miércoles, 4 de mayo de 2011

GAGOMILITARIA NOTICIAS.-ESPECIAL MUERTE DE BIN LADEN. DES PUES DE EXITO DE LA OPERACIÓN EE.UU SE CENTRA EN COMO NO CREA UN NUEVO MITO








¿'Peregrinación' a Abbottabad?

Comerciantes de la localidad aseguran que el líder terrorista era su cliente
Civiles, militares, investigadores y periodistas acuden junto a la mansión del millón de dólares
Hamida, residente, cuenta que ha hecho fotos de sus tres niñas adolescentes junto a la vivienda

Desprovista del quién, la curiosidad vira ahora en Abbottabad hacia el dónde. En el día posterior a la acción relámpago que acabó con la vida de Osama Bin Laden, vecino al mismo tiempo tan clandestino como ilustre, la pequeña ciudad paquistaní se despertó con sed de información y en el centro de la atención mediática planetaria.

Decenas de civiles, militares movilizados por Islamabad, investigadores, periodistas de todo el mundo y, en general, curiosos de cualquier edad se han apostado a lo largo de la jornada junto a la denominada mansión del millón de dólares, en cuyo acceso principal luce a modo disuasorio un precinto policial de color rosa y varias firmas garabateadas.

Unos visitantes han acudido empujados por el deber profesional. Los más, presumiblemente impelidos por el morbo, a la caza del 'souvenir' yanqui -los restos del helicóptero abandonado por los Seals se podrían cotizar a buen precio en ciertas subastas 'online'- o con la esperanza ingenua de encontrar en el perímetro de la casa fortificada alguna clave sobre los últimos instantes en vida del cabecilla de Al Qaeda. Washington señala a este respecto que su 'enemigo público número uno' incluso ha podido vivir en el complejo desde hace cinco o seis años, y no en una espartana cueva de la frontera afgano-paquistaní.

La ausencia del cadáver, por consiguiente, deja a la residencia como escenario propicio para el fetichismo disfrazado de rito. La historia reciente es generosa en ejemplos de santuarios levantados sobre cimientos de sangre e idolatría. En cambio otros, como el 'Führerbunker' berlinés o la escuela de La Higuera (Bolivia) donde se exhibió el Che de cuerpo presente, por citar un par de figuras de parecido impacto totémico, no aparecen en ese macabro mapa de culto.

En espera de lo que deparen los próximos días, sobre todo si la fotografía del líder terrorista exánime se hace esperar y el escepticismo entre la opinión pública del mundo árabe se acrecienta, la leyenda discurre por Abbottabad siguiendo su propio guión. El panadero Mohamed Asif y otro tendero ya han revelado de manera oportuna a las agencias de noticias que uno de los hijos de Bin Laden -escondido tras el nombre de Tariq- y él mismo frecuentaban con regularidad sus negocios. "Estoy orgulloso, porque es un héroe que desafió a Estados Unidos", proclama Asif.

Hamida, residente también, cuenta que ha hecho fotos de sus tres niñas adolescentes en pantalones vaqueros y camisetas de colores. "Vamos a subirlas a Facebook para mostrar a nuestros amigos que vivimos junto a Bin Laden", ha bromeado una de ellas, Hiba, de 14 años.

Abdullah Jan y Arshad Tariq también especulan sobre la identidad de quienes compartían barriada. "Siempre pensé que los dos eran pastunes paquistaníes", dicen en referencia a Bin Laden y su supuesto hijo, "pero ahora que lo pienso, algunas cosas no encajan".

Y enumeran: "Tenían la piel más blanca y llevaban cortada la barba como los árabes". Ningún médico los visitaba, apunta Abdullah, cuando de Bin Laden se ha dicho en numerosas ocasiones que padecía de los riñones y necesitaba diálisis. Tal vez la enésima muestra de la confusión y glorificación que ha existido y existirá en torno a su figura.

Confesión clave en Guantánamo

El director de la CIA reconoce que se han practicado 'técnicas de interrogación coercitivas'.
Khalid Sheik Mohamed confirmó la identidad del correo de confianza de Bin Laden.

La identidad de la persona que puso a Estados Unidos sobre la pista de Osama bin Laden sigue siendo uno de los temas que más interés ha despertado tras la muerte del líder de Al Qaeda.

Según el principal asesor de Barak Obama contra el terrorismo, John Brennan, "no hubo una información específica conseguida en un momento en particular que nos haya llevado hasta Abbottabad [lugar donde se encontraba la residencia de Bin Laden]". "La información sobre el paradero de Bin Laden se ha adquirido a lo largo de los años", aseguró Brennan en la CNN.

Otros medios, en cambio, si se han atrevido a poner fecha y nombre al dato clave en la búsqueda del terrorista. Según el 'Daily Mail', la pista definitiva la otorgó el nombre de un correo, Abu Ahmad al-Kuwaiti.

Este misterioso personaje fue identificado después de que uno de los comandantes de Al Quaeda detenido en Guantánamo admitiera que lo conocía y que tenía relación directa con Bin Laden. Según relata el diario británico, una vez que el Ejército de Estados Unidos obtuvo dicha información, 'inundó' Pakistán de agentes secretos desesperados por hallar un rastro de él, que los llevaría a la guarida del hombre más buscado del mundo.

Pero conseguir el nombre del correo no fue tarea fácil. Durante muchos años, Ahmed fue conocida sólo por su "nombre de guerra ', Abu Ahmed al-kuwaití, un correo que solía desplazarse por Pakistán en un Suzuki blanco. Los primeros indicios sobre su importancia llegaron a la CIA tras el 11-S y las confesiones de varios de los detenidos después del atentado.

Se lo identificó como uno de los mensajeros de Bin Laden, un ayudante líder terrorista de suma confianza. Pero los detalles eran escasos y la pista se quedó fría rápidamente.

No fue hasta 2004, tras la captura en Irak de un agente de Al Qaeda, Hassan Ghul, cuando la CIA comenzó a avanzar. Ghul aseguró a la agencia norteramericana que Al-Kuwait era el mensajero clave y que él estaba cerca de Faraj Al Libbi, ex jefe de operaciones de Al Qaeda, quien reemplazó a Khalid Sheik Mohammed. La persecución estadounidense aumentó hasta que se logró capturar a Al Libbi, informó el 'New York Times'.
Interrogatorios de la CIA

Bajo interrogatorio de la CIA, Al Libbi admitió que cuando fue promovido para suceder a Mohamed, recibió el anuncio a través de un mensajero. Esto hizo que toda la fuerza de los interrogatorios cayeran sobre Khalid Sheik Mohamed. Pero este siempre negó conocer a dicho correo. Lo hacía de manera tan inflexible que su negativa fue considerada como mentira por la CIA.

Sheik fue sometido 183 veces a la tortura de la bañera ('waterboarding'). La sesión extenuante de inmersiones en agua para que confesara se le practicaron en una prisión secreta de la CIA en Polonia en 2003. Estás prácticas han sido reconocidas por el director de la CIA, Leon Panetta, en una entrevista a la cadena de televisión NBC.

"En este caso, las técnicas de interrogación coercitivas fueron empleadas contra algunos de estos detenidos. Y el debate sobre si podríamos haber obtenido la misma información a través de otros enfoques, creo que siempre va a ser una pregunta abierta", indicó Panetta.

Pese a todo, Sheik Mohamed no confesó mediante la polémica técnica de asfixia simulada. Lo hizo dos años después, durante un interrogatorio convencional. Fue entonces cuando la CIA se convenció de que si encontraban a Abu Ahmed, darían también con Bin Laden. Y así fue.

España reforzará la seguridad de las embajadas en zonas con riesgo yihadista

El Gobierno reforzará la seguridad de las instituciones españolas presentes en el Magreb, el Sahel, Afganistán y Pakistán tras la operación de EEUU que concluyó con la muerte de Osama bin Laden. Para ello se emplearán miembros de las fuerzas de seguridad españolas y también de otros países. No obstante, la alerta se va a mantener tal y como está, en nivel "alto-alto".

El vicepresidente primero y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, lo ha anunciado en una rueda de prensa celebrada para exponer las conclusiones de la reunión a la que ha asistido él mismo junto al presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, y las titulares de Exteriores y de Defensa, Trinidad Jiménez y Carme Chacón.

Con el fin de hacer frente a la amenaza del terrorismo yihadista, el Ejecutivo también planea proteger de manera especial a las empresas, ONG y cooperantes presentes en las zonas con mayor riesgo de atentados yihadistas.

No obstante, Rubalcaba subrayó que la muerte de Bin Laden "no supone un mayor peligro para España", y "no supone un cambio sustancial en la organización Al Qaeda". El lunes, nada más conocerse la operación de EEUU, el vicepresidente primero habló de un "riesgo evidente" de "represalias" por parte de las células islamistas.
Misiones en el exterior

Este lunes Defensa anunció que había dado instrucciones a los responsables de los contingentes españoles desplegados en misiones en el exterior a fin de que se extremen las medidas de autoprotección en las zonas de operaciones en las que participan las Fuerzas Armadas españolas.

Previamente a este anuncio, Rubalcaba también había señalado que no cree que sea el momento adecuado para replantearse la operación internacional en Afganistán, ya que ésta tiene "otro calado". "Bin Laden era una persona importantísima para Al Qaeda por su carisma y liderazgo, pero su estructura es mucho más compleja, con presencia en Afganistán y Pakistán", ha recordado.

Fuente Diario "EL MUNDO"



La muerte de Bin Laden

El fiscal de EE UU afirma que la operación fue legal

Holder evita achacar la captura de Bin Laden a las técnicas de tortura de la CIA

El fiscal general de EE UU, Eric Holder, defendió ayer sin lugar a dudas la legitimidad de la operación militar de EE UU en Pakistán que resultó en la muerte del terrorista Osama bin Laden. Las acciones fueron "legales, legítimas y adecuadas en cada manera. Las personas responsables de la operación, tanto en la decisión de llevarla a cabo como de ejecutarla, actuaron bien", sentenció Holder ante el Comité de Asuntos Judiciales de la Cámara de Representantes.

Holder dijo en su comparecencia que la información que propició la caza, captura y muerte de Bin Laden provino de un mosaico de fuentes diversas. Ante la pregunta de si técnicas como el waterboarding o ahogamiento simulado habían hecho posible el abatimiento del líder de Al Qaeda, Holder respondió: "No lo sé". El fiscal zanjó así una polémica que surgió después de que el ex vicepresidente Dick Cheney asegurara que la operación militar pone en bandeja el poder afirmar que el controvertido programa de interrogatorios -eufemismo para torturas- de la CIA ha dado sus frutos. Sin embargo, la Casa Blanca ha sido muy cuidadosa para evitar cualquier relación entre el éxito de la operación y las técnicas extremas aplicadas en los interrogatorios secretos de la Agencia entre 2002 y 2003, y utilizadas en Guantánamo.

Ante otra pregunta, si hubiera sido mejor capturar con vida y llevar a Bin Laden a juicio Holder fue muy claro: con Osama bin Laden se ha hecho justicia. Holder, que durante años se opuso a las comisiones militares de Guantánamo y asumió el deber de cerrar esa cárcel por orden de Barack Obama, cambió de rumbo el mes pasado. Ante la imposibilidad de cerrar la prisión, anunció que esas mismas comisiones se reanudarán con el juicio al supuesto ideólogo de los ataques del 11-S, Jaled Sheij Mohamed. Las informaciones reveladas por la Casa Blanca indican que la CIA pudo haber obtenido el paradero de Bin Laden gracias a un interrogatorio a ese supuesto terrorista, capturado en 2003 en Pakistán. Holder no quiso abandonar el Capitolio sin asegurar que "la utilización de todos los recursos disponibles y las herramientas adecuadas -incluyendo nuestro sistema judicial federal- nos permitirá estar vigilantes ante las amenazas internacionales y nacionales".

Diversos miembros de la Administración anterior se apresuraron el lunes a alabar la labor de Obama y a reivindicar, de una forma más o menos patente, las políticas antiterroristas de George W. Bush. Cheney no dejó lugar para la ambigüedad, reivindicó tiempos pasados, aunque también se cubrió las espaldas. "No tengo información suficiente para hablar con autoridad de este tema pero entiendo que el programa de interrogatorios especiales que creamos produjo algunos de los resultados que nos llevaron a la captura legítima de Bin Laden", dijo Cheney en una entrevista en el canal Fox News. "Necesitamos que esas políticas se mantengan intactas para poder tener un éxito final en este campo".

La decisión más difícil de Obama

El presidente ordenó el asalto solo con el 60% de garantías de la presencia de Bin Laden en la casa y sin el consenso de su equipo - El terrorista estaba desarmado

El viernes 29 de abril, a las ocho de la mañana, en una reunión con sus cuatro colaboradores más directos en materia de seguridad en la Casa Blanca, Barack Obama anunció la decisión más difícil de su carrera: atacar por tierra la residencia en la que se creía que podía estar Osama bin Laden. Era una decisión que entrañaba altos riesgos operativos, que no tenía pleno consenso entre sus asesores y que podría haber conducido a un choque con tropas paquistaníes. Pero era la oportunidad de asestar un golpe decisivo al terrorismo y el presidente, después de pensarlo durante 16 horas, dijo: "Adelante".

Era uno de esos instantes en los que está en juego toda una presidencia, y Obama lo afrontó con bastante audacia, teniendo en cuenta que el director de la CIA, Leon Panetta, aunque recomendaba la intervención, solo le daba un 60% de garantías de que el líder de Al Qaeda estuviera dentro de la mansión que se pensaba atacar.

"Yo le dije que, tomando todo en consideración, tenemos la mejor evidencia desde la batalla de Tora Bora, y eso nos dejaba claro que teníamos la obligación de actuar", recordó ayer Panetta en una entrevista.

Otros miembros del Gabinete de Obama no lo veían del mismo modo. El secretario de Defensa, Robert Gates, advirtió de las enormes dificultades de una operación terrestre y se inclinó por recomendar un bombardeo con aviones B-2, lo que hubiera asegurado la destrucción de la residencia de la ciudad de Abbottabad, a unos 60 kilómetros de Islamabad, sin los riesgos que comportaba la utilización de un comando.

Según la reconstrucción de los hechos que puede hacerse uniendo la información facilitada por distintas fuentes oficiales norteamericanas, Obama participó en cinco reuniones dedicadas a analizar este asunto. La primera, el 14 de marzo; la última, el jueves 28 de abril, que el presidente cerró, con toda la información disponible en la mano, solicitando tiempo para meditar en soledad el camino a tomar.

Tres alternativas

A lo largo de esos 40 días, se le habían presentado tres opciones: el asalto con comandos, el bombardeo con B-2 y una operación conjunta con fuerzas paquistaníes, lo que permitiría hacer los preparativos de forma más abierta y evitar el peligro de que el Ejército del país en el que había que actuar acabase atacando a lo que tendría que ser una fuerza invasora.

Panetta, según relató ayer, se manifestó en contra de esta última opción por la desconfianza que le ofrecían los militares y los servicios secretos paquistaníes, que siempre han hecho un doble juego en su actitud ante la guerra entre Estados Unidos y Al Qaeda. "Estaba decidido que cualquier intento de trabajar con los paquistaníes hubiera puesto en peligro la operación; podrían haber alertado al objetivo", ha confesado el director de la CIA.

Obama se interesó por la forma precisa en que sería ejecutado el bombardeo, que parecía la opción más sencilla. Fue informado por oficiales de la fuerza aérea de que, para asegurar la destrucción de la residencia y la muerte de sus ocupantes, sería preciso arrojar 32 bombas de una tonelada cada una, lo que hubiera provocado un cráter en el que hubiera sido casi imposible identificar restos humanos.

El presidente consideró que una acción así nunca habría servido para demostrar ante el mundo que Estados Unidos había abatido a Bin Laden, con lo que todo el esfuerzo hubiera resultado en vano. No le gustó la propuesta desde el principio, y la idea de ordenar la intervención de los SEAL, la fuerza de élite de la Armada asignada al Comando Conjunto de Operaciones Especiales, se abrió paso, pese a todos sus inconvenientes, como la única alternativa viable.

Ese mismo 28 de abril en el que Obama dio por concluidos los debates sobre lo que se denominaría Operación Gerónimo, apareció en público para presentar su certificado de nacimiento ante las dudas que habían hecho circular algunos de sus más acérrimos rivales políticos.

Operación sin absolutas garantías

Antes de ese día y de las reuniones en las que el presidente intervino, los principales responsables de seguridad habían ido acumulando pruebas sobre la presencia de Bin Laden en Abbottabad a partir del seguimiento hecho -no está claro si desde julio o agosto de 2010- al mensajero de Al Qaeda que había sido identificado por presos de Guantánamo. Era una buena cantidad de material, obtenido con aviones espía y agentes sobre el terreno, pero no lo suficiente como poder darle al presidente absolutas garantías de acierto.

El viceconsejero de Seguridad Nacional, Denis McDonough, que estuvo en la reunión del 29 de abril en la que Obama comunicó su decisión, admitió ayer que, cuando el presidente se sentó el domingo siguiente a las 2.05 de la tarde en la War Room de la Casa Blanca para seguir el relato que Panetta hacía de la operación en directo, "no tenía plena certeza" de lo que encontrarían en Abbottabad. "Tenía, eso sí, absoluta confianza en que su equipo había trabajado de forma eficaz", añadió McDonough.

Lo que vio Obama en la War Room a partir ese momento, según el relato facilitado ayer por el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, fue el descenso en dos helicópteros del comando de los SEAL sobre la residencia, su irrupción en la casa, donde mataron a dos hombres -al parecer, mensajeros- que ofrecieron resistencia, y su ascenso hacia la planta superior, donde encontraron y mataron a Bin Laden.

Carney aportó ayer algunas novedades sobre los detalles de la operación: Bin Laden estaba desarmado, la mujer -aparentemente, su esposa- tras la que se protegió no resultó muerta, como se dijo en un principio, sino únicamente fue herida en la pierna. El portavoz de la Casa Blanca dijo que el hecho de que Bin Laden estuviera desarmado no modifica la calificación de que ofreció resistencia, ya que "existen otros modos de resistencia que el de esgrimir un arma".

Concluida la operación militar, los miembros del comando registraron cuidadosamente el edificio y se incautaron de varios ordenadores y discos en los que los investigadores norteamericanos confían en encontrar pistas para perseguir a otros dirigentes de Al Qaeda. Uno de los helicópteros resultó averiado al rozar una valla de la mansión y fue destruido por los propios soldados norteamericanos, aunque no se sabe con seguridad si estos abandonaron después el lugar en el único helicóptero que quedaba disponible o se hizo uso de otros vehículos. Lo que sí confirmó la Casa Blanca es que el cuerpo de Bin Laden fue trasladado en helicóptero al portaaviones Carl Vinson, en el mar Arábigo, desde donde fue lanzado al mar después de cumplirse los ritos funerarios que exige el Corán.


El director de la CIA segura que se publicará la foto del cadáver de Bin Laden


La Casa Blanca cree que mostrar la imagen del líder de Al Qaeda puede resultar "incendiario", pero que se hará "tarde o temprano".- Los talibanes dudan de la fiabilidad de las pruebas de ADN

El director de la CIA, Leon Panetta, no tiene dudas de que, tarde o temprano, el Gobierno de EE UU decidirá divulgar la foto del cadáver del exlíder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, muerto en la madrugada del lunes en Pakistán. En una entrevista para la cadena estadounidense NBC, el jefe de la agencia de inteligencia estadounidense, ha asegurado que "el Gobierno ha estado hablando claramente sobre la mejor forma de hacer esto" y ha añadido que él no tiene dudas de "en última instancia, se presentará una fotografía al público".

La Casa Blanca ha reconocido a través de su portavoz, Jay Carney, que las fotos y el vídeo del cuerpo sin vida de Osama Bin Laden que obran en su poder podrían tener un "efecto incendiario". Ese es uno de los factores por los que están debatiendo la idoneidad de publicarlas. Otro es que las imágenes son muy "truculentas". Carney ha pedido paciencia y ha asegurado que se tomará "la decisión adecuada".

Diversos legisladores norteamericanos han pedido al Ejecutivo que les dé la prueba visual definitiva de que el cuerpo que los soldados lanzaron al océano era el del terrorista saudí, líder de Al Qaeda. Hasta este momento, el Gobierno se ha limitado a decir que, después que el equipo de los Seal de la Marina matara a Bin Laden de diversos disparos, uno de ellos en la cabeza, se llevó su cuerpo y lo enterró en alta mar. Diversos miembros del Gobierno creen que la imagen de Bin Laden con un disparo en la cabeza podría darle fuelle al antiamericanismo en el mundo islámico.

Existen al menos tres grupos de fotos que confirmarían que Washington ha acabado con Osama Bin Laden: de la operación en Abbottabad, Pakistán; del hangar militar en Afganistán donde se llevó el cuerpo, y de la ceremonia en la que se lanzó el cuerpo al océano. "Estamos considerando si publicamos información adicional, más detalles de la operación y otro tipo de material, probablemente esas fotos", ha dicho el asesor de Barack Obama en materia antiterrorista, John Brennan. "Queremos, primero, entender qué tipo de reacción puede suscitar la publicación de ese tipo de información". Las fotos que podrían difundirse en cualquier momento mostrarían, entre otros detalles, el hangar donde fue trasladado el cadáver, según informa la BBC.

Algunos medios en EE UU, como Drudge Report dan por hecho que Obama ha decidido dar una foto bastante "gráfica". Fuentes oficiales citadas por la agencia AP han asegurado que en las imágenes se ve el rostro de Bin Laden deformado por un impacto de una bala pocos centímetros por encima de su ojo izquierdo que le destrozó parte del cráneo. El cadáver también presenta heridas de bala en su pecho. Las mismas fuentes aseguran que los militares grabaron un vídeo del supuesto entierro en el mar. Otras fuentes oficiales que recoge la cadena CNN afirman que hay alguna imagen demasiado truculenta y que, de publicarse, se seleccionarán las menos impactantes.

El presidente del Comité de Seguridad Nacional del Senado, el independiente Joe Lieberman, le ha pedido a la Casa Blanca que difunda esas fotos para disipar cualquier duda. "Mi instinto me dice que será probablemente necesario publicar esas fotos, pero respetaré cualquier decisión que tome el presidente", ha dicho Lieberman en conferencia de prensa en el Capitolio. "Por mi parte, sobre la base de cierta información que he recibido, estoy totalmente convencido de que el hombre al que se mató ayer era Osama Bin Laden".

La senadora republicana Susan Collins pidió también la difusión de esas imágenes, aunque se mostró "totalmente convencida" de que el cuerpo era el de Bin Laden, ya que las pruebas de ADN habían dado resultados coincidentes casi al 100% con muestras de diversos familiares del terrorista. "Aun así, reconozco que habrá quienes quieran crear un mito de que sigue vivo y que de algún modo erramos", dijo, también en conferencia de prensa.

Los propios talibanes, asociados de Al Qaeda en la guerra afgana, han expresado dudas de que EE UU haya matado realmente al terrorista saudí en Abbottabad. A través de su portavoz, Zabiullah Mujahid, los fundamentalistas islámicos han expresado dudas de que las pruebas de ADN sean convincentes y han pedido fotos. "Estas son noticias que nos vienen sólo de una parte, de la oficina de Obama, y los americanos no han mostrado ninguna prueba que ayude a confirmar esa información", dijo Mujahid en un correo electrónico. "Fuentes cercanas a Osama Bin Laden no han confirmado o refutado esa información".

Fuente Diario "EL PAÍS"



La Casa Blanca confirma que Ben Laden no iba armado, «pero ofreció resistencia» n Los militares barajaron la posibilidad de un bombardeo

«Estaba desarmado»

Como cada domingo que hace buen tiempo el presidente Barack Obama se levantó pronto para poder ir a jugar al golf. Nada hizo pensar al resto del equipo de la Casa Blanca que iba a ser un día diferente. Entonces, a todo el mundo le pasó desapercibido que el demócrata jugó sólo 9 agujeros en vez de los 18 que acostumbra.


- Siete franceses, en el punto de mira
- Embajadas y cooperantes son nuestros puntos débiles
- Manual para no crear un mito

4 Mayo 11 - Nueva York - Marta Torres

A la una de la tarde (las siete, hora peninsular) se reunió con un equipo de guerra en la sala de Situaciones de la Casa Blanca. Allí, estaba el jefe del Pentágono, Robert Gates, el vicepresidente Joe Biden, la secretaria de Estado, Hillary Clinton y el jefe del Estado, Mike Mullen, entre otros. Con sus zapatos de golf todavía puestos, Obama se marchó para volver justo antes de las tres y media (nueve y media en España), hora a la que empezó la operación de la caza de Osama Ben Laden.

A Obama no se le movió un músculo de la cara durante los 38 minutos exactos que duró el ataque. Los segundos pasaron como si fuesen horas. Biden sujetó en todo momento un rosario en la mano. Y hubo un instante, cuando se perdió un helicóptero por un fallo mecánico, en el que a Obama casi se le paró el corazón. Mientras, vía satélite, el director de la CIA, Leon Panetta, que se encontraba en el cuartel general de los espías al otro lado del río Potomac, relató lo que pasaba en Pakistán: «Han alcanzado el objetivo», dijo Panetta cuando el equipo de élite SEAL llegó a la mansión del terrorista.

Pasaban los minutos y no se escuchaba nada en la sala. Estos temidos militares de aire, mar y tierra habían descendido en dos helicópteros hacia la casa donde se encontraba Ben Laden. Los SEAL llevaban explosivos, armas y dispositivos de visión de nocturna. Según la Casa Blanca, Ben Laden estaba desarmado pero «ofreció resistencia». Minutos después, el director de la CIA anunciaba: «Tenemos contacto visual de Gerónimo», el nombre en código que se había dado al líder de Al Qaida.

Unos minutos más tarde, Panetta anuncia: «Gerónimo EKIA» –las siglas en inglés de ‘‘Enemy Killed in Action’’ (Enemigo Muerto en Acción, en español)–, a lo que Obama responde: «Lo tenemos chicos». Así terminó la operación de caza y captura del peor enemigo de Estados Unidos. Atrás quedaron las dudas de los consejeros de Obama sobre la información que les llegó sobre el paradero del terrorista.

Fue el viernes antes de irse a Alabama para visitar a los damnificados por los tornados cuando Obama tomó su decisión. Durante los dos últimos meses, el Consejo de Seguridad Nacional tuvo cinco reuniones con el presidente al respecto. Examinaron los pros y contras de que un pequeño grupo de tropas de élite atacase la mansión donde creían que estaba Ben Laden. Había otras dos opciones: un bombardeo aéreo o esperar a recibir más información. Como suele hacer, Obama optó por la decisión intermedia. «Vamos con ello», dijo a sus consejeros el pasado viernes cuando se levantó por la mañana.

Así las cosas, la noche del domingo al lunes en Pakistán un par de helicópteros abandonaron Jalalabad al este de Afganistán. Los dos BlackHawk entraron en el espacio aéreo de Pakistán utilizando un sistema tecnológico sofisticado para evadir los radares paquistaníes y no ser identificados. Oficialmente, la misión era de caza o captura. Según la política de Washington, Estados Unidos no mata a personas desarmadas que tienen la intención de rendirse.

Los dos helicópteros descendieron en el complejo dejando a los SEAL dentro. Entonces, todavía no habían comenzado los disparos. Justo después, uno de los BlackHawk se estrelló y rodó por el suelo debido a un fallo mecánico, aunque ninguno de los soldados resultó herido. La misión siguió adelante. Mientras, la CIA y la Casa Blanca seguían la operación desde Washington. Estos hombres sabían que la familia de Ben Laden estaba en el segundo y tercer piso de uno de los edificios. Recorrieron habitación por habitación en busca del terrorista hasta que le encontraron y le dispararon en la cabeza.

El jefe de los SEAL, el almirante Edward Winters del Comando Especial Naval de Guerra envió ayer un correo electrónico a sus hombres en el que les felicitó, pero también les recordó que deben seguir con la boca cerrada. La operación secreta que culminó con la muerte del líder de Al Qaida fue elaborada hace cuatro años. Entonces, uno de los conspiradores del 11-S, Khalid Sheikh Mohammed que se encuentra en Guantánamo, confesó a la CIA los nombres de los mensajeros de Osama Ben Laden. La agencia de espías siempre supo que el terrorista era lo suficientemente listo como para no vivir ni con sus comandantes ni con sus soldados. Pero también sabía que debía dar órdenes de alguna forma.

Y fue así como dieron con él. Cuando Mohammed fue detenido y llevado a Guantánamo, Ben Laden ascendió a Abu Faraj Al Libi para que ocupase su puesto. La CIA sabía que el correo que le había notificado este ascenso a Al Libi sólo podía traerlo por boca del jefe de Al Qaida. Si le encontraban a él, darían con el saudí, y así fue. El año pasado este correo tuvo una conversación telefónica interceptada por la CIA. La llamada llevó a los servicios de inteligencia a dar con este hombre y, como ya habían pensado, con Osama Ben Laden.

Su cuerpo, en la costa de Omán
Nadie sabe dónde fue lanzado el cadáver del terrorista. Según informa el «New York Times», fue arrojado a las aguas del Mar de Arabia. Antes de lanzarlo, las fuerzas norteamericanas llevaron a cabo una ceremonia fúnebre en el portaaviones Carl-Vinson, siguiendo la tradición islámica. Según la versión de un funcionario norteamericano, un oficial del Ejército habría leído un texto religioso traducido al árabe por un nativo. Desde allí fue transportado en un helicóptero hasta un punto indeterminado de la costa de Omán para ser lanzado al agua, envuelto en una sábana blanco y dentro de un bolsa pesada. La Casa Blanca sopesa publicar fotografías del cuerpo, aunque admite que tiene en cuenta el efecto «incendiario» que podrían tener esas imágenes, muy «atroces».

Porqué llamar a Ben Laden «Gerónimo»
Los nombres, como los topónimos, nunca son aleatorios. Siempre denotan una realidad. Cuando la CIA escogió el apodo de Gerónimo para Ben Laden dejaba al descubierto el subconsciente colectivo de EE UU, una sociedad acostumbrada a edificar su historia sobre una mitología efímera de iconos. El caudillo apache, que perdió a su esposa asesinada –muerte que juró vengar– defendía una causa legítima, el de un pueblo desposeído de las tierras ancestrales y condenado a vivir en una reserva. Sus incursiones pusieron en jaque a Washington, que acabó enviando un contingente desmedido de tropas para reducir al guerrillero indio. Su posición está muy alejada de lo predicado por Osama Ben Laden. El saudí reivindicaba un califato que nadie recuerda. Pero si algo comparten Gerónimo y Ben Laden es que los dos se convirtieron en unos espejismos fantasmales que EE UU persiguió y trató de recudir durante demasiados años.

El comité de crisis reunido con Zapatero pone en marcha un plan de seguridad. Preocupan los secuestros

Embajadas y cooperantes son nuestros puntos débiles

La muerte de Osama Ben Laden ha obligado al Gobierno a reforzar la seguridad de las embajadas españolas en el norte de África, el Sahel, Afganistán y Pakistán y a ponerse en contacto con las empresas y cooperantes que trabajan en esas regiones para alertarles de que hay que extremar las medidas de protección.

4 Mayo 11 - Madrid - M. G.

Así lo anunció ayer el vicepresidente primero del Ejecutivo, Alfredo Pérez Rubalcaba, tras la reunión que mantuvo en La Moncloa con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y las ministras de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, y Defensa, Carme Chacón. «No creo que la muerte de Ben Laden suponga un riesgo adicional para España», aseguró Rubalcaba al comentar la posibilidad de que el número dos de Ben Laden, Ayman al Zawahiri, quien ha amenazado a España en varios vídeos a lo largo de los últimos años, le suceda al frente de la red terrorista.

Aún, insistió en que puede haber represalias y señaló que «las próximas semanas y meses pueden ser delicados» para los intereses españoles en el extranjero. Al Gobierno le «preocupan» algunas embajadas, por lo que reforzó su seguridad. Además, se aumentará la protección de las instituciones del Estado en ciertas zonas geográficas. Por otro lado, el Ejecutivo considera que las empresas y los cooperantes que trabajan en esas zonas también tienen que mejorar su seguridad y se pondrá en contacto con ellos para informarlos de los riesgos que se pueden avecinar. También desaconsejó, a través de su página web, «todo viaje» a Pakistán ante el «elevado riesgo de terrorismo y violencia sectaria».

En la reunión celebrada en La Moncloa, de casi hora y media de duración, Zapatero y los ministros compartieron la información disponible hasta el momento sobre el nuevo escenario que se dibuja con la muerte de Ben Laden.Las tropas españolas desplegadas en Afganistán, como el resto de efectivos de la coalición internacional, estaban desde hace unos días en situación de máxima alerta ante la llegada de la primavera, cuando aumentan los ataques insurgentes, y se ha decidido adoptar «medidas adicionales» de protección para prevenir atentados.

Según Rubalcaba, la facción Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI) es «la que más nos debe preocupar» porque es la que opera más cerca de España, pero insistió en que no cree que haya un peligro adicional para el país.El ministro justificó que se mantenga el nivel dos (alto) de alerta fijado el pasado mes de octubre, cuando se subió tras recibir información de los servicios de inteligencia de varios países sobre el riesgo de un atentado yihadista en Europa.

A su juicio, ese nivel de alerta es «suficiente», aunque las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado van a revisar sus prioridades dentro de ese marco para hacer cambios y mejorar la respuesta ante la amenaza del terrorismo islamista. El ministro aseguró que la Administración estadounidense se puso en contacto con el Gobierno para facilitarle detalles de la operación llevada a cabo en Pakistán y destacó la colaboración con las fuerzas de seguridad marroquíes para garantizar que Estados Unidos suministrará cualquier información que sea relevante para la seguridad de los intereses europeos.

Manual para no crear un mito

Existe algo más peligroso que un hombre: su leyenda. EE UU ha aprendido algunas lecciones del pasado y no quiere repetir viejos errores. ¿Debe mostrar fotografías del cadáver de Ben Laden? ¿Contribuirán esas imágenes a cimentar la figura de un nuevo mito?

4 Mayo 11 - Madrid - J. Ors

En la Casa Blanca aún permanece viva la instantánea del «Che» Guevara muerto. Su cuerpo tendido sobre una mesa, con los ojos abiertos, la barba rizada, sucia, despeinada y la mirada cristalizada por el vacío. El Gobierno de Obama quiere evitar que la muerte convierta al terrorista en un mártir. Ha tomado precauciones. Ni un solo vídeo, ni una sola foto. Ha sepultado el cuerpo en el mar, en menos de veinticuatro horas y según reza la tradición islámica. Las olas parecen un lugar apropiado para que desa-parezca. El mejor que podían encontrar. Una tumba siempre propiciaría el nacimiento de un culto que, en este caso, todos desean evitar.

Algunas voces se han alzado y reclaman ahora una prueba que verifique ante el mundo que Ben Laden ha muerto. Existen varias imágenes. Las que se tomaron en el funeral y la que captó después del asalto uno de los soldados que participaron en la operación y que se envió a los servicios de inteligencia de EE UU para que llevara a cabo la identificación y confirmar que habían matado al terrorista más perseguido del planeta. ¿Pero qué filtrar? ¿Contribuirá a su exaltación? Según el periodista Enrique Meneses, que fotografió al «Che» y a Fidel Castro, no ocurriría eso: «No ha habido un mito de Hitler, aunque sí ha continuado habiendo fascistas.

No creo que por haber sobrevivido 10 años se convierta en mito. Stalin tampoco lo es», asegura. ¿Una imagen ayuda a cimentar la leyenda? Para él, la respuesta también es negativa: «Un mito jamás se fundamenta en la fotografía de un hombre muerto. «En el caso del «Che», por ejemplo, todo el mundo recuerda la instantánea de Korda. Es lo que ha perdurado de él. Ese parecido con Cristo, de todas maneras, emociona mucho». Para otro experto en historia de la fotografía, Publio López Mondéjar, la razón de que una figura salte el escalón que la convierta en algo más que un nombre del pasado tiene una explicación: «No importa que una imagen sea mala.

Sólo que sea eficaz. La imagen del «Che» muerto no tiene nada especial. Todo está en el subsconsciente del que mira, de sus seguidores. Ellos aportan ese valor añadido a la imagen». En el caso de Ben Laden, para Mondejar, está claro: «Con el retrato de su cadáver o sin él, será un mito para todos los que creen en este líder. No creo que contribuya especialmente la difusión de esa instantánea para que se forme». Para él, no obstante, las fotos tomadas de muertos, sean o no conocidos, arrastran una connotación que otras no poseen. «A mí son las que más me han conmovido, de manera independiente de si esas personas son célebres o no».

Fuente Diario "LA RAZÓN"


Así cayó Bin Laden: «Geronimo, muerto en acción»


Fueron meses de preparación y sólo unos minutos de ejecución. En la Casa Blanca vivieron tensos momentos mientras seguían la operación protagonizada por los 79 soldados de élite americanos que mataron al terrorista más buscado

La agonizante persecución de Osama Bin Laden siempre acabó con las manos vacías. Así fue durante años hasta que, el pasado mes de julio, agentes paquistaníes a las órdenes de la CIA siguieron a un Suzuki blanco por las calles de Peshawar, y apuntaron su matrícula. Uno de los hombres dentro del coche era el principal correo de Bin Laden, Abu Ahmed. La CIA siguió sus pasos. Por fin descubrieron el escondite del terrorista más buscado: una fortaleza en Abbottabad rodeada de muros y alambre de espino al final de una larga y sucia carretera a 56 kilómetros de Islamabad, la capital de Pakistán.

También le habían pinchado el teléfono. El equipo de la CIA encargado de liquidar al jefe de Al Qaida tenía claro que lo único que hacía vulnerable a Bin Laden eran sus mensajeros. Era demasiado inteligente como para dejar que soldados "rasos" de su red terrorista, o incluso altos mandos, conocieran su paradero. Aun así, el jefe supremo necesitaba alguien que llevara sus mensajes al exterior. Alguien a quien pudiera confiarle su vida.

Poco después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, varios detenidos confesaron a la CIA en sus cárceles secretas que existía un correo muy cercano a Bin Laden que respondía al nombre de guerra de Abu Ahmed. Cuando EE.UU. capturó al número tres de Al Qaida, Khalid Sheikh Mohammed, él mismo dijo conocer a ese hombre, pero negó que tuviera nada que ver con la red terrorista.

Tras la llamada y la matrícula del Suzuki blanco, en una oscura noche ocho meses después del pasado julio, 79 soldados de élite americanos a bordo de cuatro helicópteros entraron a la casa de Bin Laden. Hubo disparos. Uno de los helicópteros falló y no pudo despegar. Las autoridades paquistaníes esperaban órdenes de sus aliados en Washington mientras la fuerza de élite americana se apresuraba a acabar su misión e irse antes de que estallara un enfrentamiento directo. La operación se saldó con cinco muertos, entre ellos un hombre alto, con barba, que falleció de un disparo en la cabeza. Bingo. Ese hombre con el rostro ensangrentado era Bin Laden. Los americanos lo mataron 18 años después del primer atentado contra el World Trade Center de Nueva York, en 1993. Lo mataron sobre todo una década después del mayor atentado terrorista en la historia de EE.UU., el 11 de septiembre de 2001, cuando casi 3.000 personas murieron en directo, frente a los ojos de todo el planeta, en las torres gemelas.

Un miembro de los Navy Seals sacó una foto de Bin Laden muerto y se la pasó a un experto, que la introdujo en un programa de reconocimiento del rostro. Así acabó la más costosa y desesperante caza del enemigo público número uno de Occidente. Subieron su cuerpo a un helicóptero y lo llevaron hasta el mar para que nadie pueda encontrarlo jamás.
Redención, éxito, Historia

Redención, éxito y un capítulo asegurado en la Historia. Esas son las tres grandes conclusiones del final del terrorista saudí. Redención para los servicios de inteligencia americanos que, incapaces de dar con Bin Laden, han sido duramente criticados en la última década, con actos vergonzosos como sus interrogatorios en cárceles secretas. Éxito para los militares, que ya han entrado en su tercera guerra contra un país musulmán tras ver cómo sus soldados perdían la cordura en Abú Ghraib. Y un capítulo asegurado en la Historia para Barack Obama, que tiene pendiente el cierre de Guantánamo y cuya presidencia tocó el cielo en la noche del domingo, con su triunfal mensaje anunciando el dulce sabor de la venganza.

Según publica hoy la prensa estadounidense, las últimas semanas fueron una gran incógnita de escenarios negativos. “En todas las reuniones alguien siempre mencionaba el temido ‘Black Hawk derribado’, en referencia a la desastrosa batalla de 1993 en Somalia, cuando derribaron dos helicópteros americanos y murieron varios soldados en plena operación”, señala a The New York Times un alto funcionario de la Administración Obama. También falló la misión para rescatar a los rehenes secuestrados en Irán en 1980.
Tres opciones para matar a Bin Laden

Así, las opinones en la Casa Blanca se dividían entre quienes querían lanzar la operación y quienes pensaban que lo mejor era esperar, seguir monitoreando la casa de Bin Laden hasta asegurarse de que realmente estaba allí u optar por bombardear el lugar, corriendo menos riesgos. Al final Obama descartó bombardear (haría más daño y no podrían asegurarse que realmente alcanzaban a Bin Laden) y se decidió por el asalto de las fuerzas de élite Seals, con dos helicópteros siguiendo cada paso de los comandos en caso de que algo fallara.

Todo estaba preparado para el domingo por la tarde. Los militares en sus puestos en Pakistán. Los asesores de Obama en sus sillas en la "Situation Room" de la Casa Blanca, desde donde seguirían la operación. El director de la CIA en su cuartel general de Washington. La mayoría del tiempo lo pasaron en silencio. Sus rostros en la foto que ha dado la vuelta al mundo lo dicen todo: la cara de piedra de Obama, el gesto de preocupación de Hillary Clinton, la incertidumbre en la mirada del vicepresidente Joe Biden, con un rosario en las manos.

“Los minutos parecían días”, recuerda John O. Brennan, jefe antiterrorista de la Casa Blanca, que insiste en las "agallas" del presidente. Y recuerda: "Ahí teníamos a Bin Laden, viviendo en una mansión de más de un millón de dólares, en una zona muy alejada del frente. Esto nos puede dar una idea de lo falsos que han sido sus mensajes durante años".
«Geronimo EKIA»

Un examen de ADN también sirvió para asegurarse de que se trataba del líder de Al Qaida, comparando el ADN del muerto con el de su familia. Además, un funcionario de Defensa asegura que una de las esposas de Bin Laden identificó su cuerpo a las fuerzas americanas.

El nombre en clave de Bin Laden era “Geronimo”. Obama y sus asesores seguieron las explicaciones de Leon Panetta, el director de la CIA, a través de una videoconferencia desde su despacho al otro lado del río Potomac.

- “Han alcanzado el objetivo", dijo Panetta, para unos minutos después afirmar: “Geronimo EKIA” (Enemy Killed In Action; enemigo muerto en acción).

En ese momento se hizo el silencio en la Situation Room, hasta que el presidente lo rompió con dos palabras: "Lo logramos".

Polémicas para un cadáver

El éxito de la operación en su conjunto es indudable, pero algunos «flecos» han sembrado al menos la duda

El apoyo de la población estadounidense a la acción de su gobierno para eliminar a Osama Bin Laden es abrumador, con rápidos repuntes en la valoración del presidente Barack Obama y de su capacidad de lidiar con la amenaza terrorista. Un sondeo realizado a medias por The Washington Post y el Pew Research Center indicaba una subida de 9 puntos para Obama, situándole en un 56 por ciento de aprobación, el más alto desde 2009, cuando era del 61 por ciento. Semejante espaldarazo animó al presidente a reivindicar para sí el espíritu de mágica unidad americana que siguió a la tragedia del 11-S. Pero no deja de haber cabos sueltos con la Operación Gerónimo. Emergen frentes de polémica, asuntos con los que no todo el mundo tiene claro si está de acuerdo. Algunos de estos frentes son cuestiones de detalle, otros no tanto. Por ejemplo:

LA FOTO

¿Había o no había que mostrar al mundo la foto de Bin Laden muerto?

Sobre esta cuestión ha habido muchas dudas y discusiones en el núcleo duro de la Casa Blanca. Por un lado se temía atizar las llamas de la polémica y del fanatismo dando a la luz las imágenes disponibles, algunas muy gráficas, del líder de Al Qaida después de que le entrara una bala en la cabeza por debajo del ojo izquierdo y otra en el pecho. Elegir una imagen menos truculenta podía echar a rodar un icono falsamente benévolo, como la cara del Che Guevara repetida a lo largo de los años en millones de camisetas.

Por último no hacer nada podía dar alas a los que desde el primer momento han pedido pruebas de la muerte de Bin Laden con tanta saña como otros piden el certificado de nacimiento en Estados Unidos de Barack Obama. Donde unos veían prudencia otros denunciaban falta de transparencia, descontentos con las promesas de que familiares directos del líder de Al Qaida habían identificado su cuerpo y de que su ADN coincidía con una muestra del de una hermana suya fallecida en Boston. Ciertamente, el gobierno y la CIA pueden mentir en muchas cosas pero no en un tema de esta magnitud, no en la sociedad hipermediática e instan-tuitera de nuestros días. Además, si el líder del Al Qaida estuviera vivo, ¿por qué no iba a salir y decirlo? ¿Por qué iba a colaborar con el enemigo quedándose escondido y callado?

VIVO O MUERTO

¿Se intentó coger vivo a Bin Laden o todo el operativo buscaba su ejecución sumaria?

Este debate, más vivo en Europa que en América, probablemente tiene un punto ocioso: es bastante inverosímil que alguien como Bin Laden se dejara detener sin oponer resistencia. La decisión del presidente Barack Obama de autorizar la acción selectiva (y muy arriesgada) de comandos de la CIA y de los SEAL, en lugar de simple y llanamente bombardear desde el aire, puede sugerir que la Casa Blanca no estaba al cien por cien segura de la presencia de Bin Laden en la fortaleza de Abbottabad… o que realmente quisieron darse una oportunidad de cogerle vivo.

La vox populi tiende a dar por hecho que el objetivo era «encontrar y matar a Bin Laden» —así lo prometía Obama en plena campaña electoral, por cierto—, pero el gobierno no lo ha admitido así y la CIA ha llegado a decir que habría preferido cogerle vivo y en disposición de confesar. Esto tiene su lógica si se piensa en términos de obtención de Inteligencia. El sentido común dice que esos términos chocan con otras consideraciones políticas e incluso de seguridad. Mantener a Bin Laden prisionero y no digamos llevarle a juicio sería un suplicio para los jefes de la lucha antiterrorista de cualquier país donde esto sucediese.

EL CADÁVER

¿Fue ético y respetuoso con el islam desembarazarse del cadáver arrojándolo al agua?

Probablemente no, y probablemente las invocaciones de la Sharía sean una mera excusa, que no faltará quien interprete incluso como una burla del islam por parte de personas que está claro que no lo practican. Pero desde un punto de vista estrictamente secular deshacerse del cadáver de Bin Laden era lo más inteligente para evitar volverse a Estados Unidos con una reliquia incomodísima y harto peligrosa. La elección del océano como lugar de «reposo» para Osama bin Laden conjura la amenaza de que cualquier lugar donde se le enterrara se convirtiera en la meca de la yihad. Menos se insiste en que también se conjura la amenaza de que alguien pida una autopsia y cuestione si la muerte fue tan rápida y tan limpia como se dice.

EL MÉRITO

¿Encontró la CIA a Bin Laden porque logró un merecido éxito o porque tuvo mucha suerte?

Este gran triunfo de la central de Inteligencia norteamericana resulta tan sorprendente, tan intrigante después de una larga serie de traspiés y de fracasos de la CIA en su lucha contra el terrorismo islamista internacional, que la tentación de cuestionar la versión oficial es fuerte.

¿Y si la pista hacia la mansión-fortaleza de Abbottabad hubiera sido un chivatazo desde dentro de la red Al Qaida —o de los servicios secretos paquistaníes— y no, como se afirma, años de ardua investigación de los servicios secretos norteamericanos, tantos que habría que remontarse a la presidencia de George W. Bush?

Los expertos norteamericanos en Inteligencia descartan el simple chivatazo pero también creen que se está embelleciendo un poco lo que ha ocurrido. Scott Stewart, vicepresidente de Inteligencia Táctica de Stratfor, opina que «se produjo una cadena de hechos en los que finalmente tuvo un papel fundamental la suerte». Es decir, o que siguiendo una pieza menor cobraron por chiripa una mayor, o que incluso contando con la mayor, no existió la seguridad absoluta hasta el final. Obama se la jugó moviendo ficha y ha ganado.

Fuente Diario "ABC"

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