domingo, 29 de abril de 2012

GUTIERREZ MELLADO...UN SOLDADO DE PIES A CABEZA. EL LUNES CUMPLIRÍA CIEN AÑOS


Gutiérrez Mellado: «Aparte de "traidor" y "cabrón", ¿qué otros piropos me dedican?»

El periodista Jesús Picatoste revela este domingo en la edición impresa de ABC parte de sus conversaciones con el general, que el lunes cumpliría cien años

Día 28/04/2012 - 19.22h

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El General Gutíerrez Mellado, haciendo frente a los abucheos e insultos proferidos contra él por extremistas.

EFE
«¡Hola, no te levantes! A ver, cuéntame, ¿cómo va hoy la cosa? Aparte de cabrón, hijo puta y traidor, ¿qué otros piropos?». Era lo que le decía en 1982 el general Manuel Gutiérrez Mellado al periodista Jesús Picatoste durante la elaboración del libro «Un soldado de España» que al año siguiente publicaría la editorial Argos Vergara y que fue un extraordinario éxito de ventas. Es parte del artículo escrito por Picatoste que hoy publica ABC en su edición impresa dentro de las páginas especiales dedicadas al centenario del nacimiento del general.

«Fue un libro de conversaciones -explica ahora Picatoste- casi doscientas páginas, donde el general respondió a las más variadas cuestiones, fuesen personales, profesionales o políticas. No unas memorias, no. "Jamás, jamás las escribiré", decía Gutiérrez Mellado. "Si yo hablara, sería malo para la convivencia española. Prefiero pensar que todos los que me han atacado lo hacen con buena voluntad". Le tentaron, naturalmente, con ofertas editoriales que rehusó. A la vista de las cifras que hoy se manejan para que políticos destacados recojan sus vivencias, ¿cómo se cotizarían actualmente las memorias pormenorizadas de este militar, pieza fundamental de la Transición

Los ultras le insultaban

«Y aún así, tuve que manejar un millar de argumentos para persuadirle de la conveniencia de que se dejara someter a un largo cuestionario para que iluminara, al menos en parte, algunos hechos significativos por él protagonizados y replicara a tanto insulto y descalificación que le dedicaban desde los sectores militares y civiles más ultras».

«Allí, en el palacio de la Moncloa, al caer la tarde, venía desde su despacho de vicepresidente hasta el mío, de la dirección general de Relaciones Informativas: “¡Hola, no te levantes! A ver, cuéntame, ¿cómo va hoy la cosa? Aparte de cabrón, hijo puta y traidor, ¿qué otros piropos?”. Se sentaba unos minutos ,era un militar dolorido por la incomprensión. Pero no abatido», sentencia Picatoste. 

El día en que quisieron fusilar a Gutiérrez Mellado

En el centenario de su nacimiento, ABC rescata las actas del juicio al que le sometieron las autoridades republicanas durante la Guerra Civil

Día 28/04/2012 - 05.18h

El 13 de febrero de 1937 la ofensiva nacional sobre Madrid alcanzaba su punto álgido. Franco se encuentra exultante por la profundidad del avance de sus sesenta mil soldados sobre el río Jarama y lo que suponía debía ser una victoria inminente. La capital siente la amenaza por poder quedar aislada en cualquier momento y el temor a la quinta columna es más profundo que nunca.
En esas circunstancias, un joven teniente de Artillería, que años después pasaría a la historia como figura clave de la transición española por su actuación durante el 23-F, se enfrenta al juicio de su vida. A la hora convenida, las 11 de la mañana, el Juzgado de Urgencia número 1 de Madrid da comienzo a las vistas para analizar los cargos de «desafección» a la República que se han presentado contra Gutiérrez Mellado.

ABC rescata este domingo el expediente del juicio que la República realizó a Gutiérrez Mellado. La documentación revela cómo el padre de Gregorio Peces Barba, entonces fiscal. ayudó a su absolución. Gracias a la intervención de los familiares de Gutiérrez Mellado, se sustituyó al primer fiscal y a un jurado por magistrados más afines pero evitar su condena. Gutiérrez Mellado fabricó una coartada y en vez de huir a zona nacional optó por entregarse a las milicias y asumir las consecuencias. 

A FONDO: EL GENERAL MANUEL GUTIERREZ MELLADO


(Madrid, 1912 - Zaragoza, 1995) Militar y político español. A los cuatro años, perdió a su padre; a los ocho, a su madre. Desde entonces, él y su único hermano vivieron junto a su abuela materna; ella y algunos familiares lo apoyaron en sus años de estudiante interno en Segovia y en la temporada en que preparó el acceso a la Academia General Militar desde una pensión madrileña.

A los 17 años ingresó en la Academia de Zaragoza, de la que salió a los 21 años como teniente de Artillería y como número uno de su promoción. Participó en la Guerra Civil en el bando nacional trabajando para el Servicio de Información Militar (SIM), ejerciendo unas labores de “quintacolumnista” de las que siempre se sintió especialmente orgulloso (fue el único oficial profesional sublevado que logró escapar de Madrid y regresó para desarrollar esa difícil y peligrosa misión).

Como coronel, estuvo al mando del Regimiento de Artillería número 13; en 1970, alcanzó el generalato y fue destinado al Estado Mayor Central y al Alto Estado Mayor; después, fue comandante general de Ceuta, capitán general de la VII Región Militar (Valladolid) y jefe del Estado Mayor Central, donde colaboró con el general de signo liberal Manuel Díez Alegría. Diplomado de Estado Mayor, fue profesor de la Escuela de Aplicación de Artillería y en el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN).

Durante la Transición Democrática, asumió altas responsabilidades políticas que le depararon no pocos sinsabores en un ambiente tan caldeado como el que va desde la muerte de Franco hasta el intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981 (conocido como 23-F). Llegó a ser vicepresidente primero del Gobierno (entre el 22 de septiembre de 1976 y 1981, en que dimitió por ser contrario a la legalización de los sindicatos de izquierdas) y ministro de Defensa (momento en que, con toda honradez, se apartó de la milicia activa, a la que sólo regresó tras ocupar esa cartera Agustín Rodríguez Sahagún) con Adolfo Suárez; además, entre sus muchas obligaciones políticas, realizó diversas visitas oficiales al extranjero, particularmente a América Central y a Estados Unidos (donde estuvo con una primera misión el 24 de enero de 1976, en que se firmó el Tratado de Cooperación y Amistad).

Su actitud en el intento de golpe militar del 23 de febrero lo hizo merecedor de la admiración de la mayoría de los españoles; a este respecto, los medios de comunicación fueron determinantes al difundir las famosas imágenes en que Gutiérrez Mellado se enfrenta al teniente coronel Tejero en la sala del Congreso de los Diputados. Las cámaras de televisión recogieron también otros enfrentamientos previos con compañeros de armas de menor rango, como el que tuvo en Cartagena con el general Atarés, jefe de la III Zona de la Guardia Civil, o el del Hospital Militar Gómez Ulla de Madrid, en que se enfrentó al capitán de navío Menéndez Vives, con motivo del entierro de dos policías y un guardia civil asesinados por el Grapo.

Desde su paso a la reserva, desarrolló una actividad en varias tareas filantrópicas, como la ayuda a los drogodependientes, en la que no cesó ni siquiera tras descubrírsele una grave afección cancerígena. Falleció en un accidente de tráfico en la autovía entre Madrid y Guadalajara, cuando se dirigía, precisamente, a participar en un acto de lucha contra la droga.


Sin duda, la imagen más conocida de Gutiérrez Mellado se produjo durante el golpe de Estado 23 de febrero de 1981. Levantándose de su escaño, acudió presto a pedir explicaciones a los golpistas, ordenándoles que pusieran fin a su insurrección, y resultando ser zarandeado por éstos. Esta escena, de varios guardias tratando de reducir sin éxito a un hombre de casi setenta años, ha quedado grabada en la memoria de muchos españoles y simboliza la irreversibilidad del proceso democrático.




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