Si la Historia Militar o de las Fuerzas de Seguridad, te apasiona. Si la Militaría es tu afición. Si quieres conocer la Historia, sin valorar ideas ni convicciones políticas, sin tendencias, sin manipulaciones. La Historia Militar, sólo la vivida por sus principales protagonistas, los SOLDADOS que la han padecido.



¡Seguro que te gustará este Blog!


miércoles, 22 de agosto de 2012

GAGOMILITARIA NOTICIAS.-AFGANISTÁN, EL LADO OSCURO


Ascendido un militar alemán acusado de la muerte de civiles en Afganistán

El coronel Georg Klein fue investigado por ordenar un ataque que causó la muerte en 2009 de 142 personas en Kunduz, al norte del país



Dos niños afganos juegan cerca de un tanque en Kabul, Afganistán. / ALEXANDER KLEIN (AFP)

El coronel Georg Klein es el oficial más famoso del Ejército alemán, pero también el más controvertido y el único que ha sido investigado por la Fiscalía, que quiso determinar en su momento si el oficial había cometido un crimen de guerra cuando ordenó un ataque aéreo el 4 de septiembre de 2009 en Kunduz (al norte de Afganistán), que costó la vida a 142 personas, la mayoría civiles y menores de edad.

Klein muy pronto dejará de ser coronel, pero su fama seguirá aumentando gracias a una polémica decisión que tomó el ministro de Defensa, Thomas de Mazière, en medio de las vacaciones veraniegas. El oficial de 51 años será ascendido a general de brigada, un premio que fue calificado como una “bofetada en la cara de la sociedad civil afgana” por el abogado de las víctimas, el afgano-alemán Karim Popal.

El Ministerio de Defensa defendió el polémico ascenso con una frase lacónica pronunciada por el portavoz Stefan Paris. “Es un oficial muy adecuado para el cargo y cumple con todos los requisitos técnicos”, afirmó, al señalar que el nuevo general de 51 años dirigirá, a partir del próximo año, la recién creada Dirección Federal de Administración de Personal de las Fuerzas Armadas. Con el ascenso, Klein ganará unos 11.000 euros al mes y formará parte del selecto club de generales de la Bundeswehr, que solo cuenta con 200 miembros.

El militar alemán Georg Klein.

Hace tres años la carrera militar del coronel Georg Klein parecía estar condenada a un brusco fin, a causa de un error cometido por el oficial que desprestigió, en su momento, a la misión militar alemana en Afganistán y puso en graves aprietos al ejército estadounidense. El 4 de septiembre de 2009, el coronel, a cargo del cuartel alemán en Kunduz, recibió una llamada urgente. Dos camiones cisternas repletos de gasolina habían sido secuestrados por los talibanes. El informante le dijo a Klein que los dos camiones podían ser utilizados para atacar la base militar alemana en una acción suicida. Cuando el informante cortó la llamada, Klein cogió el teléfono satelital, marcó un número secreto que lo comunicaba con la base área de la OTAN y pidió la acción inmediata de aviones de combate, que debían destruir los dos camiones cisternas. Las fuerzas de EE UU acataron la orden del coronel alemán y enviaron a un avión de combate F-15, que dejó caer dos bombas de 500 libras sobre los dos camiones, repletos de gasolina, que estaban varados en el lecho de un río. Murieron 142 personas.
Una larga y minuciosa investigación llevada a cabo por la OTAN reveló que el oficial alemán mintió en varias ocasiones críticas. Los pilotos quisieron saber si, en efecto, existía una amenaza grave para la seguridad de la base militar alemana. Un asistente del coronel respondió que sí. “Tenemos informaciones que están preparando un ataque contra la base en Kundus”, dijo.

La segunda mentira fue más grave. Antes de ordenar un ataque aéreo, la OTAN exige que se cumpla con una disposición estratégica que puede ayudar a salvar vidas inocentes: la llamada disposición TIC (Troop in contact). Klein había afirmado que había enviado a soldados alemanes para que vigilaran a la distancia el lugar donde se encontraban los dos camiones cisternas, lo que simplemente no era verdad.

Cuando la noticia llegó a Berlín, el entonces ministro de Defensa alemán, Franz Josef Jung, afirmó durante tres días que el ataque solo había causado la muerte de 50 insurgentes. Mientras el ministro repetía en Berlín que las únicas víctimas afganas eran “terroristas talibanes” el general Stanley McChrystal, entonces comandante de las tropas de la OTAN en Afganistán, decidió ignorar una recomendación de las fuerzas alemanas para no visitar la zona, voló a Kunduz acompañado por varios periodistas y, después de visitar un hospital local, llegó a una conclusión que dejó en ridículo al Gobierno alemán. “También hubo víctimas civiles”, zanjó el general estadounidense, que denunció además que el coronel Klein había violado una directiva de la alianza que prohíbe bombardear objetivos con base en un solo informante.

La tragedia de Kunduz desató seis investigaciones oficiales en Alemania, pero ninguna castigó la actuación del coronel. La matanza, sin embargo, obligó a renunciar al ministro, al jefe del estado mayor y a un viceministro. El coronel Georg Klein, en lugar de sufrir un castigo, fue ascendido a general de brigada, un premio que dejó al desnudo que sus superiores estuvieron y siguen estando de acuerdo con su actuación en Kunduz. “Klein se convirtió en un héroe porque actuó de forma brutal en Kunduz y se lo dejó saber a los rebeldes”, sentenció la revista Der Spiegel: “Las personas que promovieron a Klein piensan como él”.

--0--

El hastío de la guerra

Jon Sistiaga se une, en un reportaje para Canal Plus, a un equipo de desactivadores de bombas en Afganistán, los hombres que más se arriesgan a convertirse en muertos inútiles de una guerra en su momento de prorroga

Base Avanzada Lagman. Provincia de Zabul21 AGO 2012 - 16:31 CET

ampliar foto
Artillero de un helicóptero Chinook del Ejército de EEUU en misión de transporte de tropas por las bases del sur de Afganistán / HERNÁN ZIN

¿Desde cuándo se le dice al enemigo cuando se acaba la guerra? ¿Qué pensarían Clausewitz o Sun Tzu de revelarle a tu oponente, a esos que llamas insurgentes, terroristas, resistentes, en fin a los talibanes y a sus amigos de Al Qaeda, que te vas dentro de año y medio? Que las fuerzas de la coalición internacional que llevan once años en Afganistán se largan en el 2014. Ni siquiera los soldados que están aquí destinados, en Afganistán, tienen muy claro si esa decisión política, que no militar, significa que la misión está cumplida, o que se está admitiendo la derrota de esta guerra. Al fin y al cabo, "los talibanes solo tienen que aguantar escondidos todo ese tiempo, con una guerra de baja intensidad, para regresar cuando nos hayamos ido", reconoce el capitán Arredondo, un militar de Los Angeles de ascendencia mexicana. Muchos analistas se preguntan cómo va a convencer EE UU al Mula Omar, el histórico líder talibán, de volver a las conversaciones secretas mantenidas en Catar y rotas hace unos meses, si sus interlocutores planean retirar sus fuerzas en 18 meses. ¿Para que hablar con "el infiel" si solo hay que esperar?, debe de pensar el Mula desde su refugio pakistaní en Quetta.

Es quizá por eso que en las bases de la coalición se percibe cierto hastío, cierta desidia por una guerra interminable. Una guerra no convencional donde los soldados se enfrentan a un enemigo invisible, que apenas abandona sus bases en Pakistán, y que se dedica a sembrar de artefactos explosivos las carreteras, senderos o veredas por las que estos hombres deben de patrullar. Cualquier soldado con el que hables tiene dos respuestas para esta situación: la oficial, la de que "bueno, es mi trabajo", y la otra, la real, la de que se sienten expuestos a un peligro innecesario. De que pueden convertirse en bajas inútiles de una guerra con fecha de caducidad. En los últimos muertos del tiempo de descuento. Y a nadie le hace gracia morir en la prorroga, en esos meses extra que quedan para preparar la retirada y abandonar el país. Esté como esté.

Fuerzas especiales, soldados de infantería y contratistas viajan hacia la provincia de Kandahar a bordo de un Hércules de las fuerzas aéreas de EEUU / HERNÁN ZIN

Por eso los soldados no están motivados y los únicos que parecen disfrutar con su trabajo, porque al menos hacen algo útil, son los destinados en Unidades de contacto con la población local, los que hablan con los lugareños para resolver sus problemas y tratar de ganarse su confianza. "¿Sus corazones y sus mentes?", le pregunto a Larry, un miembro de las Fuerzas Especiales del Ejército norteamericano: "No, eso era antes, en Vietnam, y no funcionó porque no se entendió a la población local. Ahora vamos sin armas, nos mezclamos con ellos, atendemos sus necesidades, les traemos agua, aceite, arroz, lo que necesiten. Solucionamos sus problemas si un clan no se habla con el otro..." Las fuerzas especiales son los únicos autorizados a llevar una larga barba y vestir de civil para poder infiltrarse, o como dice Larry, mezclarse, con la población local. Su aspecto es el de un viejo rockero, aunque está muy en forma. "Los de Vietnam no entendieron lo de ganarse los corazones y las mentes, porque al final se convirtió en pegar dos tiros en el corazón y uno en la cabeza", reflexiona Larry para tratar de hacerme ver que su trabajo en la actualidad, pese a su rango y su unidad, no tiene nada que ver con operaciones encubiertas o de sabotaje tras las líneas enemigas.

Soldado de la Coalición Internacional patrullando una carretera en la provincia de Kandahar, Afganistán. / HERNÁN ZIN

Pero pese a la actitud positiva de este capitán, pese a que Larry si cree de verdad en los beneficios que su trabajo está trayendo a la población local, la indolencia se ha apoderado de las tropas de la coalición y de sus mandos. Se hacen las operaciones básicas, y casi todas defensivas. La base Lagman es un puesto avanzado en la provincia sureña de Zabul, una de las de mayor actividad de los talibanes. Desde aquí se aprovisiona al resto de bases más pequeñas y se realizan misiones tácticas junto al ANA, el Ejército Afgano. Hay serias dudas sobre su formación. Hablas con algunos militares que los forman y te aseguran que están preparados para asumir la defensa de su país, y para liderar el combate contra los talibanes y los remanentes yihadistas que todavía quedan por aquí. Hablas con otros y te reconocen que los soldados afganos son unos tuercebotas capaces de saltarse el cordón de seguridad cuando se va a detonar una bomba trampa solo por curiosidad de ver como explota. Han pasado once años desde que EE UU inició una guerra con dos objetivos: por un lado encontrar a Bin Laden y destruir a Al Qaeda, y por el otro acabar con el régimen de los talibanes que les daban protección. El primer objetivo se ha conseguido a medias y recientemente, el segundo fue más fácil, pero el resurgir talibán en los últimos años hace albergar serias dudas sobre el futuro de este país cuando se retiren las tropas internacionales. El fantasma de una guerra civil, otra, es más tangible que nunca.


No hay comentarios: