en cada uno de los hospitales que encontraron en su camino.

Paralelamente, los batallones insurgentes polacos Zośka y Wacek lograron capturar las ruinas del Gueto de Varsovia y el campo de concentración. Dicha área se convirtió en el principal punto de enlace de las comunicaciones entre los insurgentes que luchaban en Wola y los que defendía la ciudad vieja de Varsovia. El 7 de agosto de 1944 los alemanes empezaron a recibir apoyo de carros de combate y empezaron a usar mujeres como escudos humanos Tras dos días de duros combates, los germanos consiguieron partir Wola en dos y llegar a la plaza Bankowy.

La matanza terminó cuando Hitler ordenó que los civiles capturados fueran enviados a campos de concentración o empleados como trabajadores forzados. El Verbrennungskommando, que estaba compuesto por hombres polacos, recuperó los cuerpos de la mayor parte de las víctimas y los incineró.


Los alemanes siguieron ejecutando en el acto a todos los insurgentes capturados hasta mediados de septiembre. Tras la llegada del Obergruppenführer Erich von dem Bach Zelewski a Varsovia el 7 de agosto, fue para él evidente que las atrocidades sólo endurecían la resistencia y que dada la limitada cantidad de tropas a su disposición, debía encontrarse algún tipo de solución política. El objetivo era obtener una victoria aplastante que mostrara a los patriotas polacos que seguir combatiendo era inútil y hacerles rendirse.

Esto no tuvo un éxito inmediato, pero a partir de finales de septiembre algunos de los combatientes polacos capturados empezaron a ser tratados como prisioneros de guerra y se perdonó a los civiles. Finalmente los últimos barrios controlados por los insurgentes se rindieron el 2 de octubre de 1944.

Los principales artífices de las atrocidades cometidas en exceso fueron Heinz Reinefarth y Oskar Dirlewanger. Tras el fin de la guerra Dirlewanger fue capturado y torturado hasta la muerte por policías militares polacos, pero Reinefarth nunca fue juzgado ni imputado


(CONTINUARÁ....)




















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