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jueves, 16 de diciembre de 2010

LA BATALLA DEL BULGE, EL CANTO DEL CISNE DEL ÉJERCITO ALEMÁN



















El 3 de noviembre de 1944, casi olvidado ya el intento de asesinar a Hitler el 20 de julio de ese año, en el Cuartel General de la Wehrmacht, fue convocada una reunión de urgencia a la que asistieron, además del Coronel General Jodl, jefe del Estado Mayor General de las fuerzas armadas, los jefes de los tres Ejércitos que sostenían el sector Norte del frente occidental a las órdenes del Grupo de Ejércitos B del Mariscal Model.
Antes de comenzar la reunión, los convocados recibieron un documento mediante el cual se comprometían, bajo pena de muerte, a mantener en absoluto secreto la información que Jodl suministraría. Era algo muy serio pues nunca antes había ocurrido tal formalidad.

La exposición de Jodl sobre el estado de las operaciones en el frente occidental y lo que se proponía hacer fue notable. Los mariscales von Rundstedt y Model conocían ya algunos detalles, por sus jefes de Estado Mayor, pero los demás jefes fueron sorprendidos con la exposición. Aquisgrán había caído el 21 de octubre y aún existían bolsones de resistencia en Francia y Bélgica. Debía suponerse que las fuerzas de EEUU, explotarían su éxito para reorganizar sus fuerzas y que no cabía esperar futuros grandes ataques por parte de los alemanes.

Pero para los aliados las cosas no eran del todo buenas tampoco. La ofensiva estaba detenida por problemas de abastecimientos y la llegada del invierno. La mayor parte de la costa belga y los caminos hacia el interior, no eran seguros porque se mantenían bolsones, llamadas fortalezas por Hitler, que impedían la operación de los buques, del propio puerto de Amberes y el libre tránsito en las carreteras.
El General Jodl exhibió el esquema de un plan, junto con mapas, para una "ofensiva decisiva" que sería desencadenada contra los aliados desde el sector del Grupo de Ejércitos B. El General Jodl mostraba signos de fatiga e irritación. El constreñimiento que sentía al exponer el plan, se evidenciaba ante sus repetidas afirmaciones que cuanto estaba comunicando era resultado de una "inalterable decisión del Führer".

Meses antes, a fines de agosto, Hitler por fin había comprendido que los ejércitos occidentales alemanes estaban derrotados y que sólo podían esperar ganar tiempo al proseguir la lucha ante el Muro del Oeste, línea fortificada cerca a la frontera alemana. Entonces decidió que el curso de las operaciones debían ser organizadas en forma tal que la retirada al Muro del Oeste constituyera los preliminares de una contraofensiva. Ordenó ataques esporádicos en varios puntos, pero nada que pareciera capaz de cambiar el curso de los acontecimientos. En setiembre decidió que debía montarse una ofensiva de gran envergadura en el sector de Las Ardenas. Seguramente recordó con nostalgia, la inobjetable victoria de 1940, cuando la Blitzkrieg arrasó a los franceses y a la Fuerza Expedicionaria Británica, precisamente con un ataque a través de las Ardenas.

Jodl describió las fuerzas que Hitler creía que serían suficientes para poner en práctica su plan. Consistían, en parte, de fuerzas que en aquel momento debían ser retiradas para descansar y ser reequipadas, y de nuevas formaciones preparadas en Alemania. Estas últimas, sin embargo, sólo estarían disponibles si Hitler autorizaba un cambio básico en la conducción general de la guerra, a lo cual ya se había negado antes. Vacilaba entre efectuar cambios estratégicos y dar las necesarias instrucciones a los frentes que no estaban directamente relacionados con su plan. Le faltaba la firmeza de carácter necesaria para sacar fuerzas de la Luftwaffe, la Marina y el Ejército de Reemplazos, destinadas a futuras operaciones en otros frentes, aunque tales operaciones no pudieran jamás ser llevadas a cabo si la planeada ofensiva en el Oeste fracasaba.

El número total de fuerzas que tomarían parte en la operación era de veintiocho o treinta divisiones integradas en tres ejércitos y el objetivo final, era el gran puerto belga de Amberes, vital para el abastecimiento de los aliados.
Sexto Ejército Panzer-SS

El 6to Ejército Panzer, compuesto por 4 divisiones Panzer-SS y 5 divisiones de infantería, al mando del Coronel General-SS Josef "Sepp" Dietrich, debería apoderarse de los cruces del Mosa a ambos lados de Lieja, así como de aquellos de su afluente el Vesare; crearía un sólido frente defensivo en las fortificaciones orientales de Lieja, y entonces cruzaría el Canal Alberto entre Maastricht y Amberes, avanzando, finalmente, hacia la zona al norte de Amberes.
Quinto Ejército Panzer.

El 5to Ejército Panzer, conformado por 4 divisiones Panzer y 3 de infantería, al mando del General Hasso Manteuffel, cruzaría el Mosa entre Amey que se encuentra al oeste de Lieja, y Namur. Después cubriría la retaguardia del Sexto Ejército Panzer-SS, protegiéndole de los ataques de las reservas enemigas procedentes del oeste, siguiendo una línea Amberes, Bruselas, Namur, Dinant.
Séptimo Ejército.

El 7mo Ejército, compuesto por 6 divisiones de infantería y 1 división Panzer, al mando del General Brandenberger, era cubrir los flancos sur y sudoeste de la operación. Su objetivo estaría constituido por el Mosa y su afluente el Semois. Debía entrar en contacto con el frente del Mosa, al este de Luxemburgo. Mediante demoliciones, había de ganar tiempo para la construcción de una fuerte línea defensiva más a su retaguardia.
Fuerzas de Reserva

Las unidades de reserva a disposición del Mando supremo, estarían integradas por tres o cuatro divisiones Panzer y tres o cuatro de infantería.

Ataque complementario

Además, el Mando supremo intentaba coordinar un ataque por el Grupo de Ejércitos H, al norte, con el del Grupo de Ejércitos B en Las Ardenas. Sería desencadenado desde el sector del XII Cuerpo Panzer-SS, entre Sittard y Geilenkirchen. Su fin era golpear el flanco de la poderosa fuerza enemiga que cabía esperar se dirigiera contra el ala derecha del Sexto Ejército Panzer-SS.

Lo que no pudo decir Jodl fue, qué fuerzas estarían destinadas a apoyar el ataque desde el sector del XII Cuerpo Panzer-SS. En general, los altos jefes alemanes no estaban muy convencidos sobre la capacidad ofensiva de la Wehrmacht, pues el número de unidades no era suficiente para acometer, alcanzar el objetivo y consolidarlo. Aún suponiendo que llegaran a Amberes, no estaba claro cómo podrían mantener el frente cuando el invierno pasara y la aviación aliada nuevamente fuera la dueña del cielo. Para calmar las ansias, el poderoso Panzer PzKwVI Tigre II, con su cañón de 88 mm y el JgPz VI Jagdtiger, un cazador de tanques con un cañón 128 mm, daban cierta tranquilidad a los cuerpos Panzer, las unidades Panzer grenadiers estarían equipadas con uniformes de invierno color nieve. En todo caso, seguía incierto con que número de esas unidades contarían y aparte de las deficiencias de equipo, el otro aspecto crucial era el combustible, que para nadie era un secreto que era muy escaso. Por eso, una de las consignas era utilizar el equipo y combustible capturado a los Aliados.

Sin embargo, un ángel cruzó el cielo y revitalizó la moral de las tropas, el avión Jet Messerschmitt Me 262, el primer avión de combate a reacción del mundo en servicio, en dos versiones: el schwalbe un caza y el Stürmvogel un caza bombardero, equipados con 4 cañones de 30 mm, capaz de llevar 1 tonelada de bombas y cohetes, fue autorizado a entrar en acción. Tampoco Jodl pudo decir, cuántos de estos aviones estarían en situación operativa durante la ofensiva.

La ruptura a lo largo de todo el frente sería llevada a cabo por las divisiones de infantería. La operación estaría montada para garantizar, o por lo menos hacerla tan calculable como pudiera ser, que la penetración de las posiciones enemigas se llevaría a cabo con gran velocidad, con el fin de que las fuerzas Panzer pudieran entrar en fuego rápidamente. Los carros debían explotar entonces el efecto de la sorpresa del asalto y penetrar por las brechas abiertas por la infantería, dirigiéndose hacia el oeste, a lo profundo de la retaguardia enemiga. Era esencial que ningún ejército Panzer vacilara antes de llegar al Mosa. Debían simplemente rodear los pueblos o posiciones defensivas fuertemente guarnecidos, y no preocuparse si sus flancos quedaban al descubierto. Esta era la táctica frecuentemente empleada con éxito en el frente oriental.

Durante esa conferencia, Jodl anunció que el ataque se desencadenaría el 25 de noviembre. La fase de la luna nueva sería adecuada. El precedente período de oscuridad, habría ocultado el movimiento de las tropas hasta sus posiciones de partida, particularmente en cuanto al reconocimiento aéreo enemigo, cuya supremacía era ya innegable, por lo que se esperaba que las condiciones climáticas fueran desfavorables para los vuelos.

Las operaciones preparatorias se realizaban de noche con gran despliegue de camuflaje y movimientos simulados para desorientar a los aliados. Sin embargo el día 23, el tiempo permitió los vuelos y el frente se llenó de aviones anglo-americanos. La operación fue retrasada. La caza nocturna de la Luftwaffe tuvo un papel importante realizando misiones en todo el frente para enmascarar el ruido de los vehículos motorizados.

Entre los días 11 y 12, se realizó una conferencia en el Nido del Águila en Hesse, cerca a Ziegenberg, adonde asistieron los altos jefes de los ejércitos que participarían en la ofensiva. La fecha del ataque quedó fijada para el día 16 de diciembre.

DESARROLLO

La batalla de Las Ardenas, o Batalla del Bulga, se divide en varias claras fases. Para mejor comprender su desarrollo es conveniente mencionarlas antes de dar detalles de los diversos combates.

Primera fase.

El asalto inicial iniciado el día 16 de diciembre tuvo sorprendente éxito. La extensión del avance territorial particularmente en el ala derecha, no fue, sin embargo, tan grande como esperaban los mandos alemanes. Ver artículo siguiente sobre Schnee-Eifel, Batalla de St. Vith.

Segunda fase.

Durante los tercero y cuarto días de la operación se hace perceptible la intervención de las reservas aliadas, particularmente contra el flanco izquierdo de nuestras fuerzas atacantes. Esto nos produce ansiedad.

Tercera fase.

El día 20 se produce un significativo deterioro de la situación a lo largo del flanco sur del Séptimo Ejército. Esto señala el principio del cambio de rumbo del curso de la operación.

Sin embargo, en el sector central del Quinto Ejército Panzer prosigue el avance hasta el día 24, cuando una débil vanguardia se encuentra a sólo unas tres millas al este de Dinant. El centro de gravedad de la operación se traslada, en consecuencia, al sector del Quinto Ejército Panzer.

La ofensiva en el sector Monschau-Malmedy fracasa y las fuerzas atacantes son divididas. Se nota la presión aliada procedente del noroeste. Ya se empieza a sentir la escasez de combustible.

Durante esas tres fases, el enemigo continuó sosteniendo el cruce de carreteras de Bastogne, hecho que tuvo una importancia vital. Debido a la ausencia de reservas alemanas y a la falta de una clara dirección, el Alto Mando alemán ordenó retirar tropas de las fuerzas atacantes para cercar Bastogne. Eso debilitó considerablemente la fuerza del ataque hacia el Mosa.


Quinta fase.

La presión enemiga aumenta continuamente durante los siguientes días. Se observan dos puntos de máximo esfuerzo enemigo, uno en el noroeste contra el flanco norte, y otro en el sudoeste contra el flanco sur. En el transcurso de fuertes combates, las fuerzas enemigas caen sobre los flancos de los ejércitos alemanes.

Sexta fase.

La situación es crítica. La Batalla de Las Ardenas, que debió ser una operación ofensiva se convirtió en defensiva. Las bajas tanto en hombres como en equipo son grandes. El sistema de aprovisionamiento es defectuoso, no siéndonos posible recibir combustible para los vehículos debido a la total supremacía aérea enemiga. A principios de enero Bastogne es aliviada. La batalla ha perdido su razón de ser. El Mariscal von Rundstedt propone la rápida retirada del frente a las posiciones de partida de la ofensiva. Sin embargo, Hitler ordena una lenta retirada combatiendo.

Séptima fase.

Los flancos alemanes son continuamente empujados hacia dentro. El peligro para los alemanes de quedar cercados es evidente y las posibilidades de recibir refuerzos son casi nulas.

El 13 de enero de 1945 empezó la gran ofensiva rusa en el Frente del Este y el Mando Supremo se vio obligado a trasladar tropas del frente occidental al oriental, entre las que se encuentran formaciones que estaban combatiendo en la batalla de Las Ardenas. La totalidad del Sexto Ejército Panzer-SS es retirado de las Ardenas para operar en el Este.

Octava fase.

El día 25, con el fin de cubrir la retirada del Sexto Ejército Panzer-SS, el frente es replegado hasta una línea más corta delante de las posiciones de partida de la operación.

En ese momento, los aliados empiezan a avanzar directamente hacia las dos presas, clara indicación de que su gran ataque a través del Roer será pronto desencadenado. Simultáneamente, el Grupo de Ejércitos británico se prepara para iniciar su gran ofensiva en al zona del codo del Rin inferior.

El poder defensivo de las fuerzas alemanas en el oeste ha sido grandemente afectado, habiéndose desvanecido la última posibilidad estratégica de sostener el decisivo frente del Rin.

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