El asesino de la policía municipal de Madrid se escondía con toxicómanos
Una patrulla le identificó pese a haberse rapado y llevar una gorra
Día 13/08/2012 - 02.27h
Apenas cuatro días después del asesinato de la policía municipal de Madrid María del Carmen Muñoz Pérez, de 62 años, el presunto autor de los disparos ha sido detenido cuando caminaba junto a un grupo de toxicómanos por una zona degradada del barrio de Vallecas. Una patrulla de agentes que circulaba por el bulevar del barrio se fijó en él, pese a que llevaba una gorra y se había rapado la cabeza al cero, para pasar desapercibido. Se llama David Manuel Fernández Rodríguez, es español (aunque nació en la localidad francesa de Nancy) y tiene 42 años, así como un amplio historial por delitos comunes. Ahora, los investigadores buscan a su compinche, el hombre que le acompañaba en el asalto a una oficina de Correos el miércoles pasado y, tras el cual, abrieron fuego contra los dos policías municipales que iban a detenerles, una de ellos María del Carmen Muñoz.
Las pesquisas iban bien encaminadas desde el primer momento. Las cámaras de videovigilancia grabaron a los dos atracadores, que se apoderaron de un botín inferior al millar de euros de la estafeta de la avenida de Andalucía, en el barrio de Usera, sobre las 12.15 de la mañana del 8 de agosto. Iban armados con revólver y cuchillo y también se hicieron con algunos objetos de valor que portaban los clientes y empleados de la oficina.
Luego, se montaron en la furgoneta Citroën Berlingo gris que estaba a nombre del ahora arrestado, y emprendieron la huida. Pero un ciudadano que había visto el asalto paró a un coche patrulla de la Policía Municipal que circulaba a apenas 500 metros del lugar. Les avisó de lo que había ocurrido y los agentes condujeron rápidamente hacia allí. Cruzaron su vehículo contra el de los ladrones, y les cortaron el paso.
Los funcionarios policiales se apresuraron a bajarse del coche, cuando la primera de las balas supuestamente disparadas por Fernández Rodríguez impactó en el hombro derecho del agente Santiago Lozano Bieitia, de 52 años. Después, en el hospital, explicaría: «Salí del coche y ya tenía el tiro. Luego, fueron a por ella».
Efectivamente, sin que tuviesen tiempo para reaccionar, los delincuentes atacaron a María del Carmen. Un sólo disparo le dio de lleno en el corazón, y cayó fulminada. Fuentes del caso añadieron que hubo un tercer tiro, que no dio a nadie. Al haber disparado con un revólver, no quedan restos de los casquillos, por lo que el número de detonaciones es aún orientativo y varía según el relato de los testigos. Luego, arrebataron las armas a los policías y huyeron en la Berlingo, en dirección al vecino barrio de San Fermín, también en Usera.
Sólo media hora después, la Policía hallaba en las inmediaciones del centro de alto rendimiento de tenis, conocido como la Caja Mágica, la furgoneta de los delincuentes, de cuya matrícula se disponían datos gracias a los testigos. La Policía Científica se la llevó para tomar huellas y demás pistas.
Las primeras pesquisas apuntaban a que David Manuel Fernández Rodríguez, toxicómano bastante deteriorado, podría haber atracado Correos con su hermano, pues habitualmente robaba con él. Pero luego vieron que no era así y se barajan varias hipótesis.
Esa misma tarde, la Policía Nacional «tronchó» -montó un dispositivo de vigilancia- en las inmediaciones del lugar donde vive David Manuel, pero la filtración de sus datos provocó que cuando los agentes llegaron, ya hubiese allí cámaras de medios de comunicación. El sospechoso había puesto pies en polvorosa. Comenzó a peinarse sobre todo la zona de Vallecas (las viviendas del propio detenido, su familia y la de su novia) y el poblado marginal de la Cañada Real, donde suelen acudir a comprar droga. La noche del domingo, la Brigada Provincial de Seguridad Ciudadana estuvo a punto de darle caza, también en Vallecas, pero no dio tiempo.
No iba armado
Al final, ayer a las diez de la mañana, una patrulla del 091 adscrita a la comisaría de Puente de Vallecas vio a varios toxicómanos en la calle de Puerto Alto, esquina con el bulevar donde se reúnen decenas de toxicómanos, junto al centro de dispensación de metadona. Los agentes, que tenían la descripción facilitada por Homicidios, sospecharon del grupo.
Les llamó la atención el parecido físico de uno de ellos, vestido con camiseta blanca, pantalón corto azul y deportivas. Llevaba una mochila, gorra y la cabeza recién afeitada. No iba armado. Se movía de manera nerviosa, miraba a un lado y a otro. Las dudas acabaron al identificarle. Era él.
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