La inminente entrada de mujeres en los submarinos de Estados Unidos generó recientemente un acalorado debate en este blog.
Sorprendentemente, hubo muchos lectores -sospecho que la gran mayoría eran
varones- que apoyaron una serie de peregrinos argumentos sobre la incapacidad
física de las soldados de la Marina para prestar el mismo servicio en los
submarinos que sus compañeros hombres. Creo que el gran escollo no es físico,
sino cultural. No hay nada que diferencie física o intelectualmente a un hombre
y a una mujer a la hora de poder servir en un submarino. Pero las mujeres se
enfrentan a un gran problema en las fuerzas armadas no sólo en los submarinos,
no sólo en la Marina y ni siquiera sólo en EE UU: el abuso sexual.
Precisamente este martes, el Pentágono publicó las conclusiones sobre una investigación al respecto en sus
Academias Militares. El resultado: las demandas por abuso sexual han
aumentado dramáticamente en las academias militares norteamericanas en el curso
2010/2011. Desde 2008 han crecido en un 260%, situándose en las 65 demandas. En
la inmensa mayoría de las que hay datos (todas menos dos) las víctimas son
mujeres. La mayoría de agresiones toman la forma de violación. Hay también un
caso de sodomía no consentida (el Pentágono no da razones por las que no se
incluye dentro de la violación general) y varios episodios de contacto sexual
indeseado.
Hay en EE UU cinco academias militares, una por cada rama del Ejército. El
estudio se realizó en las tres principales: la de la Marina en Annapolis, la del
Ejército de Tierra en West Point y la de la Fuerza Aérea en Colorado Springs.
Hay en ellas más de 13.000 cadetes y guardiamarinas (alumno en los dos años
precedentes a su nombramiento como alférez de fragata). En el curso 2008/2009 se
registraron 25 demandas por acoso sexual. En el posterior aumentaron hasta 41.
Según asegura el informe revelado ayer, las 65 demandas registradas el curso
pasado son sólo la punta de un gran iceberg:
“La agresión sexual es uno de los crímenes de los que menos se informa en EE
UU. Las investigaciones al respecto revelan que las víctimas sólo revelan a las
fuerzas del orden una fracción de las agresiones sexuales que sufren cada año.
Ese comportamiento se mantiene igual dentro de las academias militares y de las
Fuerzas Armadas en general. Las investigaciones demuestran que revelar un crimen
de esa naturaleza es el primer paso de las víctimas hacia la búsqueda de
tratamiento y otras formas de ayuda”.
Previamente, este año, otro informe reveló que los casos de acoso sexual en las academias
militares aumentaron un 11% en 2010. En total, el año pasado, un 9’1% de las
mujeres cadetes y guardiamarinas sufrió acoso sexual, frente al 1’2% de los
varones. De esas mujeres, un 25% aseguró que sufrió manoseos inapropiados. Un
39% dijo que experimentó al menos un intento de violación y un 34% aseguró haber
sido violada. La inmensa mayoría de violadores, un 98%, son hombres. Y un 94%
son, además, cadetes (es decir, no se aprovecharon de su rango para abusar
sexualmente de las mujeres). Lo más revelador del estudio: sólo un 14% de
cadetes y guardiamarinas presentó denuncia formal.
Ante estos datos, el Pentágono ha
cambiado dos normativas para facilitar las demandas. Por un lado, permite a
aquellos cadetes que informen de acoso sexual que soliciten un traslado de
unidad de forma urgente. La nueva regla se aplica también a aquellos estudiantes
que presenten denuncias de forma secreta. (A los cadetes se les permite
presentar informes restringidos de los que no se informa a sus mandos). La
segunda nueva norma permite que las sanciones contra soldados por acoso sexual
se mantengan en sus hojas de servicio durante largos periodos de tiempo, para
que sus mandos sepan de antecedentes de abuso sexual y puedan tomar medidas para
prevenirlos.
“Un solo caso de acoso sexual ya es demasiado”, ha dicho el Secretario de
Defensa, Leon Panetta. “No hay lugar en el Ejército para ese tipo de abusos”. La
gran pregunta ahora es si esas dos medidas serán suficientes para evitar que la
cifra de demandas baje en los próximos años. O para que, si sube, obedezca a que
más cadetes deciden informar de los abusos sexuales sufridos.
Ante estos datos, el Pentágono ha
cambiado dos normativas para facilitar las demandas. Por un lado, permite a
aquellos cadetes que informen de acoso sexual que soliciten un traslado de
unidad de forma urgente. La nueva regla se aplica también a aquellos estudiantes
que presenten denuncias de forma secreta. (A los cadetes se les permite
presentar informes restringidos de los que no se informa a sus mandos). La
segunda nueva norma permite que las sanciones contra soldados por acoso sexual
se mantengan en sus hojas de servicio durante largos periodos de tiempo, para
que sus mandos sepan de antecedentes de abuso sexual y puedan tomar medidas para
prevenirlos.
“Un solo caso de acoso sexual ya es demasiado”, ha dicho el Secretario de Defensa, Leon Panetta. “No hay lugar en el Ejército para ese tipo de abusos”. La gran pregunta ahora es si esas dos medidas serán suficientes para evitar que la cifra de demandas baje en los próximos años. O para que, si sube, obedezca a que más cadetes deciden informar de los abusos sexuales sufridos.
“Un solo caso de acoso sexual ya es demasiado”, ha dicho el Secretario de Defensa, Leon Panetta. “No hay lugar en el Ejército para ese tipo de abusos”. La gran pregunta ahora es si esas dos medidas serán suficientes para evitar que la cifra de demandas baje en los próximos años. O para que, si sube, obedezca a que más cadetes deciden informar de los abusos sexuales sufridos.
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