El director de la CIA dimite por una relación extramatrimonial
Ocupaba el cargo desde septiembre del año pasado y es uno de los militares más respetados en el Ejército norteamericano, donde sirvió 37 años
Antonio Caño Washington9 NOV 2012 - 21:22 CET
El director de la CIA, el general David Petraeus, uno de los militares más laureados y respetados de toda la historia de Estados Unidos, ha presentado su dimisión al presidente Barack Obama, justificada por la situación personal a la que se ha visto abocado como consecuencia de una relación extramatrimonial.
La renuncia de Petraeus, conocida tres días después de las elecciones presidenciales, representa una conmoción para la sociedad norteamericana, no solo por lo destacado de su figura y la notoriedad de su trabajo militar, sino por la preocupante colisión de una difícil circunstancia personal con el hombre encargado de manejar los más delicados secretos del país.
El FBI, la policía judicial norteamericana, abrió recientemente una investigación a la escritora Paula Broadwell, que trató de acceder de forma ilícita a la cuenta de correo electrónico personal de Petraeus. Broadwell publicó en enero un libro titulado All in, una biografía que fue el resultado de una tesis doctoral que escribió para el King’s College de Londres sobre Petraeus. Para su elaboración estuvo casi un año en Afganistán siguiendo al general. Durante ese tiempo, Broadwell tuvo frecuente contacto con el objeto de su investigación. Posteriormente, dio diversas entrevistas de televisión sobre la personalidad y el carácter del general.
“Ayer por la parte, acudí a la Casa Blanca y le pedí al presidente que me permitiese, por razones personales, renunciar a mi cargo”, afirma la nota de dimisión de Petraeus, hecha pública este viernes. “Después de haber estado casado durante más de 37 años, demostré muy pobre juicio al comprometerme en una relación extramatrimonial. Ese comportamiento es inaceptable, como esposo y como líder de una organización como la nuestra”. “Siempre he valorado”, añade, “la oportunidad de haber hecho este trabajo y siempre lamentaré las circunstancias que me han llevado a dejarlo”.
Obama, que aceptó la dimisión, calificó a Petraeus de “uno de los generales más destacados de su generación”. “Su servicio ha hecho nuestro país más seguro y más fuerte”, afirmó el presidente en un comunicado en el que anuncia que Michael Morell actuará como director en funciones hasta el nombramiento de un nuevo responsable.
El FBI investiga ahora a Paula Broadwell, la autora de la biografía de Petraeus, por intentar entrar en el correo electrónico del general y por haber podido acceder a información confidencial, informa la cadena estadounidense Nbc y otros medios estadounidenses. La revista Slate va más allá y sostiene que Broadwell es la amante de Petraeus.
En la página web de Broadwell, se explica con detalle cómo la biógrafa tuvo un "amplio acceso" a Petraeus, "a sus mentores, sus subordinados y sus amigos de toda la vida" para documentarse. También se informa de que Broadwell estuvo en Afganistán junto al general y sus soldados, para narrar desde dentro, a través de "cientos de horas de entrevistas exclusivas con Petraeus y sus altos mandos y soldados", la historia del general.
El director de la Inteligencia Nacional, James Clapper, confirmó la dimisión del general Petraeus, a quien despidió, en un comunicado oficial, como “uno de los más grandes patriotas de nuestro país”.
Petraeus accedió a la dirección de la Agencia Central de Inteligencia en abril de 2011 en sustitución de Leon Panetta, que dejó ese cargo para ocupar la secretaría de Defensa. Desde el comienzo de su gestión mantuvo un bajo perfil y rehuyó cualquier implicación en el debate político. Su trabajo se vio, no obstante, criticado por las sospechas sobre la actuación de la CIA durante el ataque contra el consulado norteamericano en Bengasi, donde murió el embajador de EE UU en Libia. Como se supo más tarde, ese consulado era, casi en su totalidad, una base de operaciones de la CIA, agencia bajo la cual estaba la principal responsabilidad de la seguridad de las instalaciones. La próxima semana debe comenzar una investigación del Congreso sobre ese suceso.
Petraeus llegó a la CIA con la misión de adaptar a esa famosa agencia a las necesidades de espionaje en los tiempos modernos y a las exigencias de las actuales restricciones económicas. Deja el trabajo a medias.
El general Petraeus alcanzó relevancia internacional como jefe de la última fase de la presencia de tropas norteamericanas en Irak. Al frente de esa operación, consiguió, en condiciones muy adversas, crear el terreno que hiciera posible la retirada sin favorecer la revitalización de la guerra. Obama intentó después aprovechar esa experiencia y le dio el mando de la misión en Afganistán, donde estuvo hasta su pase a retiro, en 2011.
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La biógrafa y supuesta amante del director de la CIA, bajo investigación
El FBI trata de averiguar Paula Broadwell intentó acceder al correo electrónico del funcionario para obtener información clasificada
Día 10/11/2012 - 01.40h
El FBI está investigando a la biógrafa del dimisionario director de la CIA, David Petraeus, por su supuesto intento de acceder al correo electrónico del funcionario para obtener información clasificada, informó hoy la cadena NBC. Paula Broadwell, analista y autora de una biografía de Petraeus, forma parte de la investigación que abrió el FBI tras recibir una pista de que Petraeus estaba envuelto en una relación extramatrimonial, según indicaron a la cadena varios funcionarios de seguridad, que pidieron el anonimato.
Aunque Broadwell no ha sido formalmente identificada como la amante de Petraeus y las fuentes de la NBC no confirmaron ese extremo, sí indicaron que los agentes federales están averiguando si pudo haber obtenido información secreta a través del correo electrónico del general. La revista Slate sí identificó como amante a Broadwell, aunque sin citar fuentes, y recordó que la analista publicó esta misma semana un artículo en la revista Newsweek en el que alababa a Petraeus.
Según su web oficial, Broadwell pasó tres años escribiendo la biografía del hasta hoy director de la CIA, "All In: The Education of General David Petraeus". Parte de la investigación la hizo en Afganistán, mientras Petraeus era jefe de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), donde tuvo un "extenso acceso" a él y a su círculo inmediato, de acuerdo con la web.
Su biografía en esa página indica que está casada, tiene dos hijos, y estudió en la Academia Militar estadounidense en West Point. Ese detalle no concuerda con la descripción que hicieron hoy fuentes del FBI a la cadena CNN de la amante de Petraeus, de la que aseguraron que no era miembro de la CIA, ni de las Fuerzas Armadas. El exgeneral dimitió este viernes 14 meses después de su nombramiento, tras reconocer que había mantenido una relación fuera del matrimonio, sin dar más detalles.
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General presidenciable; por César Vidal
El suyo fue un enfrentamiento épico que se venía dilatando durante años. David H. Petraeus no era Eisenhower ni MacArthur, pero, con seguridad, era lo más parecido actualmente en el «mercado» militar norteamericano. Durante la presidencia de George W. Bush, el general Petraeus había tenido un éxito notable – aunque inferior al contado por la propaganda– a la hora de resucitar a unas fuerzas militares iraquíes destrozadas tras la segunda guerra de Irak. En el año 2010, elpresidente Barack Obama destituyó al general Stanley H.McChrystal por unas declaraciones ante un periodista que cuestionaban la manera en que se estaba dirigiendo la guerra de Afganistán y buscó como sustituto a Petraeus. Las diferencias surgieron desde el primer momento.
Obama deseaba, fundamentalmente, saber cuando podría retirar las tropas de una guerra que contribuía en no escasa medida al billón de dólares de aumento del déficit anual que padece Estados Unidos. Petraeus, por el contrario, sólo insistía en un incremento de efectivos y no dudó en contradecir frontalmente a la Casa Blanca cuando lo consideró oportuno dando pasos que algunos interpretaron incluso como una desobediencia clara a las órdenes presidenciales. Obama aceptó el aumento de tropas, pero, al fin y a la postre, Afganistán no era Irak y nadie se atrevió a describir como un éxito lo que no pasaba de ser un resultado mediocre. El año pasado, el presidente logró convencer al general Petraeus para que abandonara el mando militar tras 37 años en el Ejército. Lo hacía con una delicadeza más cercana al Lincoln que se desembarazó de McClellan que al Truman que despidió a MacArthur. De hecho, incluso entregó al general la dirección de la CIA que quedaba vacante al pasar Panetta a ocuparse del departamento de defensa. Hubo quien dijo que se trataba de una hábil jugada del presidente demócrata para evitar que David Petraeus accediera a los cantos de sirena que le insistían en que se presentara a las primarias del Partido Republicano. Sea como sea, tras la derrota de Romney y el revuelo entre los republicanos – un revuelo en el que no han dejado de sucederse las voces pidiendo que el próximo candidato sea un general que haya vencido en una guerra– la Casa Blanca se ha deshecho del molesto Petraeus.Tras numerosos rumores a primeras horas del día acabó publicándose una comunicación en la que el ex general anunciaba su salida del cargo.
Obama no tardó en emitir un comunicado en el que alababa el «extraordinario servicio» rendido por Petraeus y señalaba que Michael J. Morell, el vicepresidente de la CIA, se hacía cargo de la institución. El recién reelegido presidente indicaba que sus pensamientos y sus oraciones estaban con Petraeus y su esposa, pero no daba más detalles sobre las razones de la decisión. A esas alturas, nadie sabía los motivos hasta que, finalmente, ha sido el propio Petraeus el que ha dado la versión oficial señalando que la dimisión se debía a que, tras treinta y siete años de matrimonio había mostrado un «juicio extremadamente pobre al enredarse en un asunto extramarital». El antiguo general indicaba además que «tal comportamiento es inaceptable, tanto como esposo como en calidad de dirigente de una organización como la nuestra» y concluía finalmente que la tarde del viernes, el presidente había aceptado la dimisión.
A estas horas, sin embargo, las preguntas son más que las respuestas. Por supuesto, están los que consideran que un adulterio no es una conducta adecuada en el mundo del espionaje recordando episodios como el «caso Profumo». Pero buena parte de las opiniones apuntan a que Obama ha logrado por fin librarse de un personaje díscolo que se suponía que seguiría en su Administración, pero que hubiera podido plantear roces en el caso de la más que probable intervención contra Irán. Quizá el reelecto presidente haya aplicado simplemente la regla enunciada por Jimmy Hoffa: «a los que tengas que echar ponlos en la calle el primer día. Las dudas se disipan y los que se quedan siempre te estarán agradecidos».
Obama deseaba, fundamentalmente, saber cuando podría retirar las tropas de una guerra que contribuía en no escasa medida al billón de dólares de aumento del déficit anual que padece Estados Unidos. Petraeus, por el contrario, sólo insistía en un incremento de efectivos y no dudó en contradecir frontalmente a la Casa Blanca cuando lo consideró oportuno dando pasos que algunos interpretaron incluso como una desobediencia clara a las órdenes presidenciales. Obama aceptó el aumento de tropas, pero, al fin y a la postre, Afganistán no era Irak y nadie se atrevió a describir como un éxito lo que no pasaba de ser un resultado mediocre. El año pasado, el presidente logró convencer al general Petraeus para que abandonara el mando militar tras 37 años en el Ejército. Lo hacía con una delicadeza más cercana al Lincoln que se desembarazó de McClellan que al Truman que despidió a MacArthur. De hecho, incluso entregó al general la dirección de la CIA que quedaba vacante al pasar Panetta a ocuparse del departamento de defensa. Hubo quien dijo que se trataba de una hábil jugada del presidente demócrata para evitar que David Petraeus accediera a los cantos de sirena que le insistían en que se presentara a las primarias del Partido Republicano. Sea como sea, tras la derrota de Romney y el revuelo entre los republicanos – un revuelo en el que no han dejado de sucederse las voces pidiendo que el próximo candidato sea un general que haya vencido en una guerra– la Casa Blanca se ha deshecho del molesto Petraeus.Tras numerosos rumores a primeras horas del día acabó publicándose una comunicación en la que el ex general anunciaba su salida del cargo.
Obama no tardó en emitir un comunicado en el que alababa el «extraordinario servicio» rendido por Petraeus y señalaba que Michael J. Morell, el vicepresidente de la CIA, se hacía cargo de la institución. El recién reelegido presidente indicaba que sus pensamientos y sus oraciones estaban con Petraeus y su esposa, pero no daba más detalles sobre las razones de la decisión. A esas alturas, nadie sabía los motivos hasta que, finalmente, ha sido el propio Petraeus el que ha dado la versión oficial señalando que la dimisión se debía a que, tras treinta y siete años de matrimonio había mostrado un «juicio extremadamente pobre al enredarse en un asunto extramarital». El antiguo general indicaba además que «tal comportamiento es inaceptable, tanto como esposo como en calidad de dirigente de una organización como la nuestra» y concluía finalmente que la tarde del viernes, el presidente había aceptado la dimisión.
A estas horas, sin embargo, las preguntas son más que las respuestas. Por supuesto, están los que consideran que un adulterio no es una conducta adecuada en el mundo del espionaje recordando episodios como el «caso Profumo». Pero buena parte de las opiniones apuntan a que Obama ha logrado por fin librarse de un personaje díscolo que se suponía que seguiría en su Administración, pero que hubiera podido plantear roces en el caso de la más que probable intervención contra Irán. Quizá el reelecto presidente haya aplicado simplemente la regla enunciada por Jimmy Hoffa: «a los que tengas que echar ponlos en la calle el primer día. Las dudas se disipan y los que se quedan siempre te estarán agradecidos».
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