Rusia advierte a Occidente contra un ataque unilateral en Siria
Las declaraciones se producen un día después de que el presidente estadounidense, Barack Obama, alertara a Damasco sobre las "enormes consecuencias" que tendrían el uso de armas químicas
David Alandete Washington21 AGO 2012 - 14:28
Rusia, principal aliado de Siria en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, advirtió a Estados Unidos y a sus aliados occidentales en contra del uso de la fuerza para derrocar al régimen de Bachar el Asad, un día después de que el presidente de EE UU, Barack Obama, dijera en una conferencia de prensa que el empleo de armas químicas por parte de Damasco supondría rebasar un “límite” y acarrearía “enormes consecuencias”.
El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, dijo que la comunidad internacional debe “adherirse de forma estricta a las normas del derecho internacional y los principios que contiene la Carta de Naciones Unidas, y no permitir su violación”. Lavrov añadió que “es el único camino correcto, dadas las condiciones actuales”, informa la agencia RIA Novosti.
Lavrov se reunió en Moscú con una delegación del Gobierno de El Asad, que visitó Rusia después de haber pasado por China. Estos dos países han vetado en el Consejo de Seguridad tres resoluciones de condena al régimen de Damasco por su oleada de represión. Tras el encuentro —en el que participó uno de los líderes de la diplomacia china, el consejero de Estado Dai Bingguo—, Lavrov dijo que “hay no pocos oponentes a un proceso de reconciliación nacional” en Siria.
El Gobierno sirio ha asegurado que está a punto de firmar un acuerdo con las autoridades rusas para la compra masiva de petróleo a su aliado, a fin de mantener a flote su economía y al Ejército, según Qadri Jamil, jefe de la delegación siria que viajó a Moscú citado por Efe.
El conflicto sirio comenzó en marzo de 2011 y, según la ONU, se ha cobrado ya 18.000 vidas, una cifra que los opositores aumentan hasta 23.000. Hasta la fecha, Washington ha planteado tres propuestas de condena en el Consejo de Seguridad de la ONU. De ese modo, quedaría abierta una posible vía de intervención militar a través de un mandato a la OTAN, como sucedió en Libia.
Las declaraciones de Obama del lunes fueron la primera indicación por parte de la Casa Blanca de que considera también una posible intervención de forma unilateral o con sus aliados. El Departamento de Estado evitó aclarar si habría otros supuestos en los que Obama se plantearía el uso de la fuerza, aparte del caso del empleo de armas químicas por parte de El Asad o sus aliados. “El presidente dejó muy claro que ese sería un límite para nosotros y es algo que él se plantearía de forma muy seria”, dijo en rueda de prensa la portavoz de la diplomacia, Victoria Nuland.
El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, dijo que la comunidad internacional debe “adherirse de forma estricta a las normas del derecho internacional y los principios que contiene la Carta de Naciones Unidas, y no permitir su violación”. Lavrov añadió que “es el único camino correcto, dadas las condiciones actuales”, informa la agencia RIA Novosti.
Lavrov se reunió en Moscú con una delegación del Gobierno de El Asad, que visitó Rusia después de haber pasado por China. Estos dos países han vetado en el Consejo de Seguridad tres resoluciones de condena al régimen de Damasco por su oleada de represión. Tras el encuentro —en el que participó uno de los líderes de la diplomacia china, el consejero de Estado Dai Bingguo—, Lavrov dijo que “hay no pocos oponentes a un proceso de reconciliación nacional” en Siria.
El Gobierno sirio ha asegurado que está a punto de firmar un acuerdo con las autoridades rusas para la compra masiva de petróleo a su aliado, a fin de mantener a flote su economía y al Ejército, según Qadri Jamil, jefe de la delegación siria que viajó a Moscú citado por Efe.
El conflicto sirio comenzó en marzo de 2011 y, según la ONU, se ha cobrado ya 18.000 vidas, una cifra que los opositores aumentan hasta 23.000. Hasta la fecha, Washington ha planteado tres propuestas de condena en el Consejo de Seguridad de la ONU. De ese modo, quedaría abierta una posible vía de intervención militar a través de un mandato a la OTAN, como sucedió en Libia.
Las declaraciones de Obama del lunes fueron la primera indicación por parte de la Casa Blanca de que considera también una posible intervención de forma unilateral o con sus aliados. El Departamento de Estado evitó aclarar si habría otros supuestos en los que Obama se plantearía el uso de la fuerza, aparte del caso del empleo de armas químicas por parte de El Asad o sus aliados. “El presidente dejó muy claro que ese sería un límite para nosotros y es algo que él se plantearía de forma muy seria”, dijo en rueda de prensa la portavoz de la diplomacia, Victoria Nuland.
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El Ejército Libre Sirio cambia de rostro
Los rebeldes endurecen sus acciones en la guerra y asesinan a quienes consideran traidores
Cada vez hay más extranjeros en sus brigadas
Asad, el León de Rankús, sonríe a los visitantes como si hubiera tenido un día magnífico. Sin embargo, este comandante del Geish al Hor (Ejército Libre de Siria, ELS) que comparte nombre con su mayor enemigo, el presidente Bachar el Asad, ha sufrido hace unos 30 minutos una emboscada en la que ha perdido a uno de sus hombres. “No he podido recoger su cadáver porque la bomba lo ha destrozado en varios pedazos”, explica. Además, acaba de darle una paliza a un traidor al que ha interrogado durante tres horas. De rodillas, sin un solo signo de fatiga, el León coge un trozo de pan y come como si nada, hablando sobre antigüedades bizantinas.
Eso es lo que más sorprende de los combatientes del ELS, su constancia, su voluntad de morir por la victoria y luchar hasta el final. Un sentimiento que se ha reforzado a medida que ha avanzado el conflicto, que comenzó en marzo de 2011. El ELS nació un poco más tarde, en otoño de ese año, cuando hartos de ver la brutal represión de las manifestaciones pacíficas (musájara), que acababan con asesinatos de indefensos opositores y con la mitad de los participantes en prisión, muchos decidieron tomar las armas, comprarse un fusil e ingresar en el ELS para defender a sus familias.
Desde entonces hasta hoy, el rostro del ELS ha cambiado. Ya no hay solo sirios, hombres musulmanes suníes en su mayoría que van de los 17 a los 40 años, que se dejan crecer la barba para diferenciarse de los soldados del régimen, sino que el número de katibas (brigadas) se ha multiplicado y ahora acogen a yihadistas extranjeros que han venido del mundo entero a ayudar a la causa. “En la mía hay un canadiense y un australiano”, explica Abo Jatab, un joven de una importante familia de Dubai que creó su propio grupo, Al Jadra, en el que luchan un millar de hombres. También hay franceses, británicos, y hasta españoles musulmanes.
La katiba más famosa y numerosa es Al Faruq, aunque hay muchas otras, como la Brigada 77, y en algunas hay incluso cristianos. “A nuestro grupo no le hemos puesto ningún nombre islámico, porque pensamos que si venía la OTAN nos mataría por radicales”, admite riendo el comandante Asad. La mayoría de ellas se coordinan con el mando central de Turquía para las grandes operaciones, como la de Damasco o Alepo, aunque para las escaramuzas locales muchas deciden ir por libre.
Entre sus filas no hay hombres de Al Qaeda ni radicales islámicos, al menos en el sureste del país. Solo unos pocos se declaran abiertamente salafistas, y se les reconoce porque no fuman, son más conservadores y llevan largas barbas rizadas y pantalones doblados por encima de los tobillos. Pero no hay signos de radicalización de los miembros del ELS ni voluntad mayoritaria de crear un Estado radical islámico tras la caída de El Asad. “Lo único que queremos es acabar con esta dictadura corrupta y después volver a nuestras vidas y dejar las armas”, explica el comandante Abo Alsoos, propietario de un supermercado y ahora importante líder del ELS en la provincia de Homs.
Más difícil es la cuestión es su financiación, porque “la mayoría del dinero que recibimos viene de los salafistas. El problema es que pidan algo a cambio, ahí si vamos a tener dificultades”, confiesa el doctor Abbas, líder del Comité Local de Al Qusair. Otras fuentes señalan a los Hermanos Musulmanes como importantes contribuyentes. “Ahora todos se dejan la barba larga, pero cuando acabe todo esto todo volverá a la normalidad”, augura Abbas.
Tras meses de violencia, la brutalidad se ha extendido en ambos bandos. Mientras Bachar el Asad bombardea ciudades donde mueren miles de hombres, mujeres y niños atrapados en el conflicto, lanzando a sus matones (shabiha) para cometer masacres, violar a mujeres y buscar al enemigo casa por casa, como ocurrió en Baba Amro (Homs), el ELS también ha endurecido sus prácticas.
En febrero, esta periodista vio una fosa común con los cadáveres de al menos seis hombres, supuestos informadores del régimen, con signos de haber sido ejecutados a las afueras de Al Qusair. El Ejército rebelde apenas tiene prisiones, y en el mes de julio, en un cuartel, se llevaron a ejecutar a un supuesto traidor, con las manos atadas a la espalda y una venda en los ojos. Uno de los combatientes mostró un vídeo en que se veían a dos soldados de El Asad con las manos atadas. Apareció una motosierra en la imagen y le cortaron la cabeza. Reconocí el lugar de la grabación por los cojines a mi lado, y en la silla en la que estaba sentada miré y aprecié aún abundantes restos de sangre de esas dos personas.
El odio y el rencor han aumentado entre los combatientes, muchos de los cuales ha perdido a muchos amigos o a familiares. Escondidos en casas esparcidas por el campo, algunas tomadas a ricos Shabiha o partidarios del régimen, su día a día consiste en esperar las pequeñas operaciones al estilo guerra de guerrillas que realizan de forma esporádica. “No tenemos prisa, queremos hacer una revolución perfecta”, dice Abo Alsoos frente a una magnífica piscina en la que chapotean algunos de sus hombres.
Su katiba cuenta con dos tanques robados a las tropas de El Asad. Sin embargo, aunque las armas y munición llegan ahora con más alegría que en invierno, sus fusiles y RPG aún no son suficientes para enfrentarse al Ejército sirio, que cuenta con 4.000 tanques, aviones que realizan fotografías desde el aire, helicópteros que bombardean y tecnología punta en comunicaciones, además de decenas de infiltrados en las filas del ELS, que recientemente ha creado una policía secreta que se encarga de detectar estos casos. “Descubrimos a tres desertores que instalaron tarjetas sim de localización en varios cuarteles. Los matamos”, confiesa uno de los policías del ELS en Al Qusair.
A pesar de todas las dificultades, el ejército rebelde es ahora más fuerte que nunca, por su determinación y por el odio acumulado a lo largo de todo este tiempo. Ya no esperan ninguna ayuda de Occidente, se saben solos. “La benássar [victoria] será nuestra, inshallah”, asegura Asad, “aunque tardaremos aún unos seis meses o más”, predice. Más tiempo y más vidas, más sangre derramada en una guerra civil que no terminará mañana.
Eso es lo que más sorprende de los combatientes del ELS, su constancia, su voluntad de morir por la victoria y luchar hasta el final. Un sentimiento que se ha reforzado a medida que ha avanzado el conflicto, que comenzó en marzo de 2011. El ELS nació un poco más tarde, en otoño de ese año, cuando hartos de ver la brutal represión de las manifestaciones pacíficas (musájara), que acababan con asesinatos de indefensos opositores y con la mitad de los participantes en prisión, muchos decidieron tomar las armas, comprarse un fusil e ingresar en el ELS para defender a sus familias.
Desde entonces hasta hoy, el rostro del ELS ha cambiado. Ya no hay solo sirios, hombres musulmanes suníes en su mayoría que van de los 17 a los 40 años, que se dejan crecer la barba para diferenciarse de los soldados del régimen, sino que el número de katibas (brigadas) se ha multiplicado y ahora acogen a yihadistas extranjeros que han venido del mundo entero a ayudar a la causa. “En la mía hay un canadiense y un australiano”, explica Abo Jatab, un joven de una importante familia de Dubai que creó su propio grupo, Al Jadra, en el que luchan un millar de hombres. También hay franceses, británicos, y hasta españoles musulmanes.
La katiba más famosa y numerosa es Al Faruq, aunque hay muchas otras, como la Brigada 77, y en algunas hay incluso cristianos. “A nuestro grupo no le hemos puesto ningún nombre islámico, porque pensamos que si venía la OTAN nos mataría por radicales”, admite riendo el comandante Asad. La mayoría de ellas se coordinan con el mando central de Turquía para las grandes operaciones, como la de Damasco o Alepo, aunque para las escaramuzas locales muchas deciden ir por libre.
Entre sus filas no hay hombres de Al Qaeda ni radicales islámicos, al menos en el sureste del país. Solo unos pocos se declaran abiertamente salafistas, y se les reconoce porque no fuman, son más conservadores y llevan largas barbas rizadas y pantalones doblados por encima de los tobillos. Pero no hay signos de radicalización de los miembros del ELS ni voluntad mayoritaria de crear un Estado radical islámico tras la caída de El Asad. “Lo único que queremos es acabar con esta dictadura corrupta y después volver a nuestras vidas y dejar las armas”, explica el comandante Abo Alsoos, propietario de un supermercado y ahora importante líder del ELS en la provincia de Homs.
Más difícil es la cuestión es su financiación, porque “la mayoría del dinero que recibimos viene de los salafistas. El problema es que pidan algo a cambio, ahí si vamos a tener dificultades”, confiesa el doctor Abbas, líder del Comité Local de Al Qusair. Otras fuentes señalan a los Hermanos Musulmanes como importantes contribuyentes. “Ahora todos se dejan la barba larga, pero cuando acabe todo esto todo volverá a la normalidad”, augura Abbas.
Tras meses de violencia, la brutalidad se ha extendido en ambos bandos. Mientras Bachar el Asad bombardea ciudades donde mueren miles de hombres, mujeres y niños atrapados en el conflicto, lanzando a sus matones (shabiha) para cometer masacres, violar a mujeres y buscar al enemigo casa por casa, como ocurrió en Baba Amro (Homs), el ELS también ha endurecido sus prácticas.
En febrero, esta periodista vio una fosa común con los cadáveres de al menos seis hombres, supuestos informadores del régimen, con signos de haber sido ejecutados a las afueras de Al Qusair. El Ejército rebelde apenas tiene prisiones, y en el mes de julio, en un cuartel, se llevaron a ejecutar a un supuesto traidor, con las manos atadas a la espalda y una venda en los ojos. Uno de los combatientes mostró un vídeo en que se veían a dos soldados de El Asad con las manos atadas. Apareció una motosierra en la imagen y le cortaron la cabeza. Reconocí el lugar de la grabación por los cojines a mi lado, y en la silla en la que estaba sentada miré y aprecié aún abundantes restos de sangre de esas dos personas.
El odio y el rencor han aumentado entre los combatientes, muchos de los cuales ha perdido a muchos amigos o a familiares. Escondidos en casas esparcidas por el campo, algunas tomadas a ricos Shabiha o partidarios del régimen, su día a día consiste en esperar las pequeñas operaciones al estilo guerra de guerrillas que realizan de forma esporádica. “No tenemos prisa, queremos hacer una revolución perfecta”, dice Abo Alsoos frente a una magnífica piscina en la que chapotean algunos de sus hombres.
Su katiba cuenta con dos tanques robados a las tropas de El Asad. Sin embargo, aunque las armas y munición llegan ahora con más alegría que en invierno, sus fusiles y RPG aún no son suficientes para enfrentarse al Ejército sirio, que cuenta con 4.000 tanques, aviones que realizan fotografías desde el aire, helicópteros que bombardean y tecnología punta en comunicaciones, además de decenas de infiltrados en las filas del ELS, que recientemente ha creado una policía secreta que se encarga de detectar estos casos. “Descubrimos a tres desertores que instalaron tarjetas sim de localización en varios cuarteles. Los matamos”, confiesa uno de los policías del ELS en Al Qusair.
A pesar de todas las dificultades, el ejército rebelde es ahora más fuerte que nunca, por su determinación y por el odio acumulado a lo largo de todo este tiempo. Ya no esperan ninguna ayuda de Occidente, se saben solos. “La benássar [victoria] será nuestra, inshallah”, asegura Asad, “aunque tardaremos aún unos seis meses o más”, predice. Más tiempo y más vidas, más sangre derramada en una guerra civil que no terminará mañana.
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Damasco cuenta con el arsenal químico más grande de Oriente Próximo
Israel teme que las armas de destrucción masiva caigan en manos de terroristas
Ana Garralda / Francisca Risatti Jerusalén / Madrid21 AGO 2012 - 21:59 CET
Siria cuenta con el arsenal de armas químicas más grande de Oriente Próximo. Por ello, el hecho de que el país árabe esté inmerso en una guerra civil “sin duda pone a todos muy nerviosos”, afirma Dina Esfandiary, investigadora del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) de Londres, un día después de la primera amenaza directa de intervención militar en Siria por parte del presidente de Estados Unidos. Barack Obama afirmó el lunes que, de tener indicios de que el régimen de Bachar el Asad traslada o se prepara para utilizar su arsenal químico, Washington no dudará en responder. Desde el comienzo del conflicto, que lleva ya 17 meses, la posibilidad de que el Gobierno sirio utilice las armas químicas contra los rebeldes o de que en medio del derrumbe del régimen parte de ese arsenal termine en manos de grupos radicales como Hezbolá o Al Qaeda, es una de las principales preocupaciones de la comunidad internacional, y especialmente de Israel, el gran enemigo de Siria en la región.
Moshe Maoz, investigador del departamento de Estudios Islámicos y de Oriente Medio de la Universidad Hebrea de Jerusalén, afirma que el Ejército israelí está vigilando con todos sus recursos de inteligencia los movimientos que tienen lugar en Siria, “especialmente en el aeropuerto de Damasco”. La mayor amenaza para Israel, según Maoz, es que se produzca un trasvase de las armas químicas a Hezbolá, la milicia chií aliada del régimen sirio que controla el sur de Líbano. “Si esta milicia, que dice ser ‘el partido de Dios’ se hace con ellas, no pensará en Dios cuando las utilice contra Israel”, afirma.
Damasco comenzó a desarrollar armas químicas para tener un elemento de disuasión frente al vecino hebreo. “Después de varias derrotas militares frente a Israel, Siria decidió invertir en armamento convencional y no convencional a partir de los ochenta, en un intento de equipararse militarmente [a su rival]”, afirma Esfandiary. Aunque fracasó en su intento de igualar el poder militar de Israel, el país árabe —que no ha firmado la Convención de Armas Químicas de 1993, que prohíbe su uso, producción y almacenamiento—, se ha convertido en una potencia en este tipo de armamento. “Se cree que Siria cuenta con el cuarto arsenal más grande del mundo, después de Rusia, Estados Unidos y Corea del Norte”, explica la experta de IISS. Siria cuenta con cuatro centros de producción ubicados en Alepo, Homs, Hama y Latakia, mientras que la localización de muchos de los sitios en los que se almacena el material, que según las versiones, pueden ser entre 12 y 25 centros distribuidos por todo el país, sigue siendo una incógnita.
Esa falta de información sobre la localización de las armas sería uno de los obstáculos para el éxito de un ataque aéreo preventivo por parte de Estados Unidos o Israel que pretendiera neutralizar el arsenal químico sirio, según la experta del IISS. "Si sobrevive una parte de las armas químicas, la amenaza seguiría existiendo y en unas condiciones de seguridad muy deterioradas", afirma. Otro inconveniente sería el riesgo de que los ataques causen la liberación de los agentes químicos a la atmósfera.
La alternativa para neutralizar las armas no convencionales sirias, una intervención por tierra, tampoco es auspiciosa. "Exigiría la intervención de unos 75.000 soldados, que quedarían en una situación de gran vulnerabilidad a ataques del Gobierno sirio", explica la experta del IISS.
“Siria tiene, con certeza, dos tipos de armas químicas: gas mostaza (que quema al ser inhalado), y gas sarín (un agente que causa problemas de respiración que derivan en una parálisis). Hay versiones no confirmadas de que también tiene el gas nervioso VX (aún más letal, dado que permanece más tiempo en la atmósfera) y el gas cianuro”, señala Esfandiary. Para utilizarlos, Siria cuenta además con misiles SCUD que compró a Corea del Norte a partir de los años noventa.
Uzi Eilan, investigador Instituto de Estudios de Seguridad Nacional (INSS), de Israel, afirma que Siria tiene abundantes misiles SCUD de la clase A, de corto alcance (300 km), y de la clase B, de largo alcance (entre 500 y 600 kilómetros). "Con ellos podrían cubrir gran parte del territorio de Israel. Esto es un hecho y preocupa mucho a los israelíes", añade.
Eilan, al igual que Eyal Zisser, del Centro Moshe Dayan de Estudios de Oriente Medio y África de la Universidad de Tel Aviv, sin embargo, coincide con Maoz en que la mayor preocupación de Israel es que el arsenal sirio caiga en manos de grupos como Hezbolá o Al Qaeda. Para Esfandiary, sin embargo, se trata de dos amenazas diferentes. En el supuesto caso de que el régimen cediera parte de sus armas a Hezbolá, como han amenazado funcionarios del Gobierno sirio, la milicia libanesa difícilmente aceptaría recibirlas, según la investigadora. “Hezbolá forma parte del Gobierno de Líbano y está tratando de aumentar su legitimidad”, explica.
Al Qaeda, en cambio, ha manifestado su intención de hacerse con el arsenal químico. Esfendiary afirma que el régimen sirio hará lo posible por mantener el control sobre las armas y que para ello las está protegiendo con sus tropas más leales. Pero aun en el caso de que los terroristas accedan al arsenal, tendrán graves dificultades para poder utilizarlas. “Sin el entrenamiento y los elementos técnicos adecuados, tendrían grandes problemas y correrían un gran riesgo”, precisa la experta del IISS.
Esfandiary tampoco cree probable que el Gobierno sirio se atreva a emplear sus armas más letales: “Si las utiliza, Estados Unidos atacará, por lo tanto, si El Asad quiere sobrevivir no va a correr ese riesgo”.
Moshe Maoz, investigador del departamento de Estudios Islámicos y de Oriente Medio de la Universidad Hebrea de Jerusalén, afirma que el Ejército israelí está vigilando con todos sus recursos de inteligencia los movimientos que tienen lugar en Siria, “especialmente en el aeropuerto de Damasco”. La mayor amenaza para Israel, según Maoz, es que se produzca un trasvase de las armas químicas a Hezbolá, la milicia chií aliada del régimen sirio que controla el sur de Líbano. “Si esta milicia, que dice ser ‘el partido de Dios’ se hace con ellas, no pensará en Dios cuando las utilice contra Israel”, afirma.
Damasco comenzó a desarrollar armas químicas para tener un elemento de disuasión frente al vecino hebreo. “Después de varias derrotas militares frente a Israel, Siria decidió invertir en armamento convencional y no convencional a partir de los ochenta, en un intento de equipararse militarmente [a su rival]”, afirma Esfandiary. Aunque fracasó en su intento de igualar el poder militar de Israel, el país árabe —que no ha firmado la Convención de Armas Químicas de 1993, que prohíbe su uso, producción y almacenamiento—, se ha convertido en una potencia en este tipo de armamento. “Se cree que Siria cuenta con el cuarto arsenal más grande del mundo, después de Rusia, Estados Unidos y Corea del Norte”, explica la experta de IISS. Siria cuenta con cuatro centros de producción ubicados en Alepo, Homs, Hama y Latakia, mientras que la localización de muchos de los sitios en los que se almacena el material, que según las versiones, pueden ser entre 12 y 25 centros distribuidos por todo el país, sigue siendo una incógnita.
Esa falta de información sobre la localización de las armas sería uno de los obstáculos para el éxito de un ataque aéreo preventivo por parte de Estados Unidos o Israel que pretendiera neutralizar el arsenal químico sirio, según la experta del IISS. "Si sobrevive una parte de las armas químicas, la amenaza seguiría existiendo y en unas condiciones de seguridad muy deterioradas", afirma. Otro inconveniente sería el riesgo de que los ataques causen la liberación de los agentes químicos a la atmósfera.
La alternativa para neutralizar las armas no convencionales sirias, una intervención por tierra, tampoco es auspiciosa. "Exigiría la intervención de unos 75.000 soldados, que quedarían en una situación de gran vulnerabilidad a ataques del Gobierno sirio", explica la experta del IISS.
“Siria tiene, con certeza, dos tipos de armas químicas: gas mostaza (que quema al ser inhalado), y gas sarín (un agente que causa problemas de respiración que derivan en una parálisis). Hay versiones no confirmadas de que también tiene el gas nervioso VX (aún más letal, dado que permanece más tiempo en la atmósfera) y el gas cianuro”, señala Esfandiary. Para utilizarlos, Siria cuenta además con misiles SCUD que compró a Corea del Norte a partir de los años noventa.
Uzi Eilan, investigador Instituto de Estudios de Seguridad Nacional (INSS), de Israel, afirma que Siria tiene abundantes misiles SCUD de la clase A, de corto alcance (300 km), y de la clase B, de largo alcance (entre 500 y 600 kilómetros). "Con ellos podrían cubrir gran parte del territorio de Israel. Esto es un hecho y preocupa mucho a los israelíes", añade.
Eilan, al igual que Eyal Zisser, del Centro Moshe Dayan de Estudios de Oriente Medio y África de la Universidad de Tel Aviv, sin embargo, coincide con Maoz en que la mayor preocupación de Israel es que el arsenal sirio caiga en manos de grupos como Hezbolá o Al Qaeda. Para Esfandiary, sin embargo, se trata de dos amenazas diferentes. En el supuesto caso de que el régimen cediera parte de sus armas a Hezbolá, como han amenazado funcionarios del Gobierno sirio, la milicia libanesa difícilmente aceptaría recibirlas, según la investigadora. “Hezbolá forma parte del Gobierno de Líbano y está tratando de aumentar su legitimidad”, explica.
Al Qaeda, en cambio, ha manifestado su intención de hacerse con el arsenal químico. Esfendiary afirma que el régimen sirio hará lo posible por mantener el control sobre las armas y que para ello las está protegiendo con sus tropas más leales. Pero aun en el caso de que los terroristas accedan al arsenal, tendrán graves dificultades para poder utilizarlas. “Sin el entrenamiento y los elementos técnicos adecuados, tendrían grandes problemas y correrían un gran riesgo”, precisa la experta del IISS.
Esfandiary tampoco cree probable que el Gobierno sirio se atreva a emplear sus armas más letales: “Si las utiliza, Estados Unidos atacará, por lo tanto, si El Asad quiere sobrevivir no va a correr ese riesgo”.
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