El día más largo para Gaza
Ambos bandos esperaron la llegada de la tregua intercambiando lanzamientos de misiles
Día 21/11/2012 - 08.54h
La cuenta atrás hasta la media noche fue agónica en Gaza debido a la dureza de los ataques de la aviación y barcos de Israel y el lanzamiento de cohetes por parte de los grupos armados palestinos. A media tarde los aviones lanzaron panfletos para pedir a la población de zonas como Beit Lahia que buscaran refugio en el centro de la ciudad y tras la caída del sol comenzó un ataque total contra el norte de la franja.
Miles de personas tuvieron que buscar cobijo en escuelas. Los más jóvenes forzaban las puertas y limpiaban el suelo antes de la llegada de los carros, coches o camionetas cargados con sus pertenencias. «Es la tercera vez que tengo que dejar mi casa por culpa de una guerra. Nos bombardean, nos matan como a ratas y nadie dice nada», lamentaba una anciana sentada sobre una bolsa de ropa a las puertas de la escuela Shate, «¿de qué me sirve hablar contigo? he contado esto a muchos periodistas, pero no sirve para nada». Después de una semana vacías, las calles del centro de la capital se colapsaron debido a la oleada de civiles que huía de las zonas donde cayeron los panfletos.
La diplomacia y la guerra se disputaron el protagonismo durante todo el día. Los grupos palestinos lanzaron más de 150 misiles, dos de ellos llegaron a Tel Aviv y Jerusalén y otro logró matar a un soldado en un kibutz próximo a la franja, lo que eleva a cuatro el número de israelíes muertos durante la ofensiva. Israel mató a más de 18 personas y realizó ataques a lo largo de toda la franja. En Zeituna dos misiles destrozaron la vivienda de la familia Al Kholi.
«Recibimos el aviso por teléfono y nos dieron cinco minutos para evacuar», señala con rabia Ayman, panadero de 57 años y cabeza de una de las seis familias que vivían en el inmueble familiar que «por supuesto que quiero el alto el fuego, pero viendo los precedentes no nos podemos fiar de los israelíes». Todos los edificios próximos han sufrido graves desperfectos. Una vez más el Ejército israelí empleó la técnica de la llamada previa, «algo que solo hacen cuando nos quieren castigar, no matar. Si hay alguna persona importante disparan directamente. Esto es solo parte del castigo colectivo al que nos someten», denuncia Ayman Al Kholi.
Frontera con Egipto
Siguiendo la carretera al sur el panorama es desolador. No hay apenas tráfico, ni gente en las calles de los distintos pueblos o campos de refugiados. Las banderas de Qatar y Palestina ondean de forma alterna en las farolas desde la reciente visita del emir Hamad Bin Jaliffa Al Zani. Los pocos conductores que se aventuran a conducir mantienen una distancia prudencial con el resto de vehículos temerosos de un ataque. La lista de Israel es muy amplia y nadie sabe quién puede ser el siguiente.
En apenas veinte minutos se cubren los cuarenta kilómetros entre la capital y Rafah, extremo sur de la franja y frontera con Egipto. El nuevo puesto fronterizo es como un aeropuerto moderno construido en granito gris. Una larga fila de vehículos esperan la llegada del ministro de Exteriores turco, Ahmed Davotoglu, y de una delegación de la Liga Árabe.
Pesos pesados de Hamás salen de sus escondites para la ocasión y acuden a recibir a la comitiva. «Estamos en unas 24 horas decisivas. Nuestras condiciones son claras, queremos que se levante el bloqueo y que se suspendan los asesinatos selectivos, a cambio estamos seguros de que las distintas brigadas dejarán de lanzar cohetes», asegura Ahmed Yousef, asesor del primer ministro Ismanel Haniya. Rodeado de fuertes medidas de seguridad, Yousef es uno de los rostros más conocidos del movimiento fundamentalista y sabe que es un objetivo directo. «A diferencia de ellos, en la última semana no hemos tenido intención de matar civiles. Lo que ocurre es que nuestras armas no tienen la precisión de las suyas y aunque nuestros objetivos eran cuarteles o edificios oficiales algunos cohetes han caído en zonas civiles», explica el dirigente fundamentalista antes de salir volando tras el aviso de sus guardaespaldas de que la delegación internacional está a punto de llegar.
Los túneles de Rafah
Lejos de las cámaras palestinos como Yamil regresan también a Gaza a través de Rafah. «He estado cinco días en Egipto y vuelvo sin miedo a la guerra. Quiero estar con mi familia pase lo que pase», asegura este estudiante, que subraya la importancia de que «en todo momento la frontera ha estado abierta. Este Egipto es diferente al de Mubarak y ahora estamos menos aislados».
Cerca de la frontera se encuentran los famosos túneles por los que entra de todo, incluidas las armas que emplean los grupos de la resistencia. No se ve un alma en un lugar donde normalmente miles de personas trabajan como hormigas saliendo y entrando en agujeros con paquetes a cuestas. Israel ha atacado el lugar con dureza en las últimas horas, otro movimiento que también ha realizado antes de anteriores treguas.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------El sur de Israel pide mano dura
Los habitantes de Ashkelón viven atemorizados por la lluvia de cohetes palestinos
Ana Carbajosa Ashkelón20 NOV 2012 - 17:35
Los habitantes de Ashkelón viven atemorizados por la lluvia de cohetes palestinos
Casi la única rutina que se mantiene estos días en Ashkelón son las carreras a los refugios antibombas. Aquí, como en el resto del sur de Israel, la vida se rompió el pasado miércoles, cuando el asesinato selectivo del jefe militar de Hamás desató un intenso lanzamiento de cohetes palestinos. Apenas 13 kilómetros separan Ashkelón de Gaza. Es la ciudad más próxima a la Franja y sus 130.000 habitantes hace años que conviven con la amenaza de los proyectiles. Pero al terror de que un cohete les caiga encima no se acostumbra uno, explican los vecinos de Ashkelón, que piden mano dura al Gobierno de Benjamin Netanyahu y una invasión terrestre si hace falta. Cualquier cosa, dicen, con tal de acabar con al lluvia de proyectiles.
Esta mañana han caído 39 cohetes en el sur de Israel. En Ashkelón, las calles están vacías. Apenas se ve a algún que otro inmigrante etíope, que recoge la basura en un parque municipal. En pleno centro, hay algo más de vida. Parte de la vitalidad se concentra bajo tierra, en el centro de emergencias subterráneo, que replica bajo blindaje las oficinas del Ayuntamiento. La actividad en este centro es frenética. Está abierto las 24 horas y es donde llaman los ciudadanos ante cualquier incidente. Hoy además ha venido el ministro de Turismo a prometer cuantiosas ayudas financieras a los sureños.
Yossi Greenfield dirige el centro de operaciones. Vive pegado a un transistor que le avisa cada vez que las milicias palestinas disparan un cohete en Gaza. El radar indica la dirección y Greenfield pone en marcha el sistema de avisos. Suena la sirena y empieza la cuenta atrás. 30 segundos para alcanzar el refugio más cercano. Los hay públicos, aunque todas las casas construidas a partir de los noventa tienen que tener también por ley una habitación blindada. Todas estas precauciones y la falta de precisión de los cohetes palestinos, -que no son misiles guiados como los israelíes- han contribuido a que en Ashkelón sólo haya habido tres heridos leves desde que empezó la operación Pilar Defensivo. En total, tres israelíes y más de 100 palestinos han muerto víctimas del fuego cruzado desde el pasado miércoles.
A las puertas del Ayuntamiento, Benny Vaknin, el alcalde de Ashkelón sintetiza el sentir de muchos vecinos sin remilgos. "No queremos una tregua como la de Plomo Fundido. Queremos que los cohetes paren para siempre. Si hace falta invasión, que la haya. Lo que haga falta con tal de que dejen de caer"
La actividad del centro de emergencias contrasta con la de un mundo exterior apagado, desvitalizado. En el gran centro comercial se dan cita algunos de los más atrevidos o como Shani Ben Abo, de las que dicen que no pueden más después de siete días metida en casa con dos niños pequeños y las escuelas infantiles cerradas. Ha venido a darse una vuelta porque aquí también hay refugio. De camino, en el taxi, le ha pillado la sirena. Todos fuera del coche, niños incluidos, y al suelo. Está embarazada de cinco meses y dice que cada vez que la sirena anuncia un nuevo cohete, se le disparan las contracciones y siente que va a parir. Su postura frente al conflicto es bien clara. "[El primer ministro, Benjamin] Netanyahu está haciendo lo correcto, pero debe ir hasta el final. Si para ahora la ofensiva, nos encontraremos en una situación similar a la de antes", piensa esta panadera de 25 años.
Muchas tiendas están cerradas y las que abren cierran en torno a cinco de la tarde "Casi no hay clientes", se queja Assaf Sade un joven tatuado que vende deportivas de colores chillones y vaqueros de marca. Pertenece al bando de los escépticos, al de los que a estas alturas ya no se cree nada de los que dicen o prometen los políticos. "Puede que haya alto el fuego y luego volverán los cohetes. La historia nos recuerda que vivimos en un eterno ciclo de violencia". Sade entró en Gaza hace cuatro años metido en un tanque y es de los que cree que una invasión terrestre sólo contribuirá a generar más violencia. El reguetón que emana de la radio de su tienda compite con el sonido de los F-16 en vuelo rumbo a Gaza. Como si la normalidad peleara por imponerse a la guerra.
Casi la única rutina que se mantiene estos días en Ashkelón son las carreras a los refugios antibombas. Aquí, como en el resto del sur de Israel, la vida se rompió el pasado miércoles, cuando el asesinato selectivo del jefe militar de Hamás desató un intenso lanzamiento de cohetes palestinos. Apenas 13 kilómetros separan Ashkelón de Gaza. Es la ciudad más próxima a la Franja y sus 130.000 habitantes hace años que conviven con la amenaza de los proyectiles. Pero al terror de que un cohete les caiga encima no se acostumbra uno, explican los vecinos de Ashkelón, que piden mano dura al Gobierno de Benjamin Netanyahu y una invasión terrestre si hace falta. Cualquier cosa, dicen, con tal de acabar con al lluvia de proyectiles.
Esta mañana han caído 39 cohetes en el sur de Israel. En Ashkelón, las calles están vacías. Apenas se ve a algún que otro inmigrante etíope, que recoge la basura en un parque municipal. En pleno centro, hay algo más de vida. Parte de la vitalidad se concentra bajo tierra, en el centro de emergencias subterráneo, que replica bajo blindaje las oficinas del Ayuntamiento. La actividad en este centro es frenética. Está abierto las 24 horas y es donde llaman los ciudadanos ante cualquier incidente. Hoy además ha venido el ministro de Turismo a prometer cuantiosas ayudas financieras a los sureños.
Yossi Greenfield dirige el centro de operaciones. Vive pegado a un transistor que le avisa cada vez que las milicias palestinas disparan un cohete en Gaza. El radar indica la dirección y Greenfield pone en marcha el sistema de avisos. Suena la sirena y empieza la cuenta atrás. 30 segundos para alcanzar el refugio más cercano. Los hay públicos, aunque todas las casas construidas a partir de los noventa tienen que tener también por ley una habitación blindada. Todas estas precauciones y la falta de precisión de los cohetes palestinos, -que no son misiles guiados como los israelíes- han contribuido a que en Ashkelón sólo haya habido tres heridos leves desde que empezó la operación Pilar Defensivo. En total, tres israelíes y más de 100 palestinos han muerto víctimas del fuego cruzado desde el pasado miércoles.
A las puertas del Ayuntamiento, Benny Vaknin, el alcalde de Ashkelón sintetiza el sentir de muchos vecinos sin remilgos. "No queremos una tregua como la de Plomo Fundido. Queremos que los cohetes paren para siempre. Si hace falta invasión, que la haya. Lo que haga falta con tal de que dejen de caer"
La actividad del centro de emergencias contrasta con la de un mundo exterior apagado, desvitalizado. En el gran centro comercial se dan cita algunos de los más atrevidos o como Shani Ben Abo, de las que dicen que no pueden más después de siete días metida en casa con dos niños pequeños y las escuelas infantiles cerradas. Ha venido a darse una vuelta porque aquí también hay refugio. De camino, en el taxi, le ha pillado la sirena. Todos fuera del coche, niños incluidos, y al suelo. Está embarazada de cinco meses y dice que cada vez que la sirena anuncia un nuevo cohete, se le disparan las contracciones y siente que va a parir. Su postura frente al conflicto es bien clara. "[El primer ministro, Benjamin] Netanyahu está haciendo lo correcto, pero debe ir hasta el final. Si para ahora la ofensiva, nos encontraremos en una situación similar a la de antes", piensa esta panadera de 25 años.
Muchas tiendas están cerradas y las que abren cierran en torno a cinco de la tarde "Casi no hay clientes", se queja Assaf Sade un joven tatuado que vende deportivas de colores chillones y vaqueros de marca. Pertenece al bando de los escépticos, al de los que a estas alturas ya no se cree nada de los que dicen o prometen los políticos. "Puede que haya alto el fuego y luego volverán los cohetes. La historia nos recuerda que vivimos en un eterno ciclo de violencia". Sade entró en Gaza hace cuatro años metido en un tanque y es de los que cree que una invasión terrestre sólo contribuirá a generar más violencia. El reguetón que emana de la radio de su tienda compite con el sonido de los F-16 en vuelo rumbo a Gaza. Como si la normalidad peleara por imponerse a la guerra.
--O--
La sombra de Irán planea sobre la guerra
Israel cree que Teherán abastece a Hamás de los misiles que alcanzaron Tel Aviv
Los lazos de Irán con el llamado Frente de Resistencia (Siria, Hezbolá, Hamás y otros grupos palestinos opuestos a los Acuerdos de Oslo) no son un secreto para nadie. Pero una cosa son las afinidades e intereses políticos, incluso la asistencia económica y militar, y otra muy distinta que el régimen iraní tenga la capacidad de apretar un botón y poner en marcha a Hamás. O como lo ha planteado Jeremy Newmark, del Jewish Leadership Council británico, que Gaza sea una “base de operaciones avanzadas de Irán”.
A los palestinos, de Gaza o de cualquier otro sitio, seguidores o no de Hamás, les hace poca falta Irán para estar hartos de 60 años de ocupación y humillaciones. Como en el caso del Hezbolá libanés, Hamás es un movimiento islamo-nacionalista con su propia agenda. A los rivales políticos de Irán en la región, sean Israel o las monarquías suníes, les viene muy bien que parezca otra cosa para sus propios intereses. “Irán es un problema mundial, no solo porque se dirige hacia un peligro nuclear, sino también por ser un centro del terrorismo mundial”, ha declarado Peres a CNN.
Las armas son la única prueba que vincula a Irán con la crisis de Gaza. La mayoría de los analistas da por buena la versión del Ejército israelí de que los misiles de largo alcance que por primera vez han permitido a los palestinos alcanzar Tel Aviv y Jerusalén son Fajr 5 iraníes. Hamás, que asegura fabricar sus propios misiles, niega ese extremo. Sin embargo, para variar los iraníes juegan al despiste. Mientras oficialmente desmienten el envío de armas, el presidente del Parlamento, el influyente Ali Lariyaní, declara que “el poder militar de los grupos palestinos en Gaza es una pequeña parte del poder militar de Irán”.
Y es que Hamás no es el único que cuenta con los Fajr 5. La Yihad Islámica ha agradecido a Irán, a través de la cadena iraní en árabe Al Alam, que le haya facilitado esos misiles. Lo que alimenta la tesis defendida por la investigadora de Chatham House Jane Kinninmont de que Irán podría estar tratando de contrarrestar el esfuerzo de las monarquías árabes por atraer a Hamás hacia el frente suní (que ve la mano del Irán chií en la revuelta de Bahréin, el malestar de los chiíes saudíes y el separatismo de los Huthi en Yemen). En ese caso, Hamás no estaría haciendo el juego a Irán sino que sería su víctima.
--O--
Dos hombres armados asesinan a seis palestinos acusados de colaboracionistas
El ala militar de Hamás reivindica las ejecuciones
Seis palestinos acusados de colaborar con Israel han sido ejecutados en un barrio de Gaza según han explicado varios testigos que han añadido que el ala militar de Hamás ha reivindicado las ejecuciones en mensajes escritos en los cadáveres.
"Varios hombres armados en un minibús han abatido a los seis hombres sin salir del vehículo", describieron los testigos a AFP. Dos periodistas de France Presse aseguraron haber visto a un hombre semidesnudo atado al parachoques de un vehículo y arrastrado por las calles de un barrio del norte de Gaza (como se ve en las imágenes que acompañan a esta información).
Las fuerzas de seguridad del Gobierno de Hamás en la Franja han permitido a los curiosos observar los cadáveres en el suelo, pero impidieron filmar a los periodistas.
El pasado jueves, un día después del inicio de la operación Pilar Defensivo, hombres de Hamás mataron a un vecino de la ciudad acusado de colaborar con Israel y dejaron su cuerpo expuesto a los transeúntes durante la media hora que tardó la ambulancia en recoger el cadáver.
Además de por medios tecnológicos, parte de la información sobre Gaza en manos de los servicios de inteligencia israelíes procede de palestinos de Gaza, que la proporcionan por dinero o en respuesta a enormes presiones de las fuerzas de seguridad israelíes.
Las ejecuciones se producen en el séptimo día de la ofensiva israelí, que ha dejado 127 palestinos muertos.
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"Varios hombres armados en un minibús han abatido a los seis hombres sin salir del vehículo", describieron los testigos a AFP. Dos periodistas de France Presse aseguraron haber visto a un hombre semidesnudo atado al parachoques de un vehículo y arrastrado por las calles de un barrio del norte de Gaza (como se ve en las imágenes que acompañan a esta información).
Las fuerzas de seguridad del Gobierno de Hamás en la Franja han permitido a los curiosos observar los cadáveres en el suelo, pero impidieron filmar a los periodistas.
El pasado jueves, un día después del inicio de la operación Pilar Defensivo, hombres de Hamás mataron a un vecino de la ciudad acusado de colaborar con Israel y dejaron su cuerpo expuesto a los transeúntes durante la media hora que tardó la ambulancia en recoger el cadáver.
Además de por medios tecnológicos, parte de la información sobre Gaza en manos de los servicios de inteligencia israelíes procede de palestinos de Gaza, que la proporcionan por dinero o en respuesta a enormes presiones de las fuerzas de seguridad israelíes.
Las ejecuciones se producen en el séptimo día de la ofensiva israelí, que ha dejado 127 palestinos muertos.
Israel y Hamas ultiman un alto el fuego «inminente»
Clinton da un empujón a la ofensiva diplomática en la zona. Los terroristas de Gaza y el Ejército hebreo continúan con el intercambio de disparos
JERUSALÉN- «La tregua es cuestión de horas», anunciaron ayer en Hamas al atardecer y aseguraron que entraría en vigor antes de medianoche. Israel aclaraba que todavía no se había cerrado el pacto y que la «pelota seguía en juego». En la práctica, el intercambio de disparos entre la franja de Gaza y el Ejército de Israel no habían cesado al cierre de esta edición. Al parecer, los vaivenes de las últimas horas molestaron a Egipto, ya que Hamas se apresuró a anunciar la tregua sin tener un compromiso en firme.
Para el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, la ecuación es clara: si dejan de disparar desde Gaza hacia Israel, el Ejército hebreo terminará con los ataques aéreos contra Hamas y la Yihad Islámica. Y si continúan cayendo misiles en el sur de Israel, proseguirá la operación «Columna Defensiva». Con ello, en principio, también se mantiene la posibilidad de una incursión terrestre. Israel ha movilizado a 56.000 reservistas en la frontera norte de Gaza de los 75.000 llamados a filas, aunque desde el inicio de la misión militar las dos partes tratan de evitar este desenlace.
«Hemos alcanzado objetivos del operativo», declaró ayer el ministro de Finanzas de Israel, Yuval Steinitz, afirmando que «en ningún momento dijimos que la meta era derribar a Hamas». Pero la declaración del ministro de Netanyahu podría parecer optimista cuando todavía no se ha terminado con la lluvia de misiles y restablecido la tranquilidad en el sur del país.
Los esfuerzos por lograr una tregua se redoblaron ayer con la llegada del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, y la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton. Aunque el presidente israelí, Simon Peres, agradeció al secretario general de la ONU su «valiosa aportación» a la negociación del alto el fuego, el Netanyahu advirtió de que sugerir que en Israel existe un equilibrio de violencia entre las partes era falso, ya que el operativo israelí busca poner fin a la escalada de misiles lanzados desde Gaza hacia la población civil hebrea que se disparó este año.
Ban Ki Moon recalcó que «los cohetes de Gaza deben cesar de inmediato» pero también pidió «máxima contención» a Israel. Netanyahu respondió que «los terroristas cometen un doble crimen», al atacar intencionalmente a nuestros civiles, escondiéndose detrás de los suyos y exponiéndoles así».
El secretario general había sido recibido por el ministro de Exteriores israelí, Avigdor Liberman, quien le agradeció «sus esfuerzos por lograr paz y calma en la zona». Al mismo tiempo, comentó que la llamada pública a evitar una ofensiva por tierra «mejora la posición de Hamas» en la zona.
Netanyahu se dijo dispuesto a una tregua, siempre y cuando sea auténtica y traiga paz. «Si se puede lograr y mantener en pie una solución a largo plazo por la vía diplomática, Israel será un interlocutor abierto y con buena voluntad», explicó el primer ministro. Ban declaró que una nueva escalada «sería peligrosa para Israel y los palestinos, además de poner en peligro a la toda región».
Sea como sea, está claro que no se trata de un acuerdo firmado, sino de entendimientos. El secreto del pacto, si se logra, es el presidente egipcio, Mohamed Mursi, cuyo rol fue clave en todos estos últimos días. En cuanto a la esperada tregua, nadie en Israel parece contemplarla como el fin del conflicto, sino como un intervalo por un tiempo aún indefinido.
Atacada la sede del Gobierno
Mientras tanto, el Ejército intensificó anoche sus ataques aéreos contra blancos de Hamas y la Yihad Islámico en Gaza, matando además a varias figuras de células armadas y destruyendo numerosas posiciones de lanzamiento de misiles, resguardadas bajo tierra. Terminó asimismo de destruir el edificio central del Gobierno de Hamas en Gaza, «La Saraia».
Desde el frente de Gaza el atardecer también fue ajetreado. En el sur se registraron más de 120 disparos de misiles hacia las diferentes localidades. Un civil y un soldado israelíes murieron y varios resultaron heridos por impactos directos sobre casas y edificios Beer Sheba, Ashdod, Ashkelon, Sderot. También se alcanzó la ciudad central de Rishon Letzion y sonaron las alarmas en Jerusalén y Tel Aviv.
Para el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, la ecuación es clara: si dejan de disparar desde Gaza hacia Israel, el Ejército hebreo terminará con los ataques aéreos contra Hamas y la Yihad Islámica. Y si continúan cayendo misiles en el sur de Israel, proseguirá la operación «Columna Defensiva». Con ello, en principio, también se mantiene la posibilidad de una incursión terrestre. Israel ha movilizado a 56.000 reservistas en la frontera norte de Gaza de los 75.000 llamados a filas, aunque desde el inicio de la misión militar las dos partes tratan de evitar este desenlace.
«Hemos alcanzado objetivos del operativo», declaró ayer el ministro de Finanzas de Israel, Yuval Steinitz, afirmando que «en ningún momento dijimos que la meta era derribar a Hamas». Pero la declaración del ministro de Netanyahu podría parecer optimista cuando todavía no se ha terminado con la lluvia de misiles y restablecido la tranquilidad en el sur del país.
Los esfuerzos por lograr una tregua se redoblaron ayer con la llegada del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, y la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton. Aunque el presidente israelí, Simon Peres, agradeció al secretario general de la ONU su «valiosa aportación» a la negociación del alto el fuego, el Netanyahu advirtió de que sugerir que en Israel existe un equilibrio de violencia entre las partes era falso, ya que el operativo israelí busca poner fin a la escalada de misiles lanzados desde Gaza hacia la población civil hebrea que se disparó este año.
Ban Ki Moon recalcó que «los cohetes de Gaza deben cesar de inmediato» pero también pidió «máxima contención» a Israel. Netanyahu respondió que «los terroristas cometen un doble crimen», al atacar intencionalmente a nuestros civiles, escondiéndose detrás de los suyos y exponiéndoles así».
El secretario general había sido recibido por el ministro de Exteriores israelí, Avigdor Liberman, quien le agradeció «sus esfuerzos por lograr paz y calma en la zona». Al mismo tiempo, comentó que la llamada pública a evitar una ofensiva por tierra «mejora la posición de Hamas» en la zona.
Netanyahu se dijo dispuesto a una tregua, siempre y cuando sea auténtica y traiga paz. «Si se puede lograr y mantener en pie una solución a largo plazo por la vía diplomática, Israel será un interlocutor abierto y con buena voluntad», explicó el primer ministro. Ban declaró que una nueva escalada «sería peligrosa para Israel y los palestinos, además de poner en peligro a la toda región».
Sea como sea, está claro que no se trata de un acuerdo firmado, sino de entendimientos. El secreto del pacto, si se logra, es el presidente egipcio, Mohamed Mursi, cuyo rol fue clave en todos estos últimos días. En cuanto a la esperada tregua, nadie en Israel parece contemplarla como el fin del conflicto, sino como un intervalo por un tiempo aún indefinido.
Atacada la sede del Gobierno
Mientras tanto, el Ejército intensificó anoche sus ataques aéreos contra blancos de Hamas y la Yihad Islámico en Gaza, matando además a varias figuras de células armadas y destruyendo numerosas posiciones de lanzamiento de misiles, resguardadas bajo tierra. Terminó asimismo de destruir el edificio central del Gobierno de Hamas en Gaza, «La Saraia».
Desde el frente de Gaza el atardecer también fue ajetreado. En el sur se registraron más de 120 disparos de misiles hacia las diferentes localidades. Un civil y un soldado israelíes murieron y varios resultaron heridos por impactos directos sobre casas y edificios Beer Sheba, Ashdod, Ashkelon, Sderot. También se alcanzó la ciudad central de Rishon Letzion y sonaron las alarmas en Jerusalén y Tel Aviv.
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